Capitulo II: Yo soy... ¿Una Brujita?.

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Habían pasado varios días después de la primera conversación con mi tutor y aun no salía de esta cama. La señora Pomfrey

 Se ha encargado que mi estadía en la mini enfermería durara el doble de lo que había calculado. ¡Los primeros días no podía ni comer sin hacer "tanto esfuerzo"!, que era sentarme para comer. Según decía ella, mis contusiones fueron muy feas y con mucha suerte logre sobrevivir, en cambio yo me sentía de maravilla, a veces pienso que podrían ser los extraños medicamentos enfrascados, que parecían hechos en casa, los que me hacían mejorar rápidamente y no sentir dolor alguno, aunque también podría ser por tener un cuerpo tan acostumbrado a los golpes, que ya no me afectan como lo haría con cualquier persona.

Un día se me ocurrió pregúntale en qué fecha estamos y me dijo que era el 22 de septiembre, y con una cara claramente confundida me indico el año, 1985. Interesante, el día que llegue al orfelinato fue a mediados de agosto de 1981 y el señor Dumbledore me había dicho que nací un 15 de noviembre de 1979. Efectivamente tenía ya un año de nacida cuando mi madre me dejo en el orfanato, ¿A lo mejor me dejo allí por mi protección?, ¿Y si fue torturada como a mi hasta su muerte?, o simplemente no pudo cuidar de mí. Entonces, ¿Cómo supo Dumbledore de mi existencia, si ni siquiera estaba inscrita en el código civil? Muchas preguntas y muy pocas respuestas. Eso me recordaba a la palabra que dijo, "Muggles", ¿Qué era eso? Y ¿Quién era el tal Remus? Desde que desperté en aquel lugar no he tenido más visitas que el señor Dumbledore, mi tutor, y la señora Pomfrey, la enfermera de mediana edad.

No saben la felicidad que tuve cuando al día siguiente me dio el pase para pasear por la casa, pero siempre y cuando no me agitara demasiado, según la señora Pomfrey. La persona quien vivía en la casa me cuidaría mientras ella se iba al colegio donde trabajaba. La razón porque nunca había visto al señor Doge antes era porque según decía la señora Pomfrey, odiaba con toda su alma las escaleras.

->No le culpo -aclaraba mientras me limpiaba mis rasguños- Vomito por cinco horas y no comió bien hasta el mes siguiente -agregaba, mientras yo me preguntaba qué carajo te podría hacer una escalera que te haga vomitar. Otro misterio que resolvería más adelante.

El mismo día que me dio pase libre por casa fue cuando se marchó. Era lunes y una mañana gris se alzaba por la ventana de mi nueva habitación. Era antigua tanto la decoración como sus muebles, pero no me quejaba, después de todo resulto ser muy cómoda al instalarme. Al igual que la mini enfermería, mi cuarto estaba en el segundo piso, por lo que deduje que si quería alimentarme, debería bajar. Lo curioso fue que a la hora del té, cuando me dispuse a bajar. Ya había una bandeja con comida en la pequeña mesita de mi habitación. Muy, muy curioso. Si el señor Doge no subía. Entonces, ¿Quién traía la comida?

Similar rutina ocurrió al día siguiente, por lo que no me dispuse a bajar, en vez de eso me distraje leyendo algunos libros que me parecieron aún más curiosos. Nombres raros y palabras que desconocía su significado se repetían a montones, al igual que las palabras "magia", "hechizos", "pociones" y otras tantas parecidas.

Decidí mirar fijamente la mesita minutos antes de la hora de la cena, pero en un pestañeo, así nada más, de la nada apareció la bandeja con la comida.

-¡Maldición! -exclame golpeando el suelo fuertemente, lo que trajo después una horrible punzada tanto en mis costillas como en mi pierna.

Me senté suavemente en la cama para aguantar el dolor. Cinco minutos después iba bajando por las escaleras de la gran casa con su sumo cuidado, tanto para mi salud como para despistar al señor de la morada.

Sabía que algo muy, muy extraño estaba sucediendo aquí: primero era el misterio de la comida, nunca había visto nada igual, incluso antes de salir del cuarto toque la comida para descartar que fuera mi imaginación, lo segundo eran los libros, y por último la palabra "muggle", había salido de los libros refiriéndose a "personas NO mágicas". La ansiedad me estaba controlando de tal modo que podría llegar al vestíbulo exigiendo saber que cojones pasaba en esta casa. Pero mi lado racional me hizo desistir a esa idea. Si me quería ganar mi residencia aquí, debía tratar al señor como se debe, con respeto. A pesar de haber recibido una muy mala educación y crianza de parte del orfelinato, donde me trataban como una basura, siempre tuve el sentido común muy bien desarrollado a causa de los libros, desde los cuatros años, más o menos.

