La llegada

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Nunca se me dio bien echar raíces por lo que no fue mayor esfuerzo dejar atrás la vida que construí en Melilla junto a Sally y tomar el siguiente vuelo hacia la ciudad de Marbella cuando la propuesta de un nuevo puesto como especialista en criminología surgió. 

Sally ha aceptado el cambio. Marbella es un buen sitio para empezar de nuevo, el clima es agradable y la ciudad un lugar pintoresco. Afortunadamente ha hecho amistad con unos niños en la pista de patinaje y pasa las tardes con ellos mientras estoy de servicio. Eso ha ayudado bastante.

"¿Cómo estás, cariño?" le mando un mensaje de texto. -Oye, baja eso. Como te vea García que estás usando el móvil en horario de trabajo, te suspende sin goce de haberes.- me ataja Greco, uno de los inspectores del cuerpo de policía con los que me ha asignado Mando. -Relajate,- lo mufo. -Ha sido solo un mensaje, no estoy ligando por tinder. Promesa.- me burlo al ver su cara.

El cuerpo de policías me ha dado una calurosa bienvenida. Todos han sido muy majos y pronto he hecho buenas migas con algunos. A Greco lo conocí la segunda semana en el cuerpo, fue trasladado desde otra comuna a principios de año. Aparenta ser un tipo bonachón, muy amable, aunque tiene algo triste en los ojos. 

-Iniciando 10 por Av. Elgía.- habla por radio. Mando le responde. -Copy. Interrogo. 20, ¿está con la patrulla?- 20 le responde. -10 4.- Mando continua. -20, asígnese al último 211 en la tienda de comestible en Av. Vigía y Mare.-. 20 responde -10 6. Estamos en un 254.-

-Copy. 40, si está en una unidad motorizada asígnese al último 211, por favor.- termina Mando. -40 aquí, entendido- responde Greco y gira el patrulla dirigiéndose a la localización de la última asignación, un robo a mano armada a 5 km de nosotros.

-Más te vale no haya sido un match,- me guiña el ojo y mira hacia el frente antes de girar y detener el patrulla frente a la tienda. Me río y bajo. Hay dos asaltantes dentro y han tomado al empleado y a dos personas de rehenes. Piden vía libre para salir y se la concedemos a cambio de soltar a dos rehenes. Cuando doy el oído de salida, me aparto de la puerta y corro hacia la patrulla. A penas suben al Dodge aparcado en la puerta, iniciamos la persecución. 

La aguja del tacómetro se mueve y el motor ruge en cuanto salimos. Greco aprieta el acelerador y estamos a 10m detrás cuando doy el aviso, pero haciendo caso omiso, los asaltantes continúan metiéndose en unas callejuelas cerca del acceso a autopista. El auto derrapa en un giro pero no perdemos visual. Los seguimos hasta el muelle donde no tienen opción más que detenerse o saltar al mar. 

La elección parecería fácil, pero no lo es. Afortunadamente, deciden bajar del auto y no oponer más resistencia. Me bajo con el arma en alto y me acerco a uno de ellos. Le pido que se aleje del vehículo con las manos detrás de la cabeza, lo esposo y lo coloco contra el patrulla mientras lo cacheo. Cuando me giro, Greco está observando toda la situación desde la distancia mientras escolta al otro detenido hasta el patrulla. Subimos y decido comunicarme con Mando para hacerle saber sobre la situación. 

-Aquí 40, 10 19. Hemos detenido a dos asaltantes que se han dado a la fuga, volvemos a base.- Mando copia y emprendemos el viaje de vuelta a comisaría. -Deben saber que tienen derecho a permanecer en silencio. Se les brindará bebida y comida y tendrán acceso a revisión médica de ser necesario. No se les concederá una llamada por ser atrapados en delito flagrante y serán inmediatamente detenidos luego de ser procesados.- me giro y los observo. -¿Lo entienden?- los sujetos asienten.

Al entrar en comisaría, Greco me deja para que los procese y sube para dar su 10 10. Me cruzo a Price camino al subsuelo y mantenemos un amigable intercambio hasta que es llamada por Mando. Mientras camina de salida, me sonríe y dice -¿Salimos por unas copas después? - a lo que asiento y le respondo, -Vale, dame tú número y te escribo cuando me desocupo.- Intercambiamos números y luego se aleja trotando hacia armería.

