Ilusión

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En cuanto David me dejó en mi casa y nos despedimos me puse a trabajar en los rollos. Dándome un espacio para vestirme y ducharme. Mirando mi reflejo en el espejo del pasillo.
Estaba feliz, sonriente, aunque me esperaba un largo día no me importaba, no podía desaparecer el rubor de mi rostro, los suspiros que se escapaban de mi boca, y revivir los recuerdos una y otra y otra vez.

Quería abrazar a David de nuevo. Quería quedarme sobre su pecho y poder tocar sus mechones rojizos. Quería escuchar latir su corazón y que me hablara con ese acento suyo.

Me dejé el cabello suelto después de la secadora, haciendo un par de trenzas delgadas en los mechones de enfrente, maquillando mis ojos con rimel, mascara y labial rojo. Haciendo lo posible aquí y allá para verme bien. ¿Hacia tanto que no me maquillaba pensando en sorprender a alguien?. Era la primera vez ya hacía bastantes años. Era la primera vez que me entusiasmaba por algo nuevo, por una persona, no solo por el clima y el trabajo. Ahora me importaba alguien más.

—Estás enamorada— susurré frente al espejo a modo de broma. Me miré. Realmente lo estaba.

Pero bueno, ¿quién no lo estaría?, David era, agradable, caballeroso, divertido y atento. Tenía demasiadas cualidades y talentos ocultos.

—Deja de sonreír como boba— rodé los ojos con una risita. Sacando la polaraid de mi mochila, había tomado dos fotografías más de David sobre su cama.

David, ese hombre me estaba matando.

Una hora más tarde había llegado al estudio, las personas llegaban con café en mano, subiendo al piso de oficina, las recepcionistas me saludaron cordialmente, mientras me dirigía a la habitación oscura del estudio para terminar de liberar las fot...

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Una hora más tarde había llegado al estudio, las personas llegaban con café en mano, subiendo al piso de oficina, las recepcionistas me saludaron cordialmente, mientras me dirigía a la habitación oscura del estudio para terminar de liberar las fotografías. Iba rápidamente allá, sintiéndome aliviada que fuera tan temprano, pero justo cuando estaba por entrar, la puerta de al lado de abrió. La puerta de la oficina de John.

—Así que estás viva— casi gritó con ironía —Vaya, al menos no tendré que ir a la policía— se cruzó de brazos con la ceja levantada, me apresuré a darle una explicación

—Iba a llamarte, es solo que llegué tarde a casa, me entretuve con cosas y...—

—¿Sabes lo preocupados que estábamos? Paul quería ir a tu casa a mitad de la noche— puso ambas manos en su cintura, como madre histérica —¿Donde estuviste?—

—Compras, ya sabes, y me perdí un rato en... Oxford— mentí ordenando las miles de excusas que se formaban en mi mente

—¿Oxford? ¿Por qué has ido tan lejos sin avisarme?—

—Fue un error, sabes que amo la cuidad, quise hacer fotografías— hice un puchero —Por favor perdóname—

—Bien— rodó los ojos. Yo corrí a sus brazos —Está bien, te perdono por ésta vez, pero hay trabajo que hacer, ¿de acuerdo? No vas a escaparte de mi ésta vez, tenemos que prepararnos para la sesión de hoy y no nos pusimos de acuerdo, así que, te daré una carpeta—

As The World Falls Down Where stories live. Discover now