3. Ensayo y error

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El sol de la mañana da de lleno en la cara del joven baterista. Se despierta somnoliento por no haber dormido lo suficiente y de un pésimo humor que cambia repentinamente al revisar la hora en su celular. Tres mensajes no leídos de Sofie Jeannie Chimichurri.

<Buen díaaa dear Vincent! Tranqui que hoy no soñé con tu verguis en mi chochis 😉, cochino degenerado 😚>

<Estoy aburrida! Se suponía que hoy me iba donde mi abue y la muy traidora me canceló para irse donde una amiga! 🥺 Justo iríamos a pedalear por los cerros detrás de su casa 😫 me mató!!>

<Me dijiste que hoy ensayabas no??? 😁😁😁 Quierooo verte. Daleee. No me falles tú también!! 🥺😌😚>

La sonrisa de Vicente Santacruz es digna de un emoji. Ni siquiera lo contempla y lo primero que hace es responder:

<La chica más linda que conozco quiere verme azotar unos tarros. Qué podría salir mal? 🤔>

<Vente a mi casa a las tres y media y nos vamos al ensayo. No tardes que te dejo solaaa 🤟😉>

Al terminar de enviar sus mensajes y de leer unas diez veces más los de ella, se percata que no hay forma de que siga el consejo de Ramiro. De alguna manera encontrará la forma de decirle a Sofía que es bonita y ella lo apreciará como él apreciará sus palabras hasta el último día de su vida. O al menos, lo suficiente como para ganarse un beso suyo. Eso lo conmociona de solo pensarlo.

Las 15:30 se dieron hace quince minutos. Ramiro está fumando su tercer cigarrillo en el asiento del conductor de su vieja y fiel camioneta Chevrolet de tercera mano. Los equipos están cargados. Solo falta que su pequeño hermano se suba de una jodida vez.

-Por lo menos dime qué carajos esperamos, bicho o vas a tener que llevar tu batería al hombro y en un jodido microbús.

-Te he esperado en silencio por una hora mientras cagas. Creo que puedes esperar un poco más -responde Vicente mientras con sus baquetas marca un ritmo acelerado sobre un tocón que pocos días atrás solía ser de un hermoso cedro que ya obstaculizaba la vereda.

-Mi abue se demora dos horas en cagar y yo no me callo ni un minuto hasta que sale del baño. No sé cómo lo haces -la inconfundible voz de Sofía llega a espaldas de Vicente.

Cuando éste se dispone a voltear, unos firmes brazos adornados con pulseras de tela de colores, lo aprisionan cariñosamente. Una barbilla pequeña se le acomoda en un hombro y una mejilla suave como el algodón se le pega a la suya. Ese aroma a perfume cítrico invade su alma. Está demás decir que el corazón de Vicente se vuelve completamente loco.

-Sofía... -pronuncia su nombre en un suspiro.

-¡Temía que te hubieras ido! ¡Perdón por demorarme! Tuve que hacer unos mandados antes. No estaban en mis planes -se disculpa la chica rodeando sus brazos en el cuello de su querido amigo y besándole la mejilla.

Desde la cabina de la camioneta, los ojos maduros de Ramiro observan la escena. Se termina el cigarrillo, arroja el filtro al basurero oxidado, se estira y abre la puerta del copiloto.

-Hey, par de conejitos. Súbanse que vamos tarde al ensayo.

-Sofía, ven, te presento a Ramiro. Es el hermano del que ya te había hablado.

-Hola hermano, ¿qué pasa? -le saluda la muchacha con la naturalidad que la caracteriza.

-Hola, hola. Un gusto. Ya, suban que pago la sala por hora aún si no estamos ahí -Ramiro se comporta reservado con la presencia de la chica, no siendo sorpresa para su hermano Vicente.

Lujuriosos Píxeles de MedianocheWhere stories live. Discover now