Cuando llegué a Marbella, mi primera asignación fue junto a Sherlyn. Muy maja, se ofreció a mostrarme la ciudad y mi camino dentro de comisaría, pero lamentablemente desde entonces no hemos tenido oportunidad de coincidir. 

Suspiro y tomo el móvil de la chaqueta. Le envío un mensaje a Sally y le deseo dulces sueños, espero su respuesta y continuo mi camino hacia cochera. Tomo una motocicleta y salgo de comisaría. 

-Aquí 40, esperando asignación.- llamo por la radio. -Copy. Miranda, baje a 50 y espere asignación junto al inspector Cano.- me responde Mando. -Entendido,- respondo y cambio de frecuencia uniéndome al inspector en su dial.

-Buenas noches, inspector. 10 20,- hablo por radio. -Buenas noches, Miranda. Estoy en Pillbox Hospital, ¿tiene vehículo?- me responde. -Saque una motocicleta, voy en camino.- le contesto.

Camino a Pillbox, me paro en la gasolinera. Decido entrar en la tienda y comprar una botella de agua pillada sin cambio para el combustible. Al salir, un chico de unos 30 y tantos sentado sobre un Cadillac junto a la tienda, me observa mientras fuma un cigarro. Asiento con la cabeza, a lo que decide acercarse. El tipo, muy bien parecido, llevaba el cabello en trenzas. Tenía la piel bronceada y las cadenas en su cuello daban la impresión de que el tipo no manejaba asuntos muy claros. 

-Eres nueva,- afirma, a lo que contesto. -Así es. Agente Sara Miranda.- me presento. -Hugo Ramírez,- me contesta con una media sonrisa. -¿En qué puedo serte de ayuda?- le respondo. El tipo me pregunta si conozco el mirador sobre la autopista cerca del Monte Chilliad. Niego con la cabeza a lo que él se ofrece a llevarme en alguna oportunidad cuando esté fuera de servicio. Le respondo que eso es muy raro últimamente y que la próxima vez que lo encuentre, le invitaré un trago. No dejo tiempo a que responda y me dirijo hacia la moto.

Al llegar a Pillbox Hospital, encuentro al inspector esperando junto al coche patrulla. No voy a mentir. Qué tipazo, madre mía. Me acerco y aparco la moto junto a él. -Buenas noches, inspector.- lo saludo. -Te tomaste tú tiempo,- me responde con una sonrisa, tirando  el cigarro al suelo. -Me he detenido por gasolina,- le respondo con otra. -Ya veo,- contesta.

-Sube, vamos a patrullar.- me dirige a lo que obedezco. Pone el coche en marcha y salimos del estacionamiento. -Iniciando 10 por Pillbox Hospital.- habla por radio a lo que Mando copia.

¿Por dónde empezar?  Ese hombre podría cortar el aire con esa barbilla. Lo conocí el primer día que llegué a Marbella. Desafortunadamente, estaba fuera de servicio y tuve la brillante idea de pedirle el número cuando estaba patrullando cerca del mirador junto al faro. De cualquier otra forma, no tengo remordimientos, pienso mientras sonrío para mí. 

Cuando lo vi al día siguiente vestido de servicio al entrar a comisaría, fue una pintura. Desde entonces, los patrullajes y asignaciones que hemos tenido en común no han sido más que amenos, qué decir al respecto. Lo cierto es que se ha quedado como un hecho anecdótico entre los dos, un buen chiste que recordar, pero un imposible en fin. Como miembros del mismo cuerpo, sería poco profesional de nosotros mantener intimidad. No porque él ostente un cargo superior, sino porque prestaría a que inconvenientes de índole personal obstruyeran nuestro trabajo. Y eso es algo que no nos podemos permitir.

Asistimos en un 254, luego del cual decido dar mi 10 10. Cano me acerca hasta comisaría y continúa con su patrullaje. 

Camino hasta armería donde dejo mi pistola, el taser y las esposas y continuo hacia el vestuario. Agarro mi chaqueta y me cambio por la ropa de calle. Cruzo a Canario en el pasillo y lo saludo antes de salir a la calle. 

Saco un cigarro del bolso y lo enciendo mientras camino hasta la cochera central junto a comisaría. Pienso en todo lo que nos trajo hasta aquí. Marbella tiene un olor especial, un aroma dulce aunque amargo en el paladar.


Marbella ViceWhere stories live. Discover now