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En la audiencia, la familia Rus, estaba asesinandonos con la mirada, y hasta con palabras.

Dua parecía disfrutar cada enojo, cada golpe del mazo del juez pidiendo orden.

El abogado contrario estaba frente a Dua, un hombre alto, rubio y serio, con aspecto duro y cruel. Su acento ruso lo delataba.

—Entonces ¿acepta que usted utilizó el cuchillo... —señaló la prueba—para terminar con la vida de Katia?

—De primero utilicé mis manos—Dua levantó ambas manos, orgullosa, como si se tratara de una obra de arte—y después si terminé con ella, pero no con esa estúpida cosa que señalan ahí.

—¿Disculpe?

—Fue con la navaja de mi padre. No con un cuchillo cualquiera.

—Según el peritaje, fue con ese cuchillo. Y la encontramos en la escena del crime con esa arma.

—Yo la maté, conozco mi arma.

El abogado se quedó callado, molesto. Luego fue hacia su mesa y se apoyó ahí.

—¿Puede explicarnos todo lo que sucedió esa noche cuando llegó a la casa de la señorita Katia?

—¿Otra vez?

—Si.

Cuando Dua comenzó a relatar lo que había sucedido, mi mente viajó al lugar como si yo lo hubiera presenciado.

—Entré a la casa en silencio, por la puerta principal, era raro porque no tenía ningún seguro pero agredecí que me dejara el camino más fácil...busqué por la casa, hasta subir las escaleras, yo estaba armada con un revólver, aunque realmente quería hacerlo con mis propias manos, y al cruzar por el pasillo escuché que esa perra—el juez le llamó la atención—Katia estaba en la ducha...abrí la puerta, entré, y la encontré mientras terminaba de colocarse la toalla en el cabello, cuando me vio intentó huir, cobardemente... corrí hacia ella, y forcejamos, ella me intentó quitar el arma, pero parecía que nadie le había enseñado tan bien... gritó pidiendo ayuda, y yo la golpeé varias veces hasta dejarla en el suelo, varios hombres de su seguridad entraron al lugar y me dispararon pero ninguno me alcanzó, y aunque ellos no eran mi objetivo tuve que terminar con todos, para ese momento Katia estaba buscando su navaja en el baño, pero se la arranqué de las manos... Estuvimos en el suelo por unos minutos, no quería matarla tan rápido, debía saborear el miedo y al final, la dejé escapar hacia las escaleras para hacerle creer que podía escapar...cuando la alcancé, forcejeamos de nuevo y ahí comencé a asfixiarla—Dua miró hacia los padres de Katia y sonrió, friamente—¿por qué la dejaron meterse conmigo?...—el juez nuevamente le pidió que continuara—la dejé respirar, la solté para que me mirara a los ojos y ahí le di la oportunidad para confesar todo, lo demás fue justicia.

—¿Tiene algo más que declarar, señorita Lipa?—le preguntó el Juez.

Dua miró hacia la audiencia.

—La familia Rus quiere vengar a su hija, pero nadie va a callar lo que hizo Katia. Si mañana me encuentran muerta, culpo a los Rus, pero para entonces, ya todos sabrán lo que ella hizo.

La sonrisa de Dua me terminó de dejar sin palabras.

that kind of woman › dua lipaWhere stories live. Discover now