Todo el tiempo, era yo.

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Pensé que me había enamorado unos años atrás de un chico muy alto y muy inteligente, que sabía las tablas de multiplicar y jugaba conmigo a quien aguantara más la respiración.

Pero yo era su compañera de juegos y a pesar de que el me apreciaba, no era el mismo sentimiento que yo tenía cuando lo miraba reírse de las bromas que hacían en clase.

Era aún pequeña para entender por qué el no me quería de la forma en que yo lo quería.

Unos años luego, pensé que me había enamorado también de un chico que me ayudaba con los problemas de matemáticas y se preocupaba por mí cuando no iba a la escuela.

Pero nada de lo que sentí fue suficiente, pues cuando lo supo simplemente dejó de reírse de mis chistes y nunca volvió a preguntarme cómo estaba.

Tiempo después, pensé que me había enamorado de un chico al que le gustaba mucho el fútbol y era un poco tímido. como yo.

Y aunque llegó a ser la única razón por la cual podía levantarme en las mañanas para ir a la escuela, yo no tenía importancia en su vida, pues a pesar de que yo me había enamorado de sus ojos, esos ojos no me conocían.

Después de mucho, me di cuenta que yo era el problema.
No los culpo.

Por que, quien se enamoraría de una chica como yo.

Una chica que ama mucho los libros, más que a las personas.

Una chica que no sabe bailar y es más bien un poco torpe.

Una chica que te llevaría a todos los parques de diversiones pero que no subirá a ninguna atracción porque le dan miedo las emociones muy fuertes.

Una chica que puede comer una pizza entera con helado y golosinas pero que después se va a sentir mal por comer tanto y probablemente tendrás que decirle que no hay nada malo con su cuerpo, así ella no te crea.

Una chica que puede escribir una historia o hacer un gran dibujo en una hora sin parar, pero que no puede hacer un solo problema de matemáticas sin equivocarse.

Una chica que escucha música a todo volumen y canta a todo pulmón las canciones que nadie conoce.

Una chica que algunos días va a querer devorar el mundo pero otros días le será difícil el simple hecho de respirar.

Pensé que el problema eran ellos.
Pero el problema siempre he sido yo.

Esto no es un libro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora