DÍA 274: Mal presentimiento

Start from the beginning
                                    

– ¿Sabes una cosa? – le digo. – No hacer nada contigo es de mis planes favoritos del mundo.

Sonríe y cuela su mano por dentro de mi camiseta para acariciar directamente mi piel mientras que yo apoyo el codo en la cama para incorporarme un poco y seguir hablando.

– Me encanta estar por ahí haciendo cosas con mis amigos, con mi hermana, contigo... Me encanta cualquier plan que implique estar con la gente, e incluso me encanta concentrarme en mis cosas y pasar el rato conmigo misma, pero luego estamos aquí, tiradas en tu cama por horas hablando de cualquier chorrada y no se me ocurre un plan mejor. Lo noto mucho cuando llega un día así, feo como hoy, y lo único que quiero es estar contigo porque sé que aunque pasemos la tarde menos aprovechada del mundo, cuando me vaya a dormir voy a sentir que contigo hasta los días así valen la pena.

La ternura se acumula en sus ojos al mirarme y saca su mano de mi camiseta para llevarla a mi cara y apartarme unos mechones que han caído sobre los míos, dejando suaves caricias en mi mejilla cuando sigo hablando.

– Yo ya lo sé, pero me gusta cuando estamos juntas y de golpe, por cualquier tontería, me doy cuenta de la suerte que tengo de poder perder el tiempo contigo. No me canso de hablarte, de escucharte, de mirarte, de besarte. No me canso de nada y eso me pasa porque siempre tengo más ganas de ti.

Me inclino de nuevo para besarla con todo el amor que quería transmitir con mis palabras, hasta que se me escapa la risa sobre sus labios y me tengo que apartar mientras ella me mira con una sonrisa entre divertida y confusa.

– Perdón, no sé por qué me he puesto tan intensa de repente.

Imita mi risa momentáneamente y se agarra a mi nuca para acercarme a ella y besarme.

– Mi amor, nunca me pidas perdón por ponerte intensa, y muchísimo menos por decirme cosas bonitas.

Me dejo caer sobre ella y me acurruco en su cuello mientras me rodea de nuevo con sus brazos para apretarme fuerte contra su cuerpo.

– Bueno, no ha quedado tan bonito como pretendía, esas cosas se te dan mejor a ti.

– ¿Qué dices? A mí me parece que te ha quedado precioso.

Yo niego rozando su cuello y me invade cierta vergüenza al recordar lo que acabo de decirle, aunque en el fondo me da igual porque es mi Nat, y puedo decirle lo que sea sin sentirme estúpida.

– Eres tú la que siempre sabe qué decir y la que encima lo hace tan bonito.

– No digas tonterías porque tú también me dices un montón de cosas bonitas – yo salgo de mi escondite para mirarla con cara de incredulidad y ella me da un beso en la frente mientras se ríe. – Que sí tonta, tengo una nota en el móvil donde las apunto todas.

Me sonríe de una forma que no llego a creérmelo, pero por otro lado la veo totalmente capaz de que la tenga de verdad. Se vuelve a reír de la cara que pongo y se inclina para darme otro beso en los labios.

– Tú también eres mi plan favorito – susurra sobre ellos.

Me muerde el inferior con suavidad antes de repasarlo con su lengua y hacerme entreabrirlos para profundizar el beso. Yo me vengo arriba al sentir que se apoya en mi cuerpo para estar más pegada a mí y nos hago rodar por el colchón para ponerme sobre ella, que sonríe al ver mis intenciones y mete las manos por dentro de mi camiseta para tocar la piel de mi espalda baja.

– ¿Se han acabado las historias vergonzosas? – pregunta cuando mis besos continúan hacia su cuello.

– Por hoy sí.

CuarentenaWhere stories live. Discover now