10. Mi Madre

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— ¡Expelliarmus!- Gritó aquella mujer. Hermione esquivó con habilidad el ataque, apartándose de su lado y formulando el mismo encantamiento hacia Astoria, quien también lo esquivó.- ¡Bombarda!

— ¡Protego!

Todo aquello ocurría demasiado deprisa. Los hechizos volaban en aquella habitación y pese a la clara ventaja inicial que Hermione poseía, poco a poco iba perdiendo terreno. El embarazo le estaba cobrando factura, exigiendo de su magia para poder traspasarla a sus hermanos. Por si eso fuera poco, los encantamientos protectores de la bruja siempre eran grandes, abarcando el máximo espacio posible para asegurarse de que su hijo Scorpius quedase dentro de ellos y no pudiese ser dañado de nuevo por aquella mujer. Él no se veía capaz de moverse, demasiados pensamientos le inundaban en ese momento. Su sentido de la autoconservación le pedía que corriera, el niño herido de su corazón quería acercarse a aquella mujer y conocer sus motivos para marcharse, para huir, para haberle abandonado cuando él no era nada más que un inocente bebé.

— ¡Agh!

Ese grito le sacó de nuevo de sus cavilaciones. Levantó la cabeza, sin ser consciente de en qué momento había bajado la mirada y pudo ver una sonrisa de satisfacción en el rostro de la desconocida. Torció su cabeza hacia Hermione quien estaba más cerca de él de lo que había estado la última vez, todo lo echada hacia delante que su vientre abultado le permitía. Scorpius creyó ver un líquido rojo descender de sus brazos.

— ¿Un último deseo asquerosa sangre sucia?- preguntó Astoria, con una sonrisa en los labios y la punta de su varita apuntando directamente a ella. Hermione intentó reincorporarse, pero no se sintió con fuerzas. Trató de apartarse, pero no fue capaz. Quiso pedirle a Scorpius que se fuera para que ella no le hiciera daño, pero ninguna palabra salió de su boca. Quiso disculparse con los dos pequeños que llevaba en su interior, pero no fue capaz de expresar nada. La sonrisa triunfal de Astoria se hizo más grande y entre susurros comenzó su próximo hechizo hasta que una potente energía la tiró hacia atrás. Hermione levantó la vista, sorprendida de no haber sido ella la receptora del ataque y se encontró con Scorpius frente a ella, sirviendo de escudo y con varita en mano, temblando ligeramente.

— ¡No te atrevas a atacar a mi madre, maldita bruja!- gritó antes de lanzar un nuevo encantamiento hacia la mujer que se encontraba en el suelo. Un tercer hechizo sucedió a ese, y un cuarto, y un quinto. La mujer trató de defenderse, pero no fue capaz de actuar antes de recibir el siguiente impacto y en un momento, perdió su varita en el suelo de la habitación. Hermione trató de incorporarse y detenerlo, antes de que algo de lo que pudiera arrepentirse ocurriera, pero no fue capaz. Continuó encantando y empujando a la mujer hasta que la arrastró hasta la puerta de la mansión- ¡No te quiero volver a ver cerca de ella! ¡Si vuelves a amenazarla te mataré, no me importa quién seas! ¡Vete de esta casa! ¡Vete ahora antes de que te mate por lo que has estado a punto de hacer! ¡Fuera! ¡Vete de aquí!

Astoria se arrastró un par de metros por el suelo, tratando de tomar de nuevo su varita y defenderse, pero un nuevo hechizo la separó aún más de su objetivo. Hermione se sostenía a sí misma contra una pared, sujetando su varita y su estómago al tiempo que gruñía un largo que pareció más animal que humano. La bruja, inteligente como siempre, desapareció de la habitación. Hermione se dejó resbalar lentamente, respirando con pesadez e intentando relajar su respiración. Scorpius se quedó quieto en su lugar un momento y volvió la cabeza a mirarla con rapidez en cuanto escuchó el golpe de su cuerpo contra el suelo, asustado de un posible desmayo. Hermione tenía los ojos cerrados, la cabeza echada hacia atrás y la espalda recargada en la pared. Sus piernas estaban estiradas, sus manos sobre su estómago y la respiración pesada. Aún había sangre en su rostro y en sus extremidades y Scorpius supo que debía correr hacia el botiquín que tenían, siempre lleno de pociones para cualquier eventualidad. Cuando reparó en sus propias acciones, se vió abrazando a Hermione.

— Perdón- susurró contra su cuello. Ella rodeó amablemente su cuerpo con sus brazos y comenzó a acariciar su cabello de la misma forma que hacía cuando era pequeño y estaba asustado. De la misma forma que había hecho cuando lloraba diciendo que no quería que ella se fuera de su vida como hizo Astoria. De la misma forma que hizo cuando entre lágrimas, confesó que extrañaba a su madre, aunque no la hubiese conocido realmente. Lejos de tranquilizarle, hizo que su llanto se volviese más agresivo.- Lo siento mamá, lo siento mucho... Ella pudo... Y tú estabas... Y yo solo...

— Ya está, calma corazón, cálmate- pidió entre susurros, acunándolo entre sus brazos. Scorpius se dejó deshacer, sintiéndose seguro ahí y su llanto comenzó a reducirse a un constante hipido.- Todo ha pasado, estás bien, estás conmigo... No dejaré que nadie te haga daño, te lo prometo. Mi niño...

— Lo siento mucho mamá- volvió a sollozar, sin tener el valor de levantar su cabeza.- Ella podía haberte matado. A ti y a mis hermanos. Iba a hacerlo, lo ví en su cara, quería hacerlo. Y yo solo... Yo solo estaba...

— Asustado, igual que ahora- contestó Hermione con una sonrisa, levantando su rostro para poder mirar sus ojos. Con suavidad peinó sus cabellos.- Y te repusiste a ese miedo para defendernos. Fuiste muy valiente Scorpius, estoy orgullosa de ti.

— Dejé que te lastimara.

— No fue tu culpa mi niño, fui yo quien se interpuso. Y lo volvería a hacer- confesó ella con una sonrisa triste. Scorpius negó con la cabeza, sin querer volver a imaginarse la situación.- Sí corazón, lo volvería a hacer una y mil veces más si con eso te mantengo conmigo y a salvo.

— No dejaré que esa mujer se vuelva a acerca a ti- prometió él, mirando a sus ojos. Hermione sonrió al verlo tan lleno de determinación. Esa era una expresión demasiado parecida a la de su padre como para no hacerlo.- No volverá a hacerte daño. Ni a ti, ni a papá, ni a ninguno de mis hermanos. Te lo prometo.

— Soy yo quien debería prometerte eso- rió ella, viendo en su cabeza todavía al niño de cinco años que se reía y la llamaba Hermione.- Aún soy perfectamente capaz de protegernos.

— Y yo soy capaz de protegerte a ti- contraatacó él, cruzando sus brazos y ladeando su cabeza. Aquel era un gesto tan parecido al de ella que sintió encoger su corazón, pues nunca antes había reparado en ello.- Ya estoy mayor, ahora yo puedo protegerte mamá. Y no voy a dejar que esa loca aprovechada vuelva a acercarse para intentar herir a mi madre.

— ¿Y estás mayor también para ayudarme a curarme y a recoger antes de que tu padre y Antares regresen de buscar al enano?- preguntó ella divertida, intentando reincorporarse sola sin lograrlo. Scorpius pasó su brazo por su cintura y el de ella por encima de sus hombros.- Como vuelvan y encuentren todo esto así a tu padre le va a dar algo.

Scorpius sonrió ante esa posibilidad. Era consciente del ataque de ira que su padre tendría al saber que Astoria había reaparecido en la casa dieciséis años después de su marcha para reclamar a su hijo. Estaría más furioso aún al saber que había atacado a Hermione. Todavía más al saber que esta había peleado hasta el agotamiento a pesar de su condición, a pesar de todas las advertencias de los médicos. Posiblemente nadaría en un mar de ira y ansiedad al descubrir que se había limitado a curarse las heridas más superficiales, sin saber si había o no daños más profundos e internos.

— No- contestó Scorpius, cambiando el rumbo que seguía su madre de las escaleras hacia la chimenea.- Estoy mayor para llevarte a San Mungo y dejar que los medimagos de ahí te revisen a fondo a ti y a mis hermanos.

— Estamos bien.

— Será mejor tener una segunda opinión médica, ¿no crees? Mejor prevenir.

— Suenas como tu padre-rió ella.- Estoy bien.

— Sueno como mi madre- corrigió él con una sonrisa.- Suelen decir que somos igual de cabezones.

— Nota —

Y fin... Ha llegado el final casi sin notarlo, pero quisiera agradecerles por haber leído toda esta historia, realmente significa mucho para mí, y no hablar de las hermosas personas que han dejado sus votos, comentarios y/o que la han agregado a sus listas de lectura. Espero que la hayáis disfrutado tanto como yo al escribirla, y a continuación os dejo ese mini capítulo prometido con todas las curiosidades y extras.

Mi hijoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora