Alas bajo huesos.

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Sus ojos se abrieron despertándolo de aquel sueño, regresando a la realidad. Un dolor insufrible pero familiar se hace sentir en casi todo su cuerpo sobretodo en las extremidades. Se hallaba sepultado en un cúmulo de cadáveres. Desde dentro pudo ver un fino haz de luz del día que lo guió hacia la superficie. Con un enorme esfuerzo que le hizo sentir el dolor de cada uno de sus huesos rotos y miembros mutilados logró surgir de la cima del montón e inhalar una bocanada de aire puro.
Allí sentado Dan observó su cuerpo desnudo y estuvo seguro de que nunca antes en batalla había quedado tan dañado. El brazo izquierdo sólo era un hueso sangrante que se asomaba desde su hombro. Sus dos piernas, carcomidas, la izquierda hasta la rodilla y la derecha se había esfumado por completo. Sus alas también sufrieron demasiado. Fueron cortadas, fracturadas y desgarradas como nunca antes, perforadas por todos lados dejando agujeros enormes en la membrana que no dejarían volar a ninguna bestia alada conocida.
Cuando terminó de observar su estado crítico lanzó una débil carcajada al cielo que parecía más bien una tos de moribundo. Sin duda había dado una buena pelea. Recordó que él había sido el causante de gran parte de la loma de cuerpos enemigos donde estuvo enterrado luchando hasta el final contra las legiones rebeldes de muertos. Hundiéndose cada vez mientras la cruenta batalla se prolongaba.
Luego se tomó un tiempo para analizar el paisaje. El páramo estaba inundado de cuerpos hasta el horizonte. Evidentemente su bando había sufrido más bajas. De seguro sus compañeros que lo vieron luchar lo dieron por muerto, o quizá hayan muerto ellos. En cualquier caso el resultado del encuentro era claro, la derrota. El ejército infrahumano desgarró a las tropas de su facción sin piedad. ¡Qué irónico! Que esa raza inferior de esclavos se les hayan revelado y los estuvieran venciendo tal como decían los rumores que se esparcían por las barracas. ¿Desde cuándo se habían vuelto tan fuertes? Recordaba que cuando los enfrentó no había casi forma de detenerlos. Los cuerpos de aquellos soldados no muertos  estaban reforzados desde dentro. Incluso la cabeza, su punto débil, estaba fundida con metales hasta la médula, dificultando la destrucción del cerebro y la separación del cuerpo. Y si lograba perforar sus blindajes y destruirlos, los hechiceros tomaban control de sus huesos y los rearmaban para lanzarlos de nuevo. Hasta sus caballos habían sido convertidos. El Comandante enemigo, ese tal Caballero Noron ¨El Retornado¨ tenía muy bien pensada su estrategia. Así que para poder vencerlos había que pulverizarlos a todos uno por uno. Ni siquiera teniendo ataque aéreo lograron vencer.
Sus pensamientos fueron interrumpidos por un cuervo que comenzó a picotearlo. Instintivamente lo agarró con su único brazo para clavarle los dientes y absorber la sangre de su cuerpo. La sed habló por si sola y no quedó satisfecho. Anteriormente había divisado a unos chacales negros devorando el cadáver de una gárgola de su ejército. Al parecer estas bestias aprendieron a evitar la carne contaminada de los rebeldes. Así que se dejó caer rodando de aquella pila y se les acercó a rastras buscando su atención.
Los tres lo atacaron defendiendo su comida pero  de un rápido zarpazo capturó al primero y lo ahorcó hasta la muerte mientras chillaba. Los otros escaparon al instante de ver el acto. Mientras, Dan engullía con desespero la sangre del animal que sabía mucho mejor que la del cuervo, pero para los de su especie toda sangre era asquerosa a excepción de la humana. De igual forma, la sangre de animales los ayudaba a sobrevivir y no era la primera ni la última vez que uno de su raza se veía obligado a tomársela.
Estaba saciado. Se arrastró con calma hasta una roca donde apoyó la espalda. Ahora sólo quedaba esperar. Esperar a que el elixir de la vida que había ingerido reparara su pobre cuerpo destrozado. Podía sentir cómo su cuerpo comenzaba a ponerse caliente creando sangre nueva que empezaba a circular. —Mañana estaré listo— pensó, y cerró los ojos.
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Abre los ojos en la madrugada. Da un salto y se pone en pie. Acerca el brazo izquierdo hacia su rostro abriendo y cerrando la mano. Abre con fuerza las alas y las agita suavemente. —Lo hiciste, Dan del Clan Jakarr. Serás famoso.—Busca entre los caídos ropas de su clan y se las pone. Veloz y firme, estira sus alas y emprende vuelo disparado hacia el cielo como un rayo dejando atrás una nube de polvo para perderse entre las nubes.

Gracias por leer este pequeño relato. Espero que te haya gustado. Este es un universo en construcción el cual estoy trabajando poco a poco. Con el tiempo añadiré más cuentos e historias sobre él y quizás la soñada novela. Un gustazo y estate atento para más obras de fantasía, horror, y... ¿por qué no? Cualquier otro género. Un abrazo grande.
Atte: 1chi

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