Capítulo IV: El beso de la lluvia

Start from the beginning
                                    

—¡Tú fuiste el que empezó! Y además ¡¿Qué es toda esa palabrería pervertida?! ¡¿Con quién te has estado juntando?! ¿Con el cara de mujeriego de Hidan?— Le regañé elevando el volumen de mi voz hasta dejar mi garganta áspera. Cuando Deidara se toma esas confianzas me pone algo alterada.

—Pues... ahora que lo dices... últimamente me he estado juntando con Itachi y Zetsu, pero ninguno de esos dos diría cosas tan atrevidas— Razonó en voz alta. Me imaginé a mí misma en una parodia caricaturesca, con una venita palpitando amenazante en mi sien ¿Qué no puede guardarse ese comentario en sus pensamientos? Pase mi mano por la frente y la arrastre hasta caer del mentón con fastidio.

—Deidara— Le llamé con voz muy seria y ronca. No pareció reaccionar rápidamente, volteó lentamente hacia mí como si apenas hubiese oído algo, y segundos después pareció entender que le hablaba con voz de pocos amigos. Pequeñas gotitas de sudor empezaron a escurrirse en su frente con nerviosismo, me conocía perfectamente bien y sabía que ese tono de voz que empleaba no era buena señal para que pudiera seguir viviendo.

Hmm... ¿Qué pasa, Sakura?— Preguntó con voz algo temblorosa. No sé qué apariencia debí de haber tenido en ese momento, pero por un momento me imagine cabizbaja con mis ojos sombreados de forma misteriosa y peligrosa, junto con un flujo violento de "ki" siendo expulsado de mi cuerpo (Lo acepto, he visto Dragon Ball). Me reiría de eso si no fuese porque el enojo me dominaba.

—¡LÁR-GA-TE DE A-QUÍ!— Vociferé en un sonoro grito de bestialidad, y vaya que fue efectivo. A los pocos minutos Deidara ya se había esfumado de mi habitación, dejando un rastro de humo por detrás de sus pasos.

Cuando verifiqué que ya no había ningún intruso en mi casa resoplé un suspiro de alivio y cansancio. Me dirigí vagamente al borde de mi cama y me dejé caer sobre el sin culpabilidades. Mi piel saboreó sobre esos lánguidos minutos la textura de mis sábanas mal acomodadas y mis almohadas revueltas entre ellas, junto con varios ositos, conejitos y demás animalitos de felpa de los cuales, la mayoría ya debió de haber quedado en el suelo. Sin embargo, no tuve el suficiente tiempo para degustar de ese suave tacto. Repentinamente mi mente, que reposaba en calma, se vio violentamente azotada por una fuerte oleada de angustia y preocupación: de nuevo estaba pensando en Naruto.

 —No importa que se haya ido de aquí, me sigue preocupando —Compartí un reflexivo silencio con mi habitación— ¿Porqué será... —Lleve una de mis manos a mi pecho, que ejercía una presión muy molesta—... que me siento así? Apenas lo conocí, pero es como si...— Mis palabras cesaron cuando un pensamiento cruzo mi mente.

Como si un sentimiento antiguo y duradero nos hubiera enlazado— Pensé inmediatamente. Ahora que lo recuerdo, usualmente en las historias del folklore se habla de que si le ponías un nombre a un demonio o criatura mágica, esa te obedecería como si tu fueses su amo ¿Podría ser eso? Pero si fuese así ¿También provocaría esos sentimientos?

Me pregunto... si realmente fue sólo eso, o si algo más intervino.

Después de soplar un suspiro fatigado, sentí un movimiento lento pero precipitado venir del otro lado de la pared. Por alguna extraña razón pensé que sería Deidara que estaba ahí, recargado, cruzado de brazos y piernas con una mirada dirigida al vacío y  facciones marcadas con seriedad. Una seriedad que nunca llegué a ver y que estaba llena de un brillo de ira y tristeza. Al escucharme suspirar, dejó de darle más vueltas a sus pensamientos y se fue. Por mi suspiro, él reaccionó. El ver esa imagen recreada tan patentemente en mi mente me dejó confusa y sorprendida ¿Cómo pude ver esa situación pasar por mi mente? ¿Cómo pude ver perfectamente la ropa que tenía Deidara en esos momentos, si apenas y le vi el rostro cuando lo encontré? Además, nunca me fijo en la ropa que tienen puesta, pero esta vez lo vi con una perfección indescriptible.

Efusivo ErrorWhere stories live. Discover now