8. Eclipse

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El día después de la batalla

Yue se mueve y se lamenta. HeDi se despierta preocupado, todavía cuidándola entre los brazos.

"Oye... ¿Cómo estás? Me asustaste un montón ayer..."

"Me duele por todas partes..." se queja ella.

HeDi no entiende por qué está sufriendo tanto si el arroyo la curó.

En un intento de encontrar una solución, deja a Rugido cuidando a su YuYu y corre al pueblo para preguntarle a la Sanadora qué puede hacer para ayudarla.

La Sanadora le da a HeDi un aceite que ayudará a Yue. También le explica que el cerebro de Yue no puede entender cómo sus lesiones sanaron tan rápido y está teniendo dificultades para acostumbrarse.

"Podría tomar unos días. Sigue aplicando el aceite donde le duele para hacer que su mente entienda que está curada. El dolor es solo el reflejo de una idea, no de un hecho".

HeDi vuelve a la tienda con el aceite, se arrodilla junto a Yue y le explica la situación.

Yue intenta aplicarse el ungüento por sí misma, pero no tiene fuerzas. Cuando se mueve, el dolor es insoportable y es incapaz de frotar la loción.

"No puedo..." murmura con ojos abatidos.

HeDi piensa por un segundo...

"Lo haré yo, si eso está bien contigo."

Yue asiente. Está agonizante; cualquier cosa que la ayude es bienvenida.

HeDi está agitado, obviamente. Yue está sufriendo y lo único que se le ocurre a él es que no hay prendas que cubran su cuerpo bajo las mantas, solo esa figura femenina que anhela acariciar, besar, sentir...

Sacude la cabeza e intenta concentrarse. Se lava las manos en el arroyo y luego se arrodilla de nuevo junto a Yue.

Lentamente, descubre sus hombros primero, se echa un poco de aceite en las manos y con amor comienza a masajear la zona.

Yue derrama una lágrima.

"Lo siento, ¿quieres que me detenga?" pregunta con tristeza en la voz.

"No. Sigue, solo... Sé delicado, por favor."

HeDi asiente y le besa la frente.

Poco a poco, el dolor comienza a disminuir gracias a las cálidas manos del chico que liberan su afecto y compasión sobre los hombros de Yue.

Ahora es el momento de masajear el centro de su pecho y sus costillas, donde un cuchillo la cortó un par de veces, tratando de clavar su corazón. A medida que la manta se mueve hacia abajo, HeDi traga grueso. ¿Cómo va a hacer esto? Incluso la posición es rara. La mejor manera de hacerlo es llevándola a sus brazos.

HeDi se muda a la cama, destapa todo el cuerpo de Yue, y la coloca delicadamente en su regazo para apoyarla sobre su brazo izquierdo.

Su corazón está bombeando más fuerte que cuando lucha; en cambio, Yue está demasiado exhausta y adolorida para siquiera pensar en lo que está sucediendo. Todo lo que sabe es que está agradecida por el cuidado que él le brinda.

Hay un millón de sensaciones y emociones dentro de HeDi: amor, indignación, compasión, deseo, ira, frustración, inutilidad... Las siente todas; ella las despierta todas.

Sin embargo, cuando su mano comienza a frotar el aceite en el pecho de Yue y HeDi siente cómo los latidos de su corazón retumban en la piel de sus dedos, todo parece asentarse. Él siente paz y le parece que todo encaja y está bien porque ella está en sus brazos, dependiendo de él, confiando en él, permitiéndole cuidarla. Nada se siente tan bien; nada importa más que Yue.

Los últimos guerrerosWhere stories live. Discover now