Mademoisselle.

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Ya habían pasado seis meses de vivir juntas, a Isa y a mi no nos había costado absolutamente nada adaptarnos , simplemente se dio  y al contrario de lo que pensaba con mis mañas y pesadeces, ella soportaba como mártir mis tonteras. Nos proyectábamos en un futuro pleno y próspero y disfrutábamos nuestra vida juntas plenamente.

Un día lunes recibo una llamada telefónica:

- Alo, señorita Voudoin, me dieron su número en su trabajo, nos dijeron que usted hablaba perfecto francés y nuestra universidad está buscando a una profesora del área.

- Agradezco su oferta señor, sin embargo me complica por mi trabajo, además no tengo experiencia docente.

- Son clases en horario vespertino, y en este semestre sólo necesitamos que hiciera dos cursos. Que le parece si mañana tenemos una reunión