7. La historia de un plan

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Sofía tenía solo trece años cuando su madre falleció, víctima de un derrame cerebral. Un aneurisma la mató un quince de noviembre. El día dieciséis, Damián Cienfuegos, su tío y tutor legal durante los siguientes años, abusó por primera vez de ella y no se detendría hasta que un par de chicos que, sin premeditación alguna, hicieron lo que nadie en cuatro años hizo: intervinieron cortando el ciclo indefinidamente.

A los catorce años, la atormentada muchacha casi muere en la mesa de un cirujano del cártel al que Damián pertenece. Vivió una tortuosa recuperación en manos de este hombre violento y desequilibrado mentalmente.

Lo único que le serviría de refugio psicológico a Sofía, fue la laptop que su carcelero y abusador puso a los pies de su cama cuando comenzaba a recuperarse a modo de disculpa por "haberse pasado" esa vez.

El internet ocupaba su mente casi por completo. Y aunque descubrió que sus amistades ya se habían olvidado de ella y a otros les tenían prohibido hablarle para ni involucrarse con su nefasta familia, pronto encontró lugares y medios virtuales para rodearse de personas a quienes no les importaba quién era ni de dónde escribía.

Canales, foros, blogs, vlogs, redes sociales, chats... Y en todos, personas. Almas abstractas comunicando desde unas risas bobas hasta profundos sentimientos enrevesados, encriptados y desencriptados en lenguajes digitales a través del aire, electrones inquietos y telares de píxeles por doquier.

El perdido pulso del corazón humano, nuevamente ante su devastada consciencia.

Por muy fanática de las pantallas y las computadoras que fuera de niña, lo social no la había conquistado. Sus amiguitas de infancia y sus sanas relaciones en persona lo evitaban oportunamente.

Fue en esta asfixiante realidad carcelaria, solitaria y opresiva donde descubrió el verdadero potencial de tanta ingeniería informática al servicio del ser.

Claro que, al haber sufrido, uno tras otro,  los peores embates de su vida contra sus defensas emocionales, no estaba preparada para la interacción directa entre personas, ante lo cual se fue decantando por un medio en particular. Uno casi en desuso. Muy de letras, y poco más. Un blog.

Una ventana a través de la cual se esforzaría por tener aunque fuera un poco de su añorada normalidad, pero ¿cómo hacerlo bajo sus infernales circunstancias?

En algún punto, Sofía se acabó dividiendo en dos almas buscando la manera de recuperar lo perdido. Razón por la cual se vio con dos versiones en paralelo de su blog: Una en el internet convencional, y otra en un protocolo propio de la deep web.

Solo así era capaz de exponer al mundo, con su nombre y apellido reales, sus sueños y pretensiones (las que la habían sido arrebatadas) como si nada malo hubiese pasado en su vida.

Mientras que en su blog secreto no temía expresarse sobre su cruenta realidad. Al ser un sitio de contenido más crudo y muchas veces explícito e ilegal, ésta versión acabaría llegando a un público muchísimo más amplio.

Así nacía la dualidad que definiría desde entonces, su propia personalidad.

De algún modo, la joven y deteriorada Sofía había conseguido armar una vida dentro de su vida.

Recibir atención, halagos, consejos, cariño, amistad y hasta dinero digital en una cuenta personal, muchas veces a modo de donaciones producto del impacto que su blog generaba en muchas personas, la convertía lentamente en el centro neurálgico de la vida de muchas almas desconocidas.

Entre el horror de una existencia sometida y el navegar libre por un mundo de infinitas recompensas, la elección era más que simple.

Con el correr del tiempo, también encontró más que compañía. Entre ello se destacaban: una mejorada autoestima, su notable veta artística, el reencanto por su firme vocación por la informática, la útil capacidad de manipular a su favor pero hasta cierto punto la psicología de Damián y de otros, y el firme deseo de recuperar su vida normal.

Lujuriosos Píxeles de MedianocheWhere stories live. Discover now