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Esa noche lo cambió todo.
Ahora teníamos un secreto que esconder, la muerte de 11 personas con las que teníamos que arrastrar para no deslegitimar a nuestros padres.
Nadie podría enterarse de que los hijos de los más importantes de la mafia italiana iban matando por solo unos kilos de droga.

La alianza ya no era una familia o nuestro método de consolación o de refugio de nuestras familias, ahora era un pacto de por vida. Todos estábamos amenazados para no hablar, para que ese secreto quedara entre nosotros.
Quien abriera la boca, disparo y para el hoyo.

Con el tiempo la alianza se iba separando hasta que mataron a mi padre.
Ese hecho colmó mi vaso de paciencia.
La verdad no quería vengarme porque quisiera realmente a mi padre ya que él siempre había sido un capullo, y yo al fin y al cabo había terminado siendo su sombra.
Aproveché su muerte para seguir teniendo la adrenalina de ver sangre en mis manos y para defender el nombre de los Hossler.

Cuando él murió, llamé a Josh.
Él era quien me iba a ayudar en todo, siempre había confiado en él.

Llevábamos dos meses tras la pista de su asesino hasta que lo averiguamos: Ken Rossi.
El queridísimo amigo de mi padre.

Terminé de hacer ejercicio y me dirigí a la mansión de aquel bastardo.
Dispuesto a matarle hasta que descubrí algo con lo que podría torturarle, hacer que estuviera muerto en vida.

Ese día, cuando su hermosa hija Gabriella se cruzó en mi camino decidí empezar mi juego.
Mi tortura.
El trato.
Mi trato con los Rossi.

Creo que Ken pudo notar mis ojos brillar con malicia cuando observé a su hija durante minutos.
La vi tan inocente, tan pura, que mi deseo aumentaba con creces.
Ansiaba ensuciarla con mis juegos.
Cortarle las alas del precioso ángel que aparentaba para que les crecieran unas de demonio.

A partir de ahí empecé a usar mis tácticas.
Intentar ganarme a Gabriella, aunque creo que el rollo se cortaría pronto al descubrir el trato, y sinceramente, me daba igual.
Yo me iba a casar con ella para hacer sufrir a su padre, no porque la quisiera.

Me hizo gracia la desesperación de Ken cuando le conté mi idea.
Era fácil: me casaba con Gabriella y no le volaba la cabeza ni a él ni a su hija.
¿Quién desperdiciaría ese trato sabiendo que puedo llegar a ser peor?

Esa mañana, cuando fui a recogerla, parecía un puto gato que te echaba las garras con nada que hicieras.

Le hablaba, le molestaba.
Le tocaba, le molestaba.
Le hacía cumplidos, le molestaba.
Respiraba, le molestaba.

A veces incluso llegué a arrepentirme de haberme casado con esa mujer, era tan insoportable.
Con lo fácil que hubiera sido matar a Ken desde un principio...

Cuando llegamos al jet, fue peor.
Pensé que eso iba a ser así para siempre y en parte me divertía.
Me era divertido molestar a la gente, verla sufrir.
Enserio me complacía.

Cuando se hizo de noche.
Decidí ir a la cocina, no podía dormir así que creía que sería una buena idea planear mis próximos tratos.
El problema fue que ella estaba allí, de pie, con un precioso pijama de lencería que apenas le cubría los muslos.
Joder se veía tan hermosa, tan apetecible e inalcanzable a la vez que mi antojo por ella creció.
No pude evitar fijarme en su culo cuando se fue molesta a la habitación.

A la mañana siguiente estaba hablando con Josh sobre el ataque a los Lewis pero su presencia nos interrumpió.
Seguía con ese bendito pijama y no pude evitar recorrerla con la mirada con una sonrisa hambrienta.
El problema fue Josh, que también parecía que se la devoraba con solo verla.

- Aparta la mirada, ahora.- le apunté a la rodilla por debajo de la mesa.

Ella pareció no darse cuenta.

- Buenos días.- dijo Gabriella pasando por delante de nosotros.

Inconscientemente fui detrás suya.

- Buenos días linda.- la tomé de la cintura besándola.

Me satisfacía ver cómo odiaba que la tocase.
Ella levantó su mano para abofetearme pero la detuve antes de tiempo.

- Podrás odiarme todo lo que quieras cuando estemos solos, pero enfrente de mis allegados y socios, debes comportarte como mi esposa. No puedes faltarme el respeto, y menos, intentar golpearme.

- ¿Soy tu esposa o el juguete que manipulas como quieras?

- Ambos.- sonreí satisfecho.

- Que te follen Hossler.

- No juegues con fuego Gabriella.- le solté la mano.

- Jefe, deben de firmar el contrato de matrimonio.- pude notar cómo Josh dirigió una mirada hacia ella y me molestó.

- Ahora vamos.- le respondí aferrando a Gabriella fuerte de la cadera.
Para mi sorpresa ella se calló, y le dirigí una mala mirada a Richards.

Fuimos a la habitación y en cuanto entramos me quitó la mano y cerré la puerta.

- ¿Qué palabra no entendiste de no me toques?

- Todas y cada una de ellas, pero cuando estemos enfrente de alguien, tenemos que fingir. Mientras estemos solos no te pondré la mano encima.

- Maldito. - susurró.

- Pude oirte.

- Realmente lo eres.

- Necesito que te cambies, tenemos que firmar el contrato.

- ¿Qué pasa? ¿Te molesta que tu mano derecha me mire de la forma que me miró? - dijo acercándose a mí. Esta chica está jugando con fuego. - ¿Te molesta que todos se fijen en tu mujer? - fue avanzando más.

Me estaba empezando a mosquear y la cogí de las caderas, posicionándola contra el armario.

- Solo yo puedo mirarte así. Solo yo puedo tocarte y sino - cogí su mano y la dirigí a mi pistola. - Lamentarán haberte mirado.- ella tendría que saber quién era Jaden Hossler.

Pude notar como tragó saliva.

- Te espero fuera.- la solté y me fui.

Mataría a aquel que la mirase, no porque la amara, sino porque nadie tiene el derecho de mirar a la mujer de otro.
Es la norma.

En cuanto se cambió y la vi con ese vestido ajustado supe a qué jugaba.
Se sentó a mi lado y le puse una mano en su muslo.

- Algún día te quemarás, querida. - le susurré y ella sonrió de forma malvada.

Realmente se quería quemar en el juego.

- Está hermosa señorita Gabriella.- la halagó Josh.

- Gracias Josh.- le respondió sonriente.

Cuando Josh notó que le mataba con la mirada apartó la vista y nos entregó el papel.

El maldito papel.
El papel que sentenció mi aventura con Gabriella Rossi.

EL TRATO: LA VERSIÓN DE ÉL [BETRAYED #2]Where stories live. Discover now