• Capítulo 4 : Jimin & London to cita.

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Allí estaba, sonriendo frente a mí, con su cabello rubio peinado ligeramente hacia atrás. Llevaba un perfume que me hacía sentir en primavera, tan dulce como su sonrisa. Una chaqueta negra, camisa blanca con algunos botones desprendidos,  jeans y zapatos de color negro, muy atractivo a la vista la verdad.

—Buenas noches, bella dama —me tendió su mano—¿Me haría el honor de acompañarme hasta mi auto?—estaba actuado como todo un caballero pero por momentos su risa traviesa se le escapaba y la trataba de disimular lo más rápido que podía volviendo a su cara seria de príncipe de Disney.

—Buenas noches, sería un verdadero honor ir con usted—tomé su mano, era cálida como el sol. Bajamos por el elevador, el auto de Jimin estaba justo en la entrada del edificio. Observé el cielo, esa noche había muchas estrellas pero la más brillante estaba a mi lado. Iba a abrir la puerta del auto cuando Jimin me detuvo.

—¡Espera!—puso su mano sobre la mía, logrando que lo mire con curiosidad y un toque de sorpresa—Déjame hacerlo por ti, ¿si?—sonrió en grande y se apresuró a abrirme la puerta—. Ya puede subir a su carruaje —hizo un ademán hacia dentro del coche, invitándome a adentrarme en el.

—¡Oh! Está bien, eres muy amable —le hice una pequeña reverencia con la cabeza, casi sin darme cuenta.

—Eres una princesa, no puedo evitarlo—su sonrisa se expandía a cada segundo. Subí al auto y él cerró la puerta del copiloto. Una vez se sentó a mi lado me observaba con intensidad, escrutando mi rostro en detalle.

—¿Qué estás viendo? ¿Acaso tengo algo en la cara?—pregunté con preocupación, llevando las yemas de mis dedos sobre mis mejillas, dando pequeños toques, intentando averiguar que rayos tenía en mi rostro.

—Sí —confesó divertido—. Tienes algo en la cara y no me puedo concentrar en nada más que eso, lo siento —sus palabras me pusieron tensa, había pasado muchos minutos frente al espejo viendo que todo estuviera en su lugar. Rápidamente giré mi cabeza, dejando mi vista al frente, mientras me cubría el rostro con ambas manos.

—¡Ya no me veas, sólo dime que es lo que tengo! ¡Olvidé traer mi espejo, esto es muy humillante! —chillé avergonzada. Él puso una mano sobre mi muslo, entonces giré a verlo, sin despegar las manos de mi rostro.

—Te diré qué es, pero primero —acercó sus manos a las mías y las quitó con suma gentileza de mi rostro—...así está mucho mejor —sonrió satisfecho, su mirada desprendía ternura y aunque era de noche, sus orbes destellaban con un intenso fulgor, logrando que me perdiera en ellos por unos segundo.

—Ya dime que tengo —rogué con desespero, sintiendo mis pulsaciones aumentar su pulso.

—Lo que tienes en el rostro, que no me deja concentrar...es....una hermosa sonrisa—explicó con galantería, haciéndome soltar un profundo suspiro de alivio y sin darme cuenta comencé a reír junto con él.

—¡Eres un idiota, creí que tenía algo en el rostro! —le di un suave golpe en el brazo, fingiendo estar ofendida.

—¡Oye! ¿Ya olvidaste mis palabras? ¡Eres hermosa sin importar que ropa uses, ni lo que haya en tu rostro! —estaba tan conmovida con sus palabras que no pude evitar que mis ojos se cristalizaran. Desde que John me engañó había perdido mucha confianza en mí misma, y mi autoestima estaba tan soterrado en la oscuridad, que ya ni siquiera podía verlo; pero de pronto sus palabras me estaban devolviendo esa luz, iluminando todo mi ser.

—¿Vas a llorar?—apoyó su mano sobre mi hombro, mientras con la otra llevaba un mechón de cabello detrás de mi oreja, dejando al descubierto mi cuello. Su mirada estaba enfatizada en la mía, desprendiendo un brillo de preocupación y culpa.

Jimin to London 🏹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora