Capítulo cincuenta y tres. | SEGUNDA TEMPORADA.

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Tom únicamente la observó en silencio ante la solución que ella le brindaba al impedimento, divetido terminó por asentir.— Vístete, yo iré a servirte.

Felton podría asegurar que incluso aún cuando no estaba embarazada, no hubiera tenido la agilidad que tuvo al pegar el brinco de la cama al armario en busca de ropa deportiva que pudiese ocupar.
Vestida de unos jeans azules, tenis deportivos blancos y una chaqueta deportiva negra de igual, soltó una pequeña risa al notar que si metía sus manos en los bolsillos de la misma prenda superior su embarazo no se notaba.

Salió de la habitación bajando las escaleras hasta la cocina donde un rubio parecía cortar fruta para colocar en el tazón.— ¡Vamos a llegar tarde! —Chistó acercando a su prometido de quien tomó el tazón arrebatandoselo así como cual rayo corrió hasta el refrigerador para tomar le envase de tetrapack de leche, Tom únicamente la observó extrañado y sorprendido.

— Moa, ven a comer.

— ¡Vamos a llegar tarde y llegar tarde nunca da buena impresión!—Soltó una risa divertida.— ¡Trae el cereal!

El rubio desde el umbral de la cocina observó como es que su amada salía de la casa cargando en una mano su bolso preparado, en una mano el tazón con cereal y fruta y en la otra la leche. Rió para el mismo divertido, tomó el paquete de cereal para salir tras la morena.

Con los palos de golf en los asientos traseros, el rubio emprendió viaje en compañía de su querida prometida que parecía tan animada como una niña pequeña.— Tom. —Llamó la morena a quien el rubio miró de reojo dejando escapar un pequeño rubio.

— ¿Sí, darling?

— ¿La cuchara?

— ¿Qué cuchara?

— Con la que voy a comer el cereal...

— ¿No trajiste? Pensé que habías tomado una.

— No... Pensé que tú ya la tenías a la mano. —La conversación de aquellos dos prometidos se sumió en el silencio escuchandose únicamente en la música que sonaba en la radio. Tom la observó con detenimiento cuando frenó ante las luces rojas del semáforo, un tazón medio lleno de cereal y leche yacía entre las manos de la chica quien avergonzada le regalaba una sonrisa, el rubio negó con la cabeza barbarizando aquello.

No fue tema de discusión, desde el auto Moa veía a su novio regresar con un paquete de cubiertos de plástico que había comprado de una pequeña tienda exprés, con unos cuantos minutos de retrasado por aquella parasa imprevista, Felton le extendió a su mujer una cuchara guardando el resto, la morena agradeció aquello y sin decir nada más se dispuso a desayunar con calma dejando ver ese ánimo puesto en pie.
Tom hacia años atrás le había enseñado a como jugar golf aunque no era su fuerte pues las pelotas salían volando lejos de los agujeros, únicamente le acompañaba para ver al par de gemelos que desde la boda de George no había podido ver.

Reconociendo aquel viejo lugar, el rubio y la morena bajaron del auto, las manos de la mujer se metieron en los bolsillos de la chamarra mientras esperaba a que su pareja se echara encima el bolso con palos de golf, entraron a la recepción para hacer todo lo que debían hacer tomando uno de los carritos donde Tom se encargó de conducir llevando a su querida mujer y futura esposa como copiloto.

— Los chicos deben estar por aquí. —Habló Felton observando todo aquel gran y podado  césped dejando que sus ojos pasaran por cada una de las personas que habían cerca.

— Por allá están. —Fugazmente señaló a dos figuras altas y delgadas, Moa reconocería esos dos metros de persona donde fuese.

Tom manejó hasta los hermanos quienes al escuchar un motor se volvieron saludando alegres al par.

Detrás de la cámara. © [Tom Felton] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora