• Capitulo 30 •

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Pasamos la mañana en tranquilidad. Prella, Ludo y yo estábamos en la piscina aburridas comiendo galletas y tomando limonada, llame a Vega y a Dolfi para qué vinieran hacernos compañía y se desestresaran con las clases, ellas dijeron qué sí y estábamos esperandolas.

Los chicos estaban arriba en sus habitaciones, no se haciendo qué, pero desde que llegamos no han salido de su habitación. Me pareció extraño, pero bueno, tengo que darles sus privacidades.

Con respecto al mensaje de MYE decidí no prestarle atención, los chicos dijeron que me protegerían. Yo confío en ellos.

— ¿Cuantas veces han follado? — me pregunta Prella.

Ludovica le golpea el hombro.

— Joder, Prella, son asuntos personales. — le dice reprendiéndola y Prella se ríe.

Yo ruedo los ojos con diversión.

Las tres suspiramos en tranquilidad. Solo se escucha el sonido del viento y huele a piscina. Normalmente en Aralicia hace un calor de rabia, pero hoy está más que infernal.

— Quiero salir hoy. Hablemos con los chicos a ver que planeamos. — nos dice Ludo estirándose en la cama elástica.

Me encojo de hombros.

— Hago lo qué decidan. — les digo.

— Pero dile a los chicos tú, si les dices tú dirán inmediatamente que sí. — dice Prella con un puchero.

Yo río.

— Eso es muy cierto.

— ¿Pero ir a donde? — les pregunto.

— ¡A la playa! — dice entusiasmada Ludo.

— Es una buena idea, chica. — afirma Prella.

Bueno, voy a subir y decirle a Heros qué queremos ir a la playa. Él es el más difícil de convencer, así que primero tendré que acudir a él.

— También se me antoja la playa, ya vuelvo.

Me levanto de la silla y Ludo y Prella me hacen porras a lo qué yo me rio.

Subo las escaleras hasta el segundo piso y hago memoria para recordar donde queda la habitación de Heros.

Recibo una llamada y es de mi padre, me quedo de pie en medio del pasillo y atiendo.

— ¡Pa! — lo saludo con estusiasmo.

— Hija mía, ¿como estás? — responde.

— Bien padre, en estos momentos estoy en casa de unos amigos. ¿A ti como te va? — le pregunto.

— Bien hija... — escucho otras voces en la llamada, pero no entiendo lo qué dicen. — Solo quería informarte qué hable con el director de la universidad y tú profesor. Estuvieron de acuerdo en que te tomes un descanso. Te dieron tiempo a un mes aproximadamente para qué vuelvas a reintegrarte. — explica mi padre y en mi interior hace una fiesta.

— ¡Muchas gracias, Padre! — le agradezco genuinamente. — ¿Tienes trabajo?

Sí, solo llamaba para saludarte y darte la información... — escucho de nuevo las voces. — Tengo qué colgar, hija. Te amo.

— También te amo, padre. ¡Y no olvides qué te extraño! — le digo.

También te extraño y mucho. La casa se siente totalmente vacía sin ti y sin tu madre.

Tal mención de ella me hace sentir hormigueo en mis estomago y unas nauseas repentinas. Ni idea del porque, pero siento molestia al qué me la nombren.

Los Canavarlar [Klanlar #1] ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora