OO7. stay

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OO7 | QUÉDATE



    Se había detenido después de haber corrido por unas cuantas horas, sin algún rumbo fijo, solo con la intención de alejarse de lo que lo abrumaba.

Aún no creía lo que era a partir de ahora, y tampoco aceptaba aún que había encontrado a su impronta en la persona menos esperada. Él amaba a Leah desde hace más de tres años, conocer y acercarse a Bella estos últimos meses no podían cambiar eso, o tal vez si lo hacían.

Pero no lo aceptaría, no quería, por qué eso significa hacerle a la azabache lo mismo que Sam le hizo. Y él le había prometido estar para ella siempre, y ahora que Bella se había interpuesto de una manera en la que nadie podía hacer nada, ya no podía cumplir con esa promesa. No al menos de que alguno saliera lastimado, y ellas ya lo estaban lo suficientemente como para agregarse él a la ecuación.

Resoplo a causa del lío en el que se habían involucrado. Tenía que dejar de hacer promesas que no podía cumplir aunque lo deseará.

Las palabras de Jacob estaban cobrando sentido en ese momento. Él también se consideraba un idiota por meterse en donde no debía solo por su empatía.

Si solo no se hubiera metido entre Bella y su amigo, él tal vez hubiera logrado dar el primer paso con Leah. Pero viendo que no se puede huir del destino, esto habría pasado más tarde en el futuro.

Maldición

Se dejó caer en el fango ocasionado por la lluvia, importando muy poco si su pelaje blanco como la nieve se ensuciaba.

Necesitaba buscar una rápida respuesta a lo que estaba sintiendo, no quería dejar de sentir algo más que una amistad por Leah pero tampoco quería hacerle más daño a Bella.

Si Leah seguía amando a Sam, la dejaría en paz y se resignaría a ser solo su amigo, y si Bella aún no supera a su ex por que lo continuaba queriendo, sería lo que ella quisiera que fuera.

De eso se trataba la imprimación.

Sí, y ahí tenía su respuesta.

Rápidamente se incorporó dispuesto a hablar con la castaña sobre el irrompible lazo que ahora los unía.

Pero antes de poder ser capaz de trotar en dirección a su casa, un lobo de pelaje azabache se interpuso en su camino.

Ian gruño en respuesta, adivinando fácilmente de quién se trataba. El contrario erizó su pelaje en un intento de parecer más grande e intimidante.

Alto.

Al principio se sorprendió de poder escuchar la voz de Sam en su cabeza, pero en ese momento no tenía tiempo como para maravillarse de aquello.

Quítate de mi camino.

No pensé que tendrías los genes.

Vete al diablo.

Ian trató de esquivar al lobo frente a él, pero este se movió de igual forma.

No necesito escuchar la patética explicación, a diferencia de los otros idiotas que te siguen yo sí recuerdo las leyendas. Gruño. Sé lo que soy ahora y que a pesar de que este encontra, lo terminaré aceptando.

Ya veo, y no entiendo el por qué Jacob expresa libremente que eres un estúpido hormonal.

Simplemente está celoso de que la chica que le gusta pase su día a día a mi lado.

También veo que aquella chica es tu impronta.





   Habían pasado por lo menos dos semanas sin que Bella supiera nada del moreno. Sentía que la historia se estaba repitiendo, sería dejada de lado de nuevo con la vaga excusa de que no podían ser amigos por qué era malo.

Y realmente ella no lo culpaba, pues fue testigo de lo que había pasado con su amigo. Y creyendo fielmente en la explicación que Harry y Raquel le dieron sobre el asunto, Bella dejó de insistir muy a su pesar.

Su corazón dolía inexplicablemente cada vez que pensaba en él, y que tal vez nunca lo volvería a ver. Aceptaría el rechazo si el mismo se lo decía, ya no tenía nada que perder solo le quedaba ceder a la depresión de nuevo.

Justo cuando había entendido lo que sus sentimientos le decían cada vez que estaba a su lado. Después de todo nadie más que él la habían sacado del pozo de desesperación en el que se había hundido a causa del vampiro.

Abrazó sus piernas contra su pecho, y hundió su cabeza entre ellas. Ignorando el golpeteo que resonaba en su ventana, pero al ser este tan insistente, dejo de relacionarlo con la fuerte lluvia que había fuera.

Sin ánimos y algo confusa, se acercó hasta este, observando una silueta a los pies del árbol frente a su ventana. Un jadeo abandonó sus labios al visualizar al responsable de su desvelo.

—Ian —abrió la ventana, asomando su cabeza por ella—. ¿Cómo....¿Qué haces ahí?

—¿Me dejarías pasar? —sonrió, con sus cabellos castaños pegados a su frente por culpa de la lluvia.

—Espera —Bella corrió escaleras abajo y se dirigió a la puerta principal sin siquiera ser capaz de procesar las cosas.

Ian también se dirigió hasta allí, para encontrarse con ella y al estar cara a cara, no sabía si era correcto acercarse. Pero toda duda se disipó al sentir los brazos de Bella alrededor de su cuello, y sus manos no tardaron mucho en rodear su pequeña cintura, fundiéndose en un emotivo abrazo.

En ese momento él supo que sería lo que ella quería que fuera, sería un amigo, un hermano, un protector. Bella podría pedírselo y él no se negaría.

Con temor de que ella se enfermara, la alzó sin de deshacer el abrazó y la llevó hasta el interior de la casa.

—Debes secarte o te resfriaras —se separó levemente, y una de sus manos viajó hasta su mejilla.

—¿Dónde has estado todo esté tiempo? —Bella colocó ambas manos sobre el pecho del chico—. Creí que te irías de mi lado, como todos...

—Yo no soy todos, y prometí siempre estar ahí —sonrió, acomodando los mechones rebeldes de la castaña detrás de su oreja—. Yo pensé que tal vez tú ya no querías saber nada de un hombre peludo —bromeó.

Ella negó, igual sonriendo.

—Al principio tenía miedo, pero por qué fue algo repentino —su corazón latía con locura dentro de su pecho, y Ian lo había notado—. No me tomó mucho entender que tal vez eso era lo mismo que le había pasado a Jacob, entonces volví a tener miedo, pero no por que los considerará monstruos, si no porque tu te alejaras igual que lo hizo él.

—Jamás —acunó su pálido rostro entre sus manos—. Lo recuerdas, te dije que estaría ahí si así lo querías.

—Sí —la fémina no pudo contener las lágrimas que se escaparon de sus ojos.

El moreno la envolvió entre sus brazos una vez más antes de apartarse por completo.

—Tengo que irme.

—Quédate.

—¿Puedo?

—Sí.


𝐖𝐈𝐓𝐇𝐎𝐔𝐓 𝐌𝐄, bella swanOnde histórias criam vida. Descubra agora