¡Algo grande!

2.5K 190 35
                                    

Caminaba por los pasillos de la preparatoria, con mi carpeta en la mano derecha y un par de marcadores para pizarrón en la izquierda, uno de mis libros bajo el brazo y mi bolso colgado firmemente de mi hombro izquierdo. Escuchaba los murmullos de los estudiantes, y como, de vez en cuando, alguno de ellos me saludaba con entusiasmo al verme trasladarme de un grupo a otro, cumpliendo con mis horas laborales.

Amaba mi trabajo, realmente lo disfrutaba y sabía firmemente que no me había equivocado al elegir aquella labor como mi carrera profesional.

Antes de Michael habría asegurado que me dedicaría a la docencia hasta que se llegara la hora de mi jubilación, sin embargo, ahora sabía que mi vida como profesora tenía los días contados, así que me limitaba a disfrutar aquel tiempo todo cuanto podía. Me causaba nostalgia sí, pero estaba completamente segura de que dejar esto no sería nada en comparación con lo que ganaría teniéndolo a él a mi lado, al fin.

Me había apresurado a llegar a la sala de maestros, en ese entonces no habrían pasado más de dos semanas desde que había vuelto de mi viaje al 2009, desde que había dejado de ver a Michael. Abrí la puerta apoyada de mi hombro derecho y una vez estuve dentro dejé mi montón de cosas sobre la larga mesa de madera que se encontraba al centro.

-       ¿Ya acabaste? – murmuró aquella conocida voz, haciéndome estremecer.

-       ¡Ay Dios! ¡Me asustó! – giré sobre mis talones para encontrarme con su rostro.

Soltó una carcajada apenas me escuchó decir aquello.

-       ¡Así tendrás la conciencia! – sonrió ampliamente, mostrando su dentadura.

No pude evitar sonreír también.

-       Claro que no – me quejé.

-       ¿Ya te vas a tu casa? – retomó el tema que había sido interrumpido por mi exclamación.

-       Ya, solo vine a dejar esto aquí – señalé la carpeta con la mirada.

-       ¡Quien fuera tú, Helena! – se encogió de hombros.

Solté unas risitas y me le quedé mirando fijo unos instantes.

El maestro Matías.

A pesar de todo, seguía siendo importante, y estuve segura de que siempre lo sería, no en el aspecto romántico que yo había pensado en el pasado, sino de otro modo, uno diferente, uno en el que nadie más estaba, simplemente tenía la idea de que él era especial.

-       Maestro… – murmuré antes de decidirme a salir de aquella habitación.

-       Mande – frunció el ceño.

-       ¿Usted sabe dónde vive Michael Jackson? –

Se rió sonoramente, sin embargo, pareció estar analizando lo que me respondería.

Le preguntaba aquello porque sabía que él también era un admirador del trabajo de Michael, y como yo no perdía la esperanza de encontrarlo pronto, agotaba todas y cada una de las posibilidades que tuviera, así parecieran absurdas, tontas y ridículas.

-       Es que yo… escuché que había comprado una mansión que llamó “Wonderland” – proseguí.

Hizo una mueca justo antes de responder.

-       Escuché lo mismo – asintió - ¿Vas a ir a buscarlo o qué, loca? – sonrió con un aire de picardía.

Y si, la respuesta que preferí callar era un sí.

El pasado es historia [Michael Jackson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora