capítulo 25: acuerdo de paz

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—¿Qué?

—Si no convences a Meyer de que me deje aquí un mes más no verás un solo centavo del que tomé.

Vita rápidamente se dio la vuelta de golpe, encontrándose con una furiosa Dalis.

—No me vas a estafar, te lo advierto, tú también tienes las de perder.

—¿Yo? Yo tengo mis días contados aquí, fácilmente puedo irme y dejarle una carta a Meyer diciéndole que le estas robando y—

La fuerte mano de Vita se cerró alrededor del cuello de Dalis quien empezó a reír.

—Ahora tú eres el que tiene las de perder, así que busca como convencerlo o yo misma me encargare de arruinar su amistad.

—Escucha, maldita zorra, esto es lo que haremos, te pintarás unas lindas lágrimas esa cara e irás a la habitación de esos dos a pedir disculpas, te tragarás tu maldito orgullo y aceptarás cualquier condición que te pongan, porque si no lo haces y te llevas mi dinero te perseguiré hasta el fin del mundo para hacer tu vida un infierno.

—Bien... pero... pero debo ganar algo de esto...

—Ganarás, tengo un plan.

La soltó de golpe.

—¿Qué planeas ahora?

—Me ensuciaré las manos por ti.

—Habla ¿Qué planeas?

—Intentaré meterme con Alessia y necesito que tú nos sorprendas.

Dalis soltó una fuerte carcajada llena de sarcasmo.

—¿Y crees que ella si quiera le va a interesar estar cerca de ti?

—No necesariamente, pero con tal de que tú veas que ella y yo estamos cerca podemos apoyarnos en eso.

—Bien, entonces yo me disculpo y tú vuélvele la vida a esa maldita un infierno.

Vita abandonó la habitación de Dalis con cuidado, observando hacia todos lados antes de correr hacia la habitación de Francia para contentarla un poco y fingir que estaba emocionado por celebrar su cumpleaños con ella.

Alessia observaba a Meyer dormir desde la puerta del baño, según Vita Meyer no controlaba sus impulsos por su culpa, eso era tonto, desde que llegó ella nunca le había fallado, Dalis fue la que decidió darle problemas, Draco fue quien mostró su interés en ella cuando ella solo le servía cervezas y a Kyan ella le daba completamente igual, sin aún entender muy bien lo que estaba sucediendo se acomodó al lado de Meyer y se estiró lo más lento posible para no incomodarlo.

—No entiendo porque estás tan molesto, Meyer y sinceramente ya no sé qué decirte para que no actúes de esa manera, te amo, te amo más que a nada ¿Acaso no es suficiente?

—Sí lo es —le respondió él sin abrir los ojos—. Si es suficiente pero... tengo miedo, de que te alejes de mí nuevamente.

Meyer se movió para acomodarla contra su pecho y darle un beso en la frente.

—No lo haré, no te mates la cabeza por eso.

—Está bien, lo siento por ser tan cavernícola.

Alessia sonrió.

—Te disculpo por hoy.

El sábado a las once de la  mañana Meyer y Alessia esperaban un tanto impacientes en el bar, Dalis había hablado con Meyer a las seis de la mañana buscando paz, prometiendo que pediría disculpas por lo que sucedió con tal de que le permitiera quedarse un poco más, Meyer acepto con la condición de que fuera público y aunque Dalis consideraba eso un acto de humillación tampoco tenía otra opción.

Cuando la chica apareció todos estaban abajo, Francia y Vita estaban asquerosamente cerca el uno del otro mientras Kyan estaba en una de las mesas junto con Robin, la mujer observó a Alessia y a Meyer, de pie junto a la barra e inhaló profundo antes de acercarse a ellos.

—Bien... acabemos con esto, Alessia, te pido disculpas por haber hecho tu estadía aquí un infierno, fui dramática y lengua larga, espero que a partir de ahora podamos llevar la fiesta en paz por el bien del negocio y del buen ambiente que hay entre todos —soltó Dalis de un golpe, casi como si lo hubiera ensayado.

Alessia la observó fijamente antes de soltar un suspiro y asentir, estiró su mano y ambas juntaron sus palmas para finalmente terminar con ese incómodo momento, soltaron sus manos y Francia, para evitar silencios incómodos, dio un paso hacia adelante sin soltar la mano de Vita.

—Bueno, como lo habíamos planeado Vita y yo nos iremos.

Todos asistieron con la cabeza antes de devolverse a sus habitaciones, Vita y Dalis intercambiaron una última mirada antes de separarse en el pasillo y en La Jaula finalmente se pudo respirar un buen ambiente, o eso creían.

El bar estaba completamente solo, las puertas cerradas con seguro y todas las puertas aparentemente cerradas, pero en su interior un frenesí de pasión estaba explotando, la terraza estaba completamente limpia, un colchón grande reposaba sobre el suelo y encima de ese colchón los cuerpos de Alessia y Meyer se movían sin ningún tipo de pudor, pero algo en Alessia estaba cambiando, una emoción nueva se estaba creando entre los dos, ya no era solo necesidad o placer, no era simple cachondez, era algo más, amor, puro y tierno amor entre ambos, no del amor que sientes por una persona que sabes que en cualquier momento va a acabar, es ese amor que deseas mantener hasta el fin de la vida, un amor apasionado, romántico y que te embelesa, que te obsesiona y te llena al mismo tiempo, estaba tan enamorada de Meyer, que si él le proponía matrimonio en ese momento ella aceptaría sin dudar.

Frente a ellos se pintaba el atardecer, naranja, con las nubes en colores morados y rosados, una fría brisa chocaba contra sus cuerpos semidesnudos apenas cubiertos por un edredón.

—Definitivamente necesito más días como estos —aseguró Alessia con una sonrisa.

—¿Echar a todos para estar a solas?

—No, estar a solas, no importa el donde —le aseguró con una sonrisa.

Meyer le brindo una suave sonrisa antes  de darle otro beso, la acomodó sobre su pecho y se deleitó con la tierna y dulce mirada de Alessia.

Ella no era igual a su hermano aunque muchos aseguraban que si lo eran, Jackson siempre se le veía con aspecto duro y no siempre sonreía y solo lo hacía cuando lo necesitaba, incluso cuando estaba con Dalis no se le veía sonreír mucho, pero Alessia siempre tenía ese bello brillo en sus ojos, siempre tenía esa expresión suave en su frente y, con seguridad podía decir que era la mujer más hermosa que había conocido.

A las diez de la noche ambos aún se encontraban sobre esa terraza, ya vestidos para no morir congelados pero muy juntos, ninguno de los dos quería entrar, ninguno de los dos quería que el día terminara, duraron tanto tiempo separados que ahora el temor de volver a ser separados los invadía, Meyer temía que el padre de Alessia llegara en cualquier momento a llevarse a su hija y Alessia temía que su vida volviera a correr riesgo, pero ambos apartaron esos pensamientos casi al mismo tiempo y se observaban fijamente, era el día más feliz de ambos.

Un extraño ruido se escucha y los sentidos de Meyer rápidamente se activan, alguien estaba forzando la entrada, se colocó de pie a toda prisa y asomó su cabeza al borde de la terraza pero se vio obligado a retroceder, una piedra pasó por su lado y estuvo a punto de golpear a Alessia, quien por suerte logró moverse.

Meyer no lo pensó dos veces, agarró la mano de Alessia y bajaron juntos corriendo, inmediatamente llegaron a la puerta el ruido desapareció, abrió la puerta con furia y salió del lugar.

en las manos de Meyer KingOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz