El sapo y la mariposa

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En un fabuloso bosque vive una bella y fascinante mariposa. Sus alas con una combinación de colores espectacular dejaban a los demás animales del bosque pasmados, su vuelo era un deleite para los ojos, no había nada igual. Pero la pequeña mariposa detestaba sus alas, mucho, decía que las alas de las demás mariposas eran muchos más bonitas que las suyas así que deseaba mejorarlas.

Un día mientras volaba por un prado encontró a un sapo baboso y feo, al principio la mariposa de asusto pero enseguida la voz rasposa del sapo comenzó a soltar una maraña de frase calmantes para seducir a las mariposa.

—Usted señorita, tiene las alas más hermosas que jamás he visto. —Dijo aquel sapo con una entonación dulzona.

—No le creo señor, pero agradezco el cumplido. Si no lo importa ya me tengo que mar...

—¡Que no me crees dices! —Hablo el sapo muy rápido para no perder a la mariposa— Son muy hermosas, pero tal vez tengas razón, si he visto unas mejores. Yo conozco una forma en la que puedes tener alas muy preciosas, mucho más que las que tienes ahora —El sapo se dio vuelta—. Pero no creo que te interese porque tienes que dar algo a cambio, pero... no, no, me equivoque, mejor olvídalo. —Comenzó a irse.

—No, por favor espere —Suplico la mariposa. El sapo sonrió complacido que su plan marchaba a la perfección— ¿Cómo puedo mejorar mis alas? Hare lo que sea.

El sapo oculto sus sonrisa maliciosa y se volteo para ver a la mariposa.

—¿Estas segura?

—Sí, si. —Asintió enérgicamente.

—Pues, es una roca, una roca mágica que puede cumplir cualquier deseo.

—¿Una roca? ¿Usted esta seguro? —Pregunto mariposa dudosa.

—Nunca he estado más seguro de algo. Mira si tienes tus dudas lo comprendo, tendrás que aprender a conformarte con esas alas.

—No, no ¡Esta bien! Le creo —Dijo desesperada— ¿Qué tengo que hacer?

—La parte del deseo es fácil, solo lo pides y los tendrás, lo complicado es lo que deberás que dar.

—¿Eso qué será?

—Tus alas actuales, claro —La mariposa lo miro aterrada—. Yo puedo cortarlas, prometo que no dórela, al menos que quieras seguir con esas simples alas.

—Bue-bueno —Titubeo—, supongo que está bien.

Tan rápido como se pudo, el sapo corto sus alas, dejando a la pobre mariposa adolorida en el piso, entonces le lanzo una simple roca de rio y la miro con desprecio.

—Que lo disfrutes. —Dijo seco y muy rápido se marchó.

La mariposa, ahora sola y adolorida, tomo la roca muy débilmente y pidió tener las alas más preciosas del mundo pero no ocurrió nada, de nuevo intento y dio el mismo resultado. De todas forma siguió intentando, incluso cuando llego un nuevo día seguía intentando e intentado. Hasta que una mariquita conocida la encontró y pregunto qué le había pasado, la mariposa se lo conto, entonces la mariquita muy triste le dijo la verdad.

—Ese sapo te ha engañado pequeña, yo misma lo vi comer tus alas mientras reía a carajadas. La roca que tienes allí no es mágica, no existe tal cosa como eso. Me temo querida, que no podrás volver a volar.

La mariposa rompió en llanto, volar era lo que más amaba en su vida y ahora no lo volvería hacer, entonces por primera vez se dio cuenta de lo especiales que eran sus alas , pensó en sus colores y longitud, eran realmente perfectas, no pudo creer que quería una mejores, las suyas ya eras muy hermosas. La mariposa muy arrepentida volvió a casa caminando, pensando en lo que había perdido por su mala autoestima y deseo tener sus magníficas alas de vuelta, pero eso jamás pasaría.

Fin

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