Capítulo treinta y nueve. | SEGUNDA TEMPORADA.

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Despertandose cuando sintió una mojada lengua tocar su cuerpo, desorientada dirigió su mirada a Willow la cual pasaba su mojada lengua por su abdomen, más exactamente en su vientre.

Ahí fue donde entendió la razón del por qué es que aquella cachorra había comenzado a ser apegada a ella y un tanto celosa, ahora entendía las veces en las que lloriqueaba desesperada cuando vomitaba.

Decían que los animales tenían un sentido adicional, algunos gatos podían predecir la muerta, los caracoles las inundaciones, en este caso la perrita parecía haber sabido desde mucho más antes que estaba embarazada cosa que aunque parecía netamente irreal podía ser cierto.

Willow parecía muy tranquila lamiendo con cuidado su vientre como una señal muy pequeña de felicidad, cosa que acojonó el corazón de la mujer, aquella extendió su mano a la cachorra para acariciarla consiguiendo que esta le mirase batiendo su cola contra el colchón, un lloriqueo salió de ella antes de recostar su cabeza con cuidado en su estómago. Las horas comenzaron a pasar hasta que llegó aquel momento que Moa anhelaba que no pasara.

En la pantalla de su celular se notó a un cansado Tom que frente a la camara parecía cambiarse de ropa, recién salido de la ducha.

— Adivina que me pasó. —Habló Tom iniciando la conversación, Moa que mantenía su vista en la pantalla sonrió por lo bajo de una forma muy desganada.

— ¿Qué te pasó, cielo?—Preguntó la chica calmada.

— El hotel donde me estoy hospedando tiene llaves como estas. —Frente a la cámara el rubio caminó hasta una de las mesas donde tenía sus cosas básicas tomando entre sus manos una tarjeta digital.— Regresé de grabar y estuve intentando e intentando ingresar a la habitación por varios minutos y te juro que esa maldita puerta no abría.

— ¿No hablaste a recepción?

— Aguarda, a ese punto llego. —Hizo un gesto con su mano de espera consiguiendo que eso hiciera reír a la chica, una risa que cesó pronto y Tom se dio cuenta.

Podía ser torpe en muchas ocasiones pero en pequeñas cosas lograba darae cuenta de cosas que su novia creía que aquel no podía notar.

— Bajé a recepción y le dije al joven que atendía: “Disculpe estoy intentando acceder a mi habitación y esta estúpida tarjeta no puede ser leída correctamente.” mientras le daba mi tarjeta. —El rubio hizo una pausa negando con su cabeza de solo recordar la escena de vergüenza por la que había pasado.— y el joven me dice: “Correcto señor, lo que pasa es que... Esta tarjeta no es la de nuestro hotel.” —El silencio inundó ambas lineas.

Magdala reprimida una pequeña risa que se hacia cada vez más fuerte hasta lograr dejar salir una carcajada.— ¿Amor, como puedes ser tan torpe? ¿De dónde era la llave que estabas intentando pasar?

— Del estudio... Lo único que pude hacer es reírme nervioso y desaparecer, no creo poder verle la cara de nuevo a ese muchacho.

La mujer rodó los ojos en plena diversión, Tom sonrió por lo bajo de ver a su novia sonreír.— Te extraño amor...

— Yo también te extraño. —Susurró de forma un poco débil, realmente no se sentía de ánimos altos como para poder afrontar a su novio en ese momento.

— ¿Todo bien cielo? Te noto un poco decaída... ¿Cómo salieron tus estudios?

La respuesta tardó en ella provocando que el rubio se sintiera perturbado, Moa en silencio se puso de pie desapareciendo de la camara unos segundos antes de volver con una carpeta donde adentro sacó todos excepto uno.

Detrás de la cámara. © [Tom Felton] Where stories live. Discover now