Capítulo 9: ¿Y si jugamos un juego?

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CRISTAL

Corrí con una gran sonrisa en mi rostro. Necesitaba encontrar a Harry.

Eran cerca de las 9 de la mañana y se acercaba la hora del desayuno. Como siempre, llevaba una camisa negra del mismo color que mis pantalones y todo el resto de mi ropa, acompañados de una bufanda de lana. Corrí aún más rápido, para luego detenerme en seco... No sabía dónde quedaba su habitación.

-Aaarrggghhh- grité de frustración a nadie en particular. Me quedé quieta. Recordé que últimamente nadie estaba cerca para regañarme por mi comportamiento "poco apropiado"

Usualmente Anthony se burlaba de mí por cualquier ruido que saliera de mi boca, y él también era el que me acompañaba a los desayunos en las mañanas. Pero en las últimas semanas no lo había visto ni una sola vez, ni si quiera a la hora de comer.

¿Acaso le había hecho algo malo?

¿O tal vez había dicho algo que lo molestó?

Bueno, solo me quedaba buscar de puerta en puerta a mi amigo de pelo negro.

Corrí nuevamente hacia el pasillo principal y comencé a tocar puerta por puerta. Nadie estaba en sus cuartos porque ya era hora de desayunar, pero yo sabía que Harry nunca llegaba a tiempo por estar leyendo en su cuarto.

Primera puerta: nada.

Segunda puerta: nada.

Tercera puerta: Un Henry en pijamas que llega tarde para su comida favorita del día.

Cuarta puerta: nada.

Quinta puerta: Un tímido "enseguida abro"

Sonreí, ¡lo encontré! Esperé impaciente ante la puerta cerrada.

*clic* la perilla giró y en seguida se encontraba ante mí un chico vestido con una camisa manga larga negra de botones plateados, unos pantalones negros y unas converse. Con un libro en sus brazos y su pelo despeinado cayendo desordenadamente sobre sus ojos. Sonrió con bastante pereza e inclinó su cabeza hacia la derecha. Salté sobre él para darle un fuerte abrazo y luego darle un puñetazo en el brazo.

-¡Ouch!- se quejó frotándose el lugar donde le había golpeado y regalándome una mirada confundida.

-Eso es por no haberme dicho que podía teletransportarme... Y volar- le dije con falsa molestia.

En la última semana, me había dedicado a leer los libros que me había prestado Harry, uno de ellos contenía todos los poderes que era capaz de contener "El ser de la Salvación"... o sea yo. Había decidido leer con más detalle el ENCHANTHO y los demás libros, finalmente había entendido la historia y la mayoría de las explicaciones, pero no era fácil saber con exactitud qué era lo que significaban las expresiones del libro. Los nuevos libros que me habían prestado los chicos contenía muchas cosas interesante sobre mis capacidades, sobre las guerras entre las criatura y sobre los personajes importante en la vida de los Guerreros; pero sin duda mi favorito había sido el que hablaba de mis poderes. Era imposible de creer. Simplemente no podía creer la cantidad de cosas que podía hacer si me concentraba lo suficiente; cosas como flotar, moverme más rápido, atravesar paredes, mover cosas con la mente, ver a través de las paredes e incluso causar ilusiones a las demás personas, hacerlas creer cosas que no existen... Era mucho por asimilar, y aun así era increíble.

Lo único que aún no tenía claro era para qué necesitaba todo eso. El ENCHANTHO no lo expresaba con claridad, y de hecho había empezado a sospechar que le faltaban algunas páginas.

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