Detrás de la cámara. © [Tom Felton]

Capítulo treinta y siete. | SEGUNDA TEMPORADA.

— ¿Me dejarás?—Habló la mujer de forma dramática.

— Dejaría todo atrás, menos a ti ¡Huye conmigo, Magdala! —La energía se revitalizo en el rubio quien se puso de pie posando una mano en su corazón y otra extendiendosela a su novia.

La mujer entendiendo aquel juego soltó una risa extendiendo de igual forma su mano para tomar la de su amado.— ¡Seguiré tus pasos y haré lo que me digas!

— ¡Entonces hagamoslo!

— ¿Cuándo? —Preguntó fingiendo estar alarmada por la propuesta repentina.

— ¡Ahora mismo!

Algo que amaba aquella mujer es que a veces, de la nada, jugaban actuando en papeles de personajes de que situaban en la época victoriana–medieval.

— Necesitaré preparar todo.—Trató de alejarse pero con un suave jalón Tom la detuvo acercandola a él para atraparla con su mano libre.

— No hace falta, tenemos al mundo entero en nuestras manos si estamos juntos.—Tom se acercó al rostro de Moa dejando un beso en sus labios, un beso corto.

— Me buscarán, sabrán que no estoy.

— Buscarán a alguien que no existe, Magdala Armstrong.

La falsa sorpresa la hizo abrir sus labios horrorizada ante las palabras de su novio.— ¿Que pasará conmigo?

— Serás mía... —El susurro del rubio ronco en ese momento hizo erizar la piel de la mujer.— Sé mía...

— Soy tuya...

— Little liar.—La forma en la que había dicho aquello hizo a la chica estremecerse, su voz ronca le daba a entender que estaba tomando un rol más serio.

— Soy tuya...

— Sigues siendo de tu familia... Sé mía. —Demandó.— Sé mía, Magdala de Felton.

Aquella mención hizo que la mujer se sorprendiera soltando la mano que estaba en contacto con la de su novio.

— ¿Qué? —Su mente aún procesaba lo que había escuchado.

— Cásate conmigo.

La mente de aquella mujer permaneció en blanco, no hubo nada más en aquel lugar que no fuera el vacío, la mujer estaba incrédula aunque pronto su rostro inexpresivo hasta el momento cambió por una risilla, seguramente jugaba, y aunque era tal evz meramente juego no negaría que su corazón dio un vuelco, el rostro del rubio le miraba atento.

— Acepto. —Susurró la chica con diversión, ella creía que todo era meramente en juego al final pero la mirada de Tom severa hizo a la mujer cesar su gesto divertido.— ¿H–Hablas en serio?

— Cásate conmigo, no ahora tal vez pero hazlo... —El rubio con su mano izquierda tomó la mano izquierda de su amada para alzarla, esta se sostuvo en el aire y Tom se quitó una de las pulseras que traía para dársela como si fuera un anillo de promesa o compromiso.— Prometo darte a futuro un anillo pero cásate conmigo.

La mujer sonrió enternecida.— Lo haré. —Una parte de Magdala estaba totalmente embelesada con ese momento aunque otra gritaba que era simplemente muy pronto para tomar pasos agigantados.