Capitulo 29: ¿Un error? (+18)

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—Lo hice. Yo perdí la virginidad...— susurro. Me mira serio.

—¿Es un chiste?

—No...

—¿Con quién tuviste sexo Ámbar?— no hay un rastro de diversión en su cara. Me lo dice serio a lo que yo frunzo el ceño.

—Yo... Lo hice con un amigo. Dereck.

—¿Y hace cuánto pasó eso?

—Hace cuatro dí...— no me deja terminar cuando se para y agarra mi mano tirando de ella también para levantarme —¿Qué sucede?

—Ven— dice aprentando mi mano un poco.

—¿Qué haces?— el apriete se intensifica un poco más —Erick me estás apretando mucho.

No dice nada, lo sigo hasta que me doy cuenta que salimos del curso y de un momento al otro estamos caminando por la acera en dirección a no sé donde.

»¿Erick a dónde vamos?— digo cuando damos vuelta a una esquina y seguimos caminando.

No me responde y bufo. Caminamos como unas seis cuadras más hasta que se detiene un segundo para seguir caminando en dirección a una casa. Saca una llave de su pantalón y abre la puerta. Las luces están apagadas y él las prende luego de cerrar la puerta.

Voy atrás de él cuando subimos las escaleras y veo en la pared cuadros de fotos. Donde están Ivy, Calvin y él.

»¿Esta es tu casa?— pero nada. Abre otra puerta y la luz de la luna entrando por la ventana alumbra casi todo el cuarto. Igual prende la luz y cuando entramos y se apoya contra la puerta cerrandola, me suelta.

—¿Erick? ¿Podrías volver a hablar?— rodeo los ojos.

—¿Por qué lo hiciste?— susurra mirando al suelo y me acerco a él.

—Yo, no sé, quería hacerlo— digo nerviosa.

—No te creo— y con eso, agarra mis hombros y me pone a mi de espaldas contra la puerta.

—¿Qué-qué haces?— chillo asustada cuando su boca muerde mi cuello y lo lame. Sube mis manos por encima de mi cabeza y las agarra con una mano.

—Dime dulce Lizzie— gimo un poco. Su lengua lame el lóbulo de mi oído causando sensaciones en el estómago que nunca antes sentí.

—Erick...

—¿Por qué lo hiciste?

—¿Qué?

—Dime porqué.

—Yo no sé, ah...— su mano sostiene mi cadera y su aliento choca mi oreja.

—Mientes. A mí jamás me podrás mentir— me siento vulnerable. Sin deseos de escapar de sus manos. De su boca.

—Erick... Por favor no...— más a una súplica, sale como un gemido.

—Ay Lizzie. Tu piel es tan suave... Y dulce... como la frutilla...— besa mi cuello, llega hasta mi oreja, y vuelve a mi cuello. Todo me está matando. Y lo peor es que quiero que siga así.

»¿Por qué lo hiciste?— repite otra vez la pregunta.

—Erick...

—No mientas Lizzie. No conmigo— su voz es suave. No egocéntrica como siempre —sabes que no me gusta que me mientan. Menos si eres tú.

El Miedo De Ámbar #1 Where stories live. Discover now