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Eso fue lo que pensó el desanimado albino antes de salir de la agencia y ser sorprendido por una inesperada lluvia fría en la mitad del verano en Japón.
Todoroki estaba cansado de que todo le saliera mal cuando él pensaba que iba genial -y para...
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Cumpleaños.
Recordó cuando había sido su cumpleaños número 5. Estando en el preescolar y que sus padres con tanta alegría le había organizado una fiesta sorpresa al lado de los otros padres de familia solo para que pasara un rato agradable. Todos los infantes de su clase fueron a su casa para felicitarle y pasar un rato con él. Lo que sus padres Enji y Rei no sabían, era que de verdad había sido un asombro para su persona pues desde pequeño tuvo pavor a la reunión con individuos desconocidos. Lo hacían sentir incómodo, con muchas ganas de llorar y huir. Totalmente temeroso, al punto de poner a temblar todo su cuerpo como si escapara fuese inútil.
Recordaba ese sentimiento porque remontándose en la época actual, el extraño dolor que sentía en su estómago era tan familiar como en el de aquel momento de su niñez y por supuesto, de muchos otros instantes de su vida.
Todoroki Shoto siendo tan apartado de la sociedad, le ocasionaba un síntoma de extrañes estar sosteniendo entre sus suaves manos un rostro tan cachetón, limpio y fresco como lo era el de las orbes verdosas que también lo miraba con rareza ante tal acción. Al darse cuenta, lo soltó con pesadez y se reincorporó para evitar seguir siendo mirado de la forma en que los presentes lo hacían. Colocó sus manos al costado de su cuerpo y se limitó a mirarlo con paciencia, esperando que todo lo que había tenido que hacer para llegar a ese lugar no hubiese sido en vano porque significaba problemas que no podría justificar después.
No es que odiase el hecho de estar ahí, sino que estaba molesto con lo imprudente que había sido.
—¿A qué se refiere con <<pronosticar para usted>>? —cuestionó con un tono dudoso en sus palabras, como si intentara buscar un trasfondo.
—Verá, cada que... —antes de responder, la puerta se abrió bruscamente impidiéndole el habla— ¡Todoroki Shoto!
Las personas que hicieron acto de presencia, entraron como si el lugar en el que estaban fuera suyo. Caminaron sin discreción alguna hasta el albino y lo sentenciaron con aquellos ojos infernales que en ese momento poseían. La chica tenía los cabellos totalmente alborotados junto con los tacones en su mano izquierda, Iida llevaba el bolso de su compañera color beige colgado en su hombro derecho y la enfermera iba detrás de ellos totalmente cansada y abatida por la diferencia de estatura de ambos y por supuesto, de la velocidad con la que caminaban.
—oh, ¿quiénes son ellos? —interrogó la chica de los cabellos rubios mientras acomodaba sus gafas.
—Señor Todoroki, ¿también debería pronosticar para ellos?
—No, son compañeros de trabajo, los sacaré de aquí. Midoriya, no se vaya.
—No me iré, vaya tranquilo.
Caminó con rapidez hasta los chicos quienes lo esperaban con los brazos cruzados a la mitad de la entrada, los tomó de los brazos y los guió hasta la gran puerta de la empresa donde estaban.