Cuando baje vi lo siguiente, una semi-oscuras sala, que era iluminada por los rayos de fuego de la chimenea, decorada idéntica a mi habitación -TODO viejo y refinado- y un anciano sentado en un gran trono, cerca de la chimenea, junto a una mesita de té. Él estaba mirando tranquilamente las llamas mientras bebía un singular líquido. Lo que me dio tiempo para observarlo, vestía ropa muy similar a la del señor Dumbledore, solo que eran de tono arenoso y con burdeos blancos, y al igual que mi tutor, sus cabellos plateados eran tan largos que sentado le llegaban a las rodillas, y a diferencia, no llevaba sus peculiares lentes y sus ojos eran negros como el carbón.

No me atreví a salir de las escaleras hasta que su voz jadeante hablo.

-> ¿No vas a acercarte? -comento sin sacar su mirada del fuego.

Sorprendida, pero no asustada, me acerque a él, cruzando la enorme sala llena de libros.

->Ven, acércate y siéntate. Hacía mucho que no tenía visita y he estado ansioso por conocerte, mi pequeña invitada -me señalo un pequeño sillón que estaba al otro lado de la mesita de té y yo me senté en silencio.

-> ¿Por qué no me llamo entonces? -pregunte con curiosidad.

->Albus predijo que bajarías por ti misma… -fue allí cuando saco su mirada del fuego y la dirigió directamente hacia mí-  Buscando respuestas -sonrió al ver mi cara de asombro- ¿Te y galletas? -ofreció desde la mesita y yo gustosa asentí y me serví.

-> ¿Cómo sabia el señor Dumbledore que vendría aquí buscando respuestas?

->Digamos que tienes el mismo espíritu explorador de Ariana. Siempre tratando de buscar las respuestas a las preguntas que muy pocos se atrevían a formularlas, pensando que sería una perdida tiempo para cualquiera. Pero no lo era para tu madre -mientras hablaba veía como sus ojos brillaban.

-> ¿Por qué ella me dejo en el orfanato?, ¿Cómo murió?

->Si estuviste en aquel lugar fue por tu propia protección y me temo que no soy la persona indicada para decirte como murió.

-> ¿De quienes quería protegerme?

Suspiro con pesadez.

->No es el momento, más adelante serás conocedora de esta información.

Me desilusione un poco, pero no como para dejar de hacer preguntas.

-> ¿Qué es lo que esconde aquí? -no pude haberla formulado mejor y el, al darse cuenta, rio un buen rato.

->La pregunta correcta es: ¿Qué es lo que escondes tú, pequeña Lea? -le mire  confundida ante su pregunta, no ocultaba…No, no puede… Es imposible que sea aquello.

-> ¿Qué cosa podría ocultar? -quería estar segura ANTES de afirmar semejante locura.

->Lo que ahora temes contarme, ¿Te han pasado cosas extrañas a tu alrededor cuando estas triste, asustada o enojada?

->Solo en dos ocasiones, y ambas por estar enfurecida -confesé, el solo se dignó a escucharme- La primera fue cuando un niño del orfanato me golpeo y me insulto. Me encolericé y al pegarle de vuelta, grite tanto que no solo quebré una copa, sino vidrios tanto de la loza como las de las ventanas. Desde entonces reprimí mis emociones dejándolas a cero -el anciano me miro en ese instante con pena- La segunda vez, bueno, fue… explosivo, se estaba incendiando el orfelinato. Y al ver que la dueña sin dar un mínimo esfuerzo por salvar a los demás niños, explote de rabia y no sé cómo paso, pero de repente el grifo estallo en agua y apago el incendio en pocos minutos… No sé qué fue eso, pero…

->Lea, lo que te paso a ti, les ha pasado a miles, incluyéndome a mí, a Albus y a tu madre. Es natural, lo llevas en las venas…

-> ¿Q… que… es?

->Algo que te hace diferente del mundo de donde te criaste, el mundo muggle y lo que nosotros cargamos con orgullo y sabiduría -dijo con determinación- Lea, en esas ocasiones, no fueron simples coincidencias, fueron brotes de tu magia… Es lo que eres… una bruja.
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GRACIAS A ARUU20 Y A CATALINA POR COMENTAR, LAS APRECIO MUCHO CHICAS, AL IGUAL QUE A LOS DEMAS 

Harry Potter y La Heredera de La Magia de Merlín (B1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora