Capítulo 14: James Rogers

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Habían pasado al rededor de algunos meses desde que abandonaron la estancia en Wakanda.

Los ahora fugitivos Steve Rogers y Natasha Romanoff intentaban adaptarse a su nueva vida.

Gracias a los movimientos que hizo el rey T'challa pudieron mantenerse muy bien ocultos.

El vientre de Natasha crecía más rápido de lo esperado, apenas y tenía tres meses de embarazo.

Aún así la rusa no dejaba de estar preocupada, si el caso se hubiera dado en otras circunstancias habría estado sumamente feliz de ello.

Pero en el caso de ser fugitivos no ayudaba mucho, no quería que sus hijos crecieran en un mundo donde los tachaban de criminales.

Pero las consecuencias ya estaban hechas, por un lado no se arrepentía de ello. Sí, su firma estaba en los dichosos acuerdos.

Pero su lealtad era únicamente de Steve Rogers, la persona que la amo sin importar nada.

Había cometido muchas cosas estúpidas en el pasado, muchas de las cuales se arrepentía hasta el día de hoy.

Pero esto. Definitivamente no.

—¿Todo bien Nat? —exclamó preocupado.

—Sí, la caminata fue eterna pero siendo sincera, necesitaba salir de ese lugar. —admitió tocando su barriguita

Había salido a comprar un par de postres al pequeño pueblo donde se momento recidian.

—¿Te gusta?—preguntó a su hija, quien tenia embarrado algo de chocolate en la cara debido al pastel —Pero el de papá sabe más rico.

—Gracias por el alago —escucho decir a su esposo.

Se permitió por un segundo cerrar los ojos y recordar aquel momento en el que quizo hacer un pastel y no lo consiguió.

—Hora de ir a casa —se levantó de la mesa y fueron directos a pagar.

Desde hace ya un par de minutos se sentía extraña, como si alguien no le quitara la mirada de encima. Tomó a su pequeña y salieron del establecimiento.

—¿Tu también lo sientes?—preguntó el rubio mirando hacia todas direcciones.

—Sí —respondió con preocupación —Hay que apurarse, debemos salir de aquí pronto. —le había dicho, su hija al igual que ellos se notaba inquieta.

Siguieron su trayecto hacia su hogar, todo parecía en calma, la verdad es que el lugar les daba una sensación de paz.

—Te felicito, te haz adaptado muy bien a esto de ser fugitivos. —alegó Nat una vez que habían llegado a la zona segura donde tenían su casa.

—Bueno, aprendí de la mejor —había dicho el capitán, de pronto su semblante había decaído. —Lamento tener que arrastrarlas a esto, si hubieras firmado seguramente estarían en la base sin ningún peligro.

Natasha negó, tomó su mano y le regalo la más hermosa sonrisa que había visto hasta ahora.

—La decisión fue mía, y si te soy honesta. No me arrepiento de nada, prefiero pasar mis días a tu lado siendo una fugitiva a tener que estar al mando de una bola de ineptos.

—Tienes razón —comentó el rubio —Aunque no te negare que me asusta el hecho de que pueda sucederles algo.

Ambos miraron a su hija, la cual les regalo una linda sonrisa que los hizo sentirse en paz.

—Lo sé, es algo muy riesgoso para nuestros hijos el tener esta vida. Pero si nos mantenemos juntos, estaremos bien —intento ser positiva. —De cualquier manera, tenemos la ayuda de Tony y el rey de Wakanda por si las cosas se salen de control.

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