DE CANADÁ A ITALIA.

298 27 7
                                    

—¡No puede ser! Estamos casi a mediados de mayo y todavía hace un frío tremendo —le dije a Vera mientras desayunábamos en la cocina del pequeño apartamento que compartíamos.

—Piensa que solo nos quedan tres días aquí, y luego estaremos rodeadas de italianos buenorros y bronceados. Los chicos de aquí son guapos, pero parecen primos de Casper de lo pálidos que están.

—Tú no cambias. Siempre pensando en los chicos.

—¡Solo si están buenos! ¿Crees que en Italia encontraremos a nuestro "Dios Griego"?

—Sí, mujer, allí estarán "Ares, Apolo y Artemis Hidalgo" dispuestos a luchar por tu amor.

—¡Eres una boba! ¡Ojalá te enamores!

—Vera, no me agobies. El amor lo venden por Amazon. ¡Puedo comprar uno a buen precio, sin gastos de envío y con devolución por si viene defectuoso! —dije riéndome a carcajadas.

—¡Cómo me voy a reír cuando encuentres a un "Dios Griego" o mejor dicho, a un "Dios Italiano"!

Después de desayunar, comenzamos a meter nuestras cosas en cajas para que, cuando llegara el mensajero, pudiéramos enviarlas a Italia. Empecé por guardar mis libros, fotografías, peluches, cojines...

Unas horas más tarde, ya teníamos toda la casa recogida y nuestras cosas guardadas. Como ya era tarde, decidimos ducharnos y salir a comer por la ciudad para despedirnos de los amigos que habíamos hecho.

Las pocas horas que nos quedaban en Canadá se nos pasaron volando.

En el avión ya íbamos rumbo a nuestro nuevo destino, nuevo hogar y nuevas experiencias, nos quedaban más de 10 horas de vuelo para recorrer los casi 7.200 kilómetros hasta Italia.

Vera pasó todo el viaje dormida. Esta chica puede dormir en cualquier sitio; creo que hasta podría quedarse dormida de pie. Yo me entretenía jugando con el móvil y viendo la película de Disney que pusieron para los pasajeros.

Finalmente, llegamos al aeropuerto Fiumicino, también conocido como aeropuerto Leonardo Da Vinci. Recogimos las maletas y nos dirigimos a la salida para buscar un taxi. 45 minutos después, estábamos frente a nuestra nueva casa, nuestro nuevo hogar.

El departamento no era muy grande, pero sí muy bonito y acogedor. Tenía dos habitaciones con baño privado y un aseo para invitados, una cocina bastante grande junto al salón y un balcón muy coqueto.

—¡Vera, me encanta esto! —exclamé mientras explorábamos el apartamento.

—¡Es perfecto! —respondió ella con una sonrisa de oreja a oreja.

Ambas estábamos emocionadas por empezar esta nueva etapa en Italia. El departamento nos pareció el lugar ideal para comenzar nuestras aventuras en este país lleno de historia, cultura y, según Vera, chicos bronceados y atractivos.

—Bueno, al menos tenemos un buen punto de partida —dije mientras nos acomodábamos en el sofá del salón.

—Sí, y ahora solo queda adaptarnos y disfrutar. ¿Crees que nos acostumbraremos rápido? —preguntó Vera.

—Seguro que sí. Con tu habilidad para hacer amigos y mi capacidad para encontrar los mejores lugares de comida, estaremos perfectamente integradas en poco tiempo —respondí con confianza.

—¡Entonces, a deshacer las maletas y a empezar nuestra nueva vida! —dijo Vera con entusiasmo.

Con una sonrisa, nos pusimos manos a la obra, sabiendo que este era solo el comienzo de una aventura que nos llevaría a lugares y experiencias increíbles en nuestro nuevo hogar en Italia.

DESTINO O CASUALIDADWhere stories live. Discover now