CHAPTER 2: NEVER DO SOMETHING EXPECTING SOMEONE NOTICE IT.

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Pasé el almuerzo con Dani, como siempre, y ella siguió contándome todo lo que pasó durante sus vacaciones, yo traté de soltar un; sí, ajá, de vez en cuando, les contaría sobre la escuela, pero la verdad es todo tan aburrido para mi, que no quiero que también lo sea para ustedes.

Por una razón que no puedo explicar busque un poco entre la gente buscando la cabellera negra con la que llegue a la escuela y pude ver como Milo se sentaba con algunos chicos en el fondo de la cafetería, su pelo ya estaba desordenado para esa hora del día, muchas y muchos pasaban embobados junto a él, lo cual parecía no notar y estaba muy concentrado en la comida que tenía enfrente.

Las clases pasaron y agradecí al cielo que las últimas fueran con Dani, ella tiene un don especial para hacer que todo parezca divertido.

El timbre sonó recogí mis cosas y espera para poder salir con Dani, me acompaño a guardar mis cosas a mi casillero.

—Tengo que ir a casa, pretender que estaré viendo películas toda la noche o algo—empezó mientras yo guardaba mis cosas—y en cuanto pueda llego a tu casa, hizo una actuación malísima de correr.

Sonreí mientras asentía y toque dos veces con mi nudillo en la puerta ya cerrada de mi casillero.

—Perfecto—dio un pequeño salto—te veo en la noche querida—dijo en tono burlón antes de irse.

Me aseguré de llevar todo lo que necesitaba en mi mochila para realizar tareas y me dirigí hacia el estacionamiento fuera de la escuela.

El sol brillaba a todo lo que da afuera, bastantes chicos estaban platicando en grupo fuera y muchos otros se subían a sus bicis, coches o patinetas para alejarse del edificio.

Vi el coche negro y recargado del el Milo revisando algo en su celular.

—Necesito ir a un lugar—dijo cuando me acerqué lo suficiente, guardando su teléfono en uno de sus bolsillos.

Lo mire y toque dos veces la puerta con el nudillo, el hundió las cejas y lo repetí de nuevo.

Su expresión extraña no se movió.

Creí que papa se lo habría explicado, es un tipo de señal que mama me enseño cuando era pequeña, ya que sabían que hablar no era lo mío, había ocasiones donde no estábamos frente a frente, como cuando me llamaban por el móvil o cuando me gritaban desde la planta baja, así que me dijeron que tocará con algo 2 veces para decir que estaba de acuerdo o si, después lo adapté a todo momento, incluso cuando estaban frente a mi.

—Significa que está bien.

—Estoy frente tuyo solo dilo—dijo algo divertido.

Volví a tocar con mis nudillos.

Sonrió—de verdad que hablar no es lo tuyo ¿cierto?

Alcé los hombros y me metí al asiento de conductor, mientras me colocaba el cinto de seguridad, el entro junto a mi e hizo lo mismo.

—Bien, vamos al cementerio Rosevild.

Mi corazón se paró.

Lo mire.

—Mis padres—dijo al darse cuenta de mi mirada—están ahí—sonrió de nuevo.

Regrese mi mirada al frente, suspire y choque mis nudillos en el volante.

Empecé a recorrer las calles de la ciudad, sabía dónde estaba el cementerio, era el mismo donde hace 4 años habían enterado a mamá, y desde ese día no la había ido a visitar ni una vez, no me mal entiendan, amo a mi mamá, pero si le soy sincero no la recuerdo mucho, murió cuando tenía 13 años lo cual significaría que debo recordarla y lo hago en ciertas cosas, pero en algún lugar leí que tu cerebro borra cosas dolorosas de tus recuerdos, así que supongo que fue mi manera de sobrevivir a su marcha.

Me estacioné frente a las rendijas color blanco, por ellas podías ver un pasillo que conducía a cientos de tumbas, algunas con flores y otras solas.

Milo bajo de su asiento, y yo pensé en quedarme donde estaba, pero en contra de lo que mi cabeza me decía desabroché en cinto y abrí la puerta para dirigirme al cementerio tras Milo.

Caminamos un poco durante el pasillo hasta que él se detuvo enfrente de una lápida conjunta, se quedó un rato mirándola de pie hasta que se sentó enfrente de estas.

—Yo voy por ahí—dije sin esperar respuesta y mis pies me llevaron al lugar donde hace años había visto a mi mamá caer.

Metí mis manos en las bolsas de la chamarra y pude ver a lo lejos un pequeño arbusto de rosas blancas, me acerqué a este y tomé la que más me gustó, seguí mi camino hasta que me encontré con un nombre familiar:

Penny MacQuoid

1973-2016

No se cuánto tiempo pase parada ahí, lo suficiente para controlar la presión en mi pecho creo, pero tome el valor y empece a acercarme a la tumba que tenía su nombre.

Jamás la visite porque por lo que ya les he dicho, pero la verdad era ¿que se supone que haría? ¿Hablarle?, sin duda no algo que se me de bien, me acerqué lo suficiente y me sentí estupida por traer la rosa, muchas tumbas estaban adornadas por docenas de estas y mucho más bonitas, me agaché junto a la tumba, quite un poco de polvo de esta y deje que una gota callera de mis ojos, si soy sincera creo que el día que enterré a mamá también se fue papá.

Después de un rato recordé  la rosa en mi mano, la empecé a columpiar en mi mano dudando si ponerla o no.

—Hazlo.

Una voz me hizo dar un salto y casi caer sobre mi trasero.

Mire al extraño y vi a Milo con sus manos dentro de sus vaqueros.

—Vamos—dijo señalando la rosa.

Mire las tumbas alrededor y los hermosos arreglos que tenían algunas.

—Es......ridiculo—apunte a las demás tumbas—na...nadie lo notará—dije distante álzanos los hombros.

—¿Y?

Lo mire hundiendo mis cejas, ¿y?, pues qué sentido tenía hacerlo.

—¿Que tiene si nadie lo nota?—alzó los hombros y los dejó caer— Nada de lo que hagas va a ser una noticia para los demás, puedes traer el arreglo más hermoso y aun así a nadie le va importar, si haces algo espera que signifique algo para ti, no para que sea notado por personas a las que ni siquiera conoces.

Baje la mirada suspirando y decidí colocar la rosa sobre el escrito de su nombre.

Me puse de pie y sacudí la suciedad de mi ropa.

—Hablas como un anciano—dije cuando pasé junto a él.

—Por lo menos hablo—susurro por abajo suponiendo que yo no lo escuche.

Me detuve y volví mi mirada a el alzando las cejas.

El abrió los ojos, claramente pensando que no lo había escuchado y me sonrió en forma de disculpa y con un poco de diversión.

Pero la verdad es que para el transcurso de un día había hablado con Milo más de lo que acostumbraba a hablar con nadie, incluso con Dani, había algo en el que me facilitaba las palabras.

ANOTHER LOVE STORYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora