Una mamá desastrosa

10 3 0
                                    

Ya mi hija por fin duerme, después de un día entero rindiendo como si el mundo se fuera acabar al otro día. Al fin puedo acostarme un rato para dormir, no sin antes contarle una historia pequeña y su canción de cuna de todos los días.

Me acuesto plácidamente a dormir y puedo sentir cómo mi cuerpo astral sale del físico, me veo descansando plácidamente y me voy a vagar por los cielos. Y aunque no puedo sentir nada, sí veo las nubes acariciando mi cara y el mundo magnífico desde lo más alto.

Veo unas luces muy llamativas y me acerco, estoy frente a un rascacielos, repleto de personas, lleno como jamás había visto. Tantas almas, unas felices y otras no tanto. Yo busco una inconforme, una mujer preferiblemente joven, que no valore su vida, para yo disfrutarla por ella. 

Diviso desde lo lejos a una desesperada buscando alguna cosa. Me acerco al apartamento y la veo como loca siguiendo el llanto de un bebé, el niño se escuchaba de lejos, la madre buscaba entre un reguero increíble al pequeño. Estaban miles de aparatos encendidos, ropas, zapatos, prendas de todo tipo, hasta platos y vasos sucios en el piso, en todas partes. ¡Que desastre!

Sigo a la joven y cuanto más lo hago más me sorprendo, especialmente cuando veo que al fin encuentra al bebé, lo había dejado entre la ropa sucia, en una canasta. Ella lo toma y se disculpa, lo besa todo el tiempo y comienza a brincarlo, creyendo que así se callaría, pues el pequeño está casi esmorecido de tanto llorar. Ella nada más hace “chu, chu, chu” y casi lo hace brincar, está desesperada, pero lejos de que el niño se calle, llora cada vez más alto.

No puedo escuchar el llanto, casi me voy cuando mirando para atrás, me da lástima con ambos, ella casi llorando con él, pues no sabe qué hacer ante la situación, y el angelito dando gritos sin consuelo. Entonces, me meto en su cuerpo.

Al hacerlo, me tengo que echar para atrás, pues sus gritos me daban en el oído. Lo primero que hago es pararme, sí, ello lo brincaba mucho. El bebé sigue llorando, entonces lo llevo a su cuartico, que apestaba debo decir, y además estaba regado y sucio. Y lo pongo en la cuna, lo desvisto para ver si tiene alguna picadura o algunas cosas. Y bueno, estaba completamente sucio, pobre. Busco pañales y no encuentro, busco cremas y tampoco, ¿Un talco quizás? Nada. Pero esta pobre madre, ¿En qué pensaba? 

El bebé no era macho, era una bebita muy hermosa, la desvisto por completo, y la envuelta en una sabanita, me la llevo para el baño y allí le preparo una bañera tibia, la baño y la dejo así mismo desnudita en una colcha, pues necesito al menos talco para las peladas que tenía.

Después le preparo leche, pero no quiere beber, entonces la examino en su estómago, y lo tiene algo inflado, quizás son cólicos. Busco una toalla y le paso la plancha, y se la pongo en el estómago, eso alivia un poco los gases. Después le preparo un té de anís y se lo doy. La pequeña no deja de llorar. Comienzo a mecerla apoyada  en mi hombro, y dándole palmaditas en la espalda, y por fortuna, poco a poco la niña deja se calma y se queda plácidamente dormida. Yves cuando puedo tomarme un respiro y comienzo a recorrer el apartamento. Está regado y sucio, pero está de lujo. Todo me parece inmenso y de confort, y sólo necesita ser limpiado y ordenado. Pero esta mujer está muy cansada, no de trabajar, ni siquiera de cuidar a la bebita, sino de las preocupaciones. Está tan estresada y preocupada, que no deja de pensar en cómo va a resolver todos los problemas que la angustian, y en vez de centrarse en un problema a la vez, se la pasa haciendo cosas inútiles.

Yo para resolver mis problemas suelo hacer una lista de ellos, intento resolver primero los más fáciles y luego me enfoco en los más difíciles. Los más fáciles serían aquellos que más recursos y vías tengo para resolverlos y los difíciles, pues lo contrario. Y así lo hice en mi nueva vida.

La joven tenía una hipoteca que pagar, tenía a su bebé de tres meses de nacida, estaba de licencia pero preocupada de quedarse sin trabajo, se veía a sí misma gorda y  desfigurada, cuando no era así. Quizás no tenía el peso que acostumbraba pero eso pasaría. En fin, hice una lista y me acosté a dormir, hasta que la pequeña me despertó, como tenía su propio cuarto, pero la casa era muy grande, la tomé y poniéndola en un cesto la puse a dormir en mi propia cama, si total, nadie me acompañaba.

Al día siguiente, la beba aún dormía, pero me levanté a pesar de que mi vagancia me alentaba a seguir durmiendo. Si fuera esta mamá desastrosa, quizás hubiera seguido en la cama, pero yo quería arreglar mi nueva vida, así que manos a la obra.

Busqué café para despertarme y darme energía y lo primero que hice fue recorrer todo el apartamento. Era una casa enorme en un rascacielos, por más puertas que abría parecía que no iba a acabarse.  Había un solo cuarto de ropa, pero que nadie se imagine un closet bello con sus zapateras, no, nada de eso. Era ropa regada por todas partes, con o sin percheros, en el piso, en muebles, era como si llegara con la ropa nueva  y lo tirara en un sofá. Esta joven, le encantaba comprar, pero parece que por el placer de hacerlo.

Fue cuando se me ocurrió llamar a una amistad y proponerle una venta de garaje, sí, vendería nuevamente toda esa ropa mucho más barata y no sólo “la percha”, había una hipoteca que pagar, así que lo vendería casi todo.

Fui cuarto por cuarto, a la cocina, comedor, y ni hablar del sótano, lleno hasta el tope de cosas, podía abrir una tienda si quería. Y eso hice, más o menos, pero en el garaje de mi amiga. Tuve que alquilar un camión, para trasladarlo todo.

La bebita se despertó como a las 10:00am, le di un biberón de leche que se tomó como una tragona. La había tenido que cambiar varias veces porque no tenía desechables, y además, estaba pelada. Le busqué ropa nueva, y la acomodé para jugar.

Que belleza de bebé, tenía ojos azules, apenas si tenía pelo porque era muy pequeñita, pero tan linda. Ya estaba engordando y estaba “para comérsela”. Como casi toda la ropa estaba sucia y le faltaban muchas cosas, hice varias compras por Internet, con servicio a domicilio incluido. Encargué pañales desechables, desitín  para las quemaduras, talco y más te de anís para los cólicos.

Por la tarde de ese día, ya lo tenía todo acomodado, y al día siguiente, se lo llevaron todo. Pasaron quince días y todo se fue vendiendo, o casi todo. Nada más con la ropa cara que vendí más barata, pude pagar la mitad de las deudas, y a medida que recuperaba dinero, podía pagar a un equipo de limpieza para ese enorme apartamento, mientras yo me ocupaba de acomodarlo bien, dejando sólo lo indispensable para resolver la crisis económica que enfrentaba y ocuparme de la bebé.  Quien disfrutaba cada vez que podía.
Con la bebita jugaba tirada en el piso, en la cama. La bañaba con espuma, y la entalcaba. Le tiraba fotos, le cogí un cariño como si fuera mía. La vestía como a una muñeca y así pasaron los días. A medida que se iban resolviendo los problemas, mi cuerpo se relajaba un poco más, y su verdadero espíritu una vez más fuerte, comenzaba a reclamarlo.

Tenía que recuperar el antiguo cuerpo, delgado y esbelto, por lo que bajaron en coche con mi bebita y me ponía a correr junto con ella, quien le encantaba el paseo. En la noche, ya podía disfrutar de un apartamento limpio, organizado y acogedor. Más vacío también, pues había vendido casi todo, pero con todas esas cosas, se fueron las preocupaciones y muchísimo problemas económicos.

Esa vida no estaba tan mala ¿Eh?, esa joven tenía todos los recursos para tener una vida maravillosa. Pero estaba tan confundida que no sabía cómo vivirla. Podía disfrutar de una hija bella y sana, pero en vez de eso,  dejaba que los defectos o las desventajas ( las malas noches, los pañales sucios, el trabajo de cuidarla, alimentarla, etc) pesaran más que la belleza de tenerla (no hay amor más placentero que el de amar a los hijos) su risa, su amor, su inocencia, su belleza, o simplemente el amor que te ofrecen, compensa todo el trabajo que pudieran dar.

Si esta joven tenía todos esos problemas que tanto la estresaban, era por el mal manejo de sus decisiones. ¿Para qué necesitaba un cuarto lleno de ropa que jamás usaba? De hecho, se había endeudado de esa manera, por gastar mucho más dinero del que realmente podía.
Y aprendiendo todo esto, salí de su cuerpo que yacía junto a su hija ya dormida y elevándome hacia las nubes, me  introduje en el mío.

Sueño AstralWhere stories live. Discover now