Capitulo X: Bienvenida a Hogwarts.

2.1K 141 3
                                    

En cuanto el carruaje paro en definitiva, "Unos cinco minutos después, mejor dicho. ¡Por Dios! De haberlo sabido me hubiera ido a pie, ni que fuera su bajeza real", reprocho Lea al bajarse.

Lo primero que vio le recordó a la historia de Merlín y el Rey Arturo y cuando razono un poco… "¡Santa madre y Ave María!, ¡Es imposible!, me están leseando…", otorgo voto a la duda al atravesar aquel circulo de piedras que a la infanta se le hacía tan familiar que hasta llego a asustarla y siguió al viejo mago que se dirigía hacia un puente que parecía abandonado, dado que el tejado se hundía y al parecer estaba hecho de paja y alquitrán, y construido de vigas de madera que se extendían hasta su final...

"Ya veo que se nos cae encima", pensó la pequeña al caminar muy desconfiada por aquel trecho. Bash no tenía idea de lo que pasaba afuera, ya que el muy dormilón estaba muy escondido agarrado a la espalda de su ama conciliando su sueño, que como siempre trataba de comida.

Antes de entrar al castillo, después de rodea una gigantesca y refinada construcción cuadricular que al medio había una fuente espectacular, un señor de aspecto tacaño junto a su gata les dieron la bienvenida al lugar…

->Director Dumbledore. Bienvenido usted… -su terca sonrisa se dirigió al pequeño ser que lo acompañaba- ¿Quién es usted?

->No es necesario saber su nombre, solo el saber que se hospedara aquí por un largo tiempo, señor Filch -respondió tranquilamente el director.

La sonrisa del aludido desapareció, pero trato de ser amable con el invitado.

-> ¿Me deja llevar su maleta, señor? -pregunto.

En eso Bash ya se había despertado. Por lo que Lea lo aprovecho a su conveniencia y le susurro al crup instrucciones. Si había convencido a su tutor para dejarle llevar su maleta no la iba a dejar en manos de un desconocido.

->No, gracias -una voz tosca y carrasposa salió del pequeño jorobado (por que Bash se escondía en su espalda por lo que hacía que su ama tuviera una gran  protuberancia a las vista del publico)- Yo llevo mis cosas si no le molesta.

Solo Dumbledore supo que aquella voz era del crup y sonrió por debajo para que el celador no lo notara.

->Me alegraría que usted guie a mi amigo a uno de los cómodos aposentos del séptimo piso -hablo siguiéndole el juego a la infanta- Yo no puedo porque la profesora McGonagall me espera en su despacho por asuntos del Ministerio.

->Por mi parte no habría problema, señor -contesto Filch acariciando a su gata.

Se abrieron las gigantes puertas dobles del inmenso castillo y entraron. Lea que apenas podía ver por la capucha de su capa, describió el lugar como un alto y antiguo edificio hecho de piedra e iluminado por antorchas, al igual que Gringotts. Caminaron por el pasillo y antes de separarse, Dumbledore le susurro algo a la pequeña que ni el gato de Filch escucho.

->Solo hasta el amanecer del tercer día podrás salir de allí. Los que conocen tu nombre, saben todo sobre tu situación y son de confianza. Y lo que no lo saben, te presentaras ante ellos como el ayudante del profesor Flitwick. Ningún nombre dirás y tu estadía aquí en paz será, ¿Comprendes, pequeña?

La mencionada asintió en señal afirmativa. Sin más palabras, el viejo mago y director desapareció por los pasillos de piedra y la pequeña disfrazada de jorobado alcanzó al celador…

Se adentraron por varios pasillos antes de entrar a una gran sala con muchos cuadros y escaleras… "¿Movibles?", trataba de describir la pequeña al mirar hacia arriba como las escaleras se movían de un lado a otro a una velocidad promedio. "Ahora entiendo porque el abuelo Doge odia las escaleras".

Harry Potter y La Heredera de La Magia de Merlín (B1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora