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—El príncipe de Gales tuvo la amabilidad de invitarme a pescar —Diana Spencer hablaba a la par que cortaba un trozo de su cena con una sonrisa—. Ojalá sea la primera vez que pesco algo más que un resfriado en Escocia.

Algunos de los presentes rieron con la inocente burla de la joven. Miré a Charles quien se encontraba incómodo en el asiento frente al mío a un lado de la princesa Margaret, sonreí de lado apenada por los posibles pensamientos que pudiera tener acerca de hacerla parte de la familia.

—Perdí la cuenta. ¿Esta es una amiga o una novia? —la reina se dirigió a Anne a mi lado cotilleando.

—Aún no lo sabe, por eso la invitó: para ver si se hunde...

—O se mantiene a flote —susurré hacia ella tomando un trago de vino. Anne asintió dándome la razón.

—Aprendí que eso no estaba bien —de nuevo la mayoría volvió a reír. La reina madre más divertida que cualquier otro, lanzándole miradas significativas a Charles—. Tampoco he tenido suerte con las armas...

La cena continuó con la misma monotonía que nos había acompañado desde que inició; Diana Spencer hablando sobre ella, encantando a casi todos los presentes con su belleza, su sencillez y la humildad que la caracterizaban. A mi parecer ella era solo una chica a la que estaban a punto de arrebatarle una de las mejores etapas de su vida. Dios misericordioso, ruega por nosotros.

Al terminar de cenar me levanté disculpándome y emprendí camino sin rumbo alguno dejándome guiar por el sentimiento de soledad que estaba comenzando a instalarse en mi pecho.

—¿Sigues viendo a esa mujer? —pregunté cuando Charles me interceptó a mitad de mi recorrido.

—¿Quién? —preguntó desinteresado.

—Ambos sabemos muy bien de quién hablo, Charles.

—¿Camilla Parker-Bowles? —preguntó con tono dudoso, como si fuera ajeno al tema.

—En efecto—asentí admirando las pinturas a mi alrededor—. ¿Es que aún la amas después de todo?

—¿Aún después de que mi familia intentara separarnos forzándola a una unión desdichada?

—Veo que a pesar de sus esfuerzos no ha funcionado.

Rió ligeramente cruzando las manos detrás de la espalda.

—¿Y bien? ¿Crees que pase la prueba? Ya sabes, la típica prueba del Balmoral.

—Parece la indicada en todo —asintió—, aún así esperaré a ver cuál es el resultado final. Mi opinión no es la que importa.

—Claro que importa —me detuve mirándolo con el ceño fruncido—. Eres tú quien se casará con ella, no ellos.

—Pero aún así yo no tengo voz ni voto en ello —negó retomando el ritmo dejándome atrás—. Tú abuela y mi abuela se han puesto de acuerdo para traerte a la boca del lobo en Escocia, ¿lo hablaron contigo? ¿Estuviste de acuerdo, o tan solo obedeciste a tu abuela entrando en el primer vuelo sin escala?

Abrí la boca para responderle, pero pronto la cerré al darme cuenta de que estaba en lo cierto y no tenía argumento alguno con el cual refutarle. Mi abuela me había pedido exclusivamente asistir al evento deportivo escocés sin explicación alguna y yo había aceptado sin rechistar en el primer instante en el que lo dijo.

La anciana me había engañado hablando sobre la corona; con el cómo mi tío Antoine no podría presentarse por unos asuntos oficiales, mucho menos mi tía Charlotte, tampoco mis padres por estar en desacuerdos nupciales ligeros según ella, mi tía Christina por ser objeto de escándalo debido a la pasada muerte de Lord Mountbatten, Lucien por estar —según ella—, en proceso de preparación de un nuevo príncipe en la familia, y ella; por estar demasiado vieja para estas situaciones enérgicas.

Debí de haberlo previsto, nadie estaba tan indispuesto nunca.

—¿Lo ves? Las estrellas están ahí para iluminar nuestro camino, pero quién tiene poder sobre ellas es la luna.

—Aún así podré decidir sobre mi futuro —ataqué con recelo—. Podré casarme con quien quiera.

—Lo único que podría envidiar alguna vez de ti... es tu libertad de decisión respecto a tu propia felicidad.

—Entonces corta lazos con tu familia, abdica al trono tal y como lo hizo tu tío, busca tu felicidad y sal de una vez por todas de esta ciudad, piérdete lejos de la multitud.

—No podría hacerle tal cosa a mamá —negó suspirando con tristeza—. Hazlo por mi.

—Oh, no, amo a mi familia, hasta ahora no tengo ningún problema con ellos —nos detuvimos mirando un cuadro de la reina Victoria—. Aunque planeaba comprar una casa en Montchat, Lyon, cerca pero a su vez lejos de Versalles.

—¿Estás segura de ello? Nunca te he visto alejada de tu familia.

—Creo que es momento de independizarme —contesté segura de mi misma—. Tengo intención de estudiar en la universidad Lyon 1 biología humana, ya que no estoy en línea al trono.

—Se escucha como una buena carrera, no tengo ni idea de qué sea pero se escucha interesante.

Reí empujándole de costado en el brazo con mi hombro, era varios centímetros más alto que yo por lo que no debía de preocuparse por salir herido más allá que un poco arriba del codo hacia abajo.

—Espero que mi futuro esposo sepa un poco de finanzas o tendré que alargar aún más el curso.

—¿Estudias finanzas? —preguntó sorprendido. Asentí.

—Una mujer debe estar preparada para prevalecer por su cuenta en todo momento —repetí con orgullo las palabras de mi tía Christina, quien era la primera duquesa no consorte d'Orleans. Era un gran logro.

Mientras veía a la nada entre cada pincelada del retrato de la reina Victoria en solitario, noté como Charles me miraba de reojo cada cinco segundos, como si se preguntara sobre hacer tal movimiento o decir tal cosa o no.

Pensé en nuestra infancia en el palacio de Buckingham, como pasamos de ser tan unidos a ser unos casi desconocidos, no tenía idea de sus gustos; más que su fetiche por las rubias, no sabía cuales eran sus pasatiempos o siquiera si tenía la decencia de desayunar en las mañanas, ya que antes solía devorar todo lo que ponían en su plato y recibía un severo regaño por parte de su padre, que consistía en cómo un hombre de las fuerzas armadas reales debía en todo momento mantener su figura.

Brinqué ligeramente en mi lugar cuando sentí sus cálidos dedos rozar los míos a un costado de mi torso, ni siquiera lo miré y me descubrí deseando que hiciera lo mínimo que fuera a hacer. Se detuvo unos segundos soltando un pequeño suspiro para después envolver lentamente mi índice con el suyo buscando por alguna señal de advertencia que sinceramente jamás llegó, continuó con tortura hasta finalmente entrelazar por completo nuestras manos mientras aún admirábamos el cuadro frente a nosotros.

Apreté su mano queriendo hacerle saber que aún existía aquella confianza entre nosotros, tracé círculos con el pulgar para tranquilizarlo y escuché como suspiraba en paz.

Deseé que la vida fuera igual de tranquila y bonita como lo era estar cerca de un ser amado a quien entendías a la perfección sin siquiera mirarse o decir alguna palabra.

Y así continúo la pareja en total silencio con las almas entrelazadas, ajenos a todo lo demás que ni siquiera cayeron en cuenta de la presencia de cierto príncipe y la de curiosa lady al inicio del pasillo; quienes los miraban con sorpresa, recelo, orgullo, nostalgia y sobre todo; envidia.

Dios y la sociedad se apiaden de almas jóvenes y soñadoras como aquellas completamente rotas que acaban de reencontrarse de nuevo para reconstruirse de a poco entre ellas mismas sin importarles menos la fortaleza que estaban ganando, pero a su vez, el caos que crearían tan pronto se unieran.

BLANK SPACE ━━━━━━ the crownWhere stories live. Discover now