Capítulo 10: No me gusta Clarke

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El día había estado más pesado y tenso de la cuenta, o como decía Nasha: "Las malas energías andaban esparcidas en el aire". Según ella porque estábamos en temporada de eclipses.

Ni siquiera había atardecido, seguíamos en las primeras horas del día, pero la sal que llevaba encima no me permitía disfrutarlo como se debía.

Tal vez era el hecho de que tenía que enfrentar a mis padres o que aún no encontraba un lugar decente para hospedar mi trasero gay. Aunque bueno, también podía deberse a que mañana comenzaba de manera oficial mi primer día de trabajo.

Acaricio con nostalgia los mechones negros de pelo que me hacen cosquillas en el cuello, y decido atarlos en una coleta alta para que no estorben. Bajo la mirada al lavamanos y abro la llave para enjuagar mi rostro. Aún seguía algo dolida y enojada por tener que despedirme del lila.

Me lo había pintado todo un año de ese color y se había convertido en mi marca personal, pero ahora no estaba ahí. Mis ojos claros me devuelven la mirada en el espejo y suelto un estornudo sintiendo las gotas de agua correr por toda mi piel.

Hago una mueca al notar lo pálida que se encuentra mi cara. La diferencia de color en mis ojos se vuelve más evidente gracias a ello y suspiro. Tenía una alteración en el ojo; No se notaba tanto desde lejos, pero desde cerca era imposible negar el color verde en uno y el miel del otro lado.

Los doctores decían que era heterocromía por falta de melanina en el iris, mi mamá, en cambio, afirmaba que eso pasó por andar descalza.

Extrañaba a mi madre más de lo que demostraba. Ella solía decir que había salido de una película de Tim Burton gracias a mis inusuales y delicadas facciones.

Desde aquella pelea con mi padre, me había limitado a sólo dirigirle la mirada cuando se requiriera. No quería perder mi orgullo y hablarle porque eso sería como mostrarle que podría tratarme del modo que quisiera y siempre estaría. Y no, no quería que eso ocurriera. Debía hacerle entender de una forma u otra el daño que me estaba haciendo con sus actitudes tóxicas. Aunque bueno, muy bien sabía que era muy poco probable que ella se disculpara primero; Después de todo había había aprendido de la mejor.

¿Me dolía su indiferencia? sí. ¿Lo confesaría? no. Lo mantendría dentro de mí y no mencionaría nada al respecto.

—Mierda —siseo al ver que no hay papel en el baño para secarme el rostro. Si el día seguía así comenzaría a pensar que se trataba de un atentado contra mí y mi paciencia.

Me peleo internamente entre salir o no con toda el agua escurriendo. Me sentía incómoda y encima me encontraba en una cafetería cercana al campus comprando Doritos. Así que con toda la vergüenza del mundo, tomo la tela inferior de mi vestido y me seco la cara con rapidez.

Arrugo las cejas al ver la pequeña mancha y cómo parece que me hice pipí encima. Cuento hasta tres para salir finalmente de allí y dejar de pasar vergüenza.

Siento las mejillas rojas cuando abro la puerta, y suelto un suspiro de alivio al ver a Haydee y Jazmín charlando en una de las mesas. Al menos no tendría que pasar pena sola. Pienso en ir y alcanzarlas, pero al ver la manera en la que Haydee toma a Jazmín de la cintura y le planta tremendo beso me quedo paralizada en mi lugar.

Qué.

Estrujo mis ojos sin poder creer lo que acababa de ver. Sí, ellas dos eran muy cercanas, pero nunca me imaginé... Nunca se me pasó por la cabeza el hecho de que ellas pudieran estar saliendo de una forma no amistosa y completamente gay. Cuando vuelvo a abrir los ojos, sigo viéndolas y esta vez Haydee le acaricia la nuca a Jazmín con cariño así que no, no era un sueño o una alucinación de mi parte.

Si no llega el mañana Where stories live. Discover now