Capítulo 1~ La chillona

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-Pues descanse en su casa o sacaré su sexy trasero de mi clase, alumno Park—contestó molesta—

-Vale, vale—me acomodé—Descansaré mi sexy trasero en la silla—Sonreí. La maestra se dio vuelta empezó la clase. Como siempre empezó con sus aburridos discursos de ética y moral… algunas experiencias suyas… me pregunto ¿a quién mierda le importa su vida? Bueno, tampoco es que esté interesado en aprender los temas.

El receso llegó, ¡Genial ya era hora! Es mejor que mueva mi sexy trasero de aquí. Salí del aula. ¿Qué diablos me ocurre? Ya no hay nada que me distraiga… todo se torna aburrido.

-¡Levántalo estúpida!—se escuchó una voz en un chillido, y no era necesario que me girara para saber quién chillaba… ni más ni menos que (TN), una chica de dos grados menor que yo, caliente, sexy, pro con anda en el cerebro. Esa chica me tenía arto con sus chillidos. Peor que perra en celo.

-¡¿Cómo te atreves a mancharme con comida?! ¡y es grasa!—Chilló de nuevo. Respiré hondo y giré para observar la escena ¿Quién era su víctima el día de hoy?... una chica sumisa que al parecer se le había caído una hamburguesa justo en la blusa de la chillona, quien mirada horrorizada a su pequeña blusa y maltrataba verbalmente a la culpable. Todas la rodeaban, todo su equipo de porristas, quiénes eran prácticamente su rabo; ella era su ídolo de muchas chicas debido a su polaridad… pero a mí me tiene cabreado y arto. ¡Maldición1 ¡¿No pudieron darle más cerebro a esa chica?! ¡Maldita perra!-

Me giré y empecé a alejarme del tumulto, era mejor estar lejos que seguir aguantando los chillidos de la hijita de perra.

El receso pasó rápido, bueno hoy había decido darme un descanso de la banda y no encontrarme con ellos al receso. Después de todo no era la primera vez que no seguía las reglas. El timbre que indicaba que las tormentosas clases empezaron de nuevo.

-Disculpa—se escuchó una voz tímida a mis espaldas. Giré y me encontré con la misma chica que a inicio del receso la chica chillidos estaba avergonzando públicamente—Esto es para ti—extendió sus manos con un sobre, que parecía ser una carta, en sus manos—

Extendí mis manos y la observé—Gracias—Contesté. Ella se encogió de hombros y se disponía a marcharse—Espera—le dije. Ella se sonrojo y me observó un poco ansiosa… sabía lo que contenía la carta, una confesión… me habían dado muchas ya. Pero la pregunta es ¿Por qué soy al único de la banda que no le tiene excesivo miedo? Si lo tuvieran no andarían entregándome cartas en persona.

-Dime—susurró temblorosa—

-Nada—sonreí coqueto—solo me preguntaba ¿Por qué no me tiene miedo? ¿Es por mi trasero sexy?—dije en modo de broma—

Ella sonrió tímida—Es que… tú siempre andas haciendo bromas—sonrió mordiéndose el labio—no eres como lo demás… ellos te miran y te hacen temblar—

-¿Yo no hago temblar?—suspiré en decepción-- ¿Debe ser porque soy muy guapo como para pasar por desapercibido?... nadie puede evitar no mirarme—le guiñé coqueto haciéndola juntar sus manos y bajar su rostro viéndola sonrojarse aún más— Bueno gracias nena—sonreí volviéndole a guiñar. Ella asintió y dio la espalda—ahh… y no le hagas acaso a la chillidos de camioneta vieja—dije refriéndome a (TN)—si yo fuera tú, le hubiese lanzado la hamburguesa entera y también un poco de leche—completé sonriendo y dándole la espalda para marcharme.

Definitivamente no entraría a clases, no quería terminar dormido en clases con esa vieja de Cálculo.

Sujeté el papel que me había dado la chica tímida de hoy, sin interés lo abrí… tal y como lo había supuesto... Bueno, al menos me entretendré un rato. Empecé a Leer—

“Hola… mi nombre es Jenny… o me puedes llamar Jen… no sé cómo decírtelo pero trataré de no aburriste. Me gustas Jimin, me gustas mucho. Cada vez que te veo me sonrojo mucho y mi corazón late con fuerza. Ya llevo meses decidiendo si debo confesarme o no”

Dejé de leer… ya nada me parece divertido, todas las chicas escriben lo mismo. Arrugué el papel y lo lancé hasta el basurero que estaba aproximadamente a dos metros.

Escuché pasos… ¡Mierda! ¡El rector! ¡Maldita sea! ¡Mil veces maldita sea! ¡Pateará mi sexy trasero!

Empecé a correr en dirección opuesta---

-¡¿Quién anda ahí?! – la voz del viejo rector. Eché a correr de prisa. ¿Dónde me escondo? ¡Joder!. Los paso se acercaban hasta que vi mi salvación. La ducha de las porristas. Corrí y sin pensarlo dos veces ingresé cerrando la puerta de inmediato.  Era más que obvio que no había nadie… en realidad no era obvio, pero era mi única salvación y por suerte había acertado… al menos eso parecía. Me apoyé en la puerta sintiendo mi corazón volver a su normalidad.

-¿Qué haces aquí?—Una voz chillona que lastimó mis oídos ¡Joder! ¡Cualquier menos ella!—

-¿Qué mierda te importa muñeca?—sonreí coqueto—no podía evitar no coquetearle a pesar de lo mal que me caía... Coquetear era parte de mi naturaleza. Bendecido por ser tan sexy.

Tragué saliva al verla en solo una toalla, la piel húmeda y gran parte de su cuerpo desnudo... empecé a recorrer su cuerpo con mi vista y sin poder evitar imaginarla desnuda bajo mi cuerpo.

-¿Por qué me hablas así?—Dijo altanera—de todas maneras—me observó de pies a cabeza con sonrisa de orgullo—Vete, no quiero que llenes el lugar con alguna enfermedad— Arqueé las cejas—

-No sabes quién soy ¿Verdad nena?—Mordí mi labio observando su pequeña toalla que cubría su cuerpo desnudo. Joder ¡esta chillona esta buena! Mordí mi labio emitiendo un leve gemido al llevar mis ojos a esos pechos blancos que cubrían la toalla… me estaba poniendo duro

-Claro que sé—cruzó los brazos con aire a orgullo y menosprecio—Pero no me interesas—respondió moviendo su mano en un gesto delicado—Ahora vete o gritaré—

-No me voy—Dije desafiante y tratando de no mostrar que esta chica tan estúpida no provocaba nada en mí. Joder ¡Está tan buena!—

-¡Vete!—chilló y se acercó para intentar empujarme, pero en su intento se corrió su toalla y se deslizó, cayendo al suelo. Eché un ojo a su cuerpo desnudo por un segundo, pechos blancos y bien formados, piel blanca y con gotas de agua corriendo lentamente por esta, curvas muy bien formadas y una cintura bastante pequeñas. Gemí en solo segundos.

-¡No me mires!—chilló lanzándose a mí y tapando mis ojos con sus manos, oscurecido mi visón pero haciendo que pudiera sentir su cuerpo desnudo sobre mí—

-Mierda—mordí mi labio gimiendo en su oído, sintiendo sus pechos presionarse sobre mi pecho cubierto por la delgada tela de mi playera…

War of hormoneWhere stories live. Discover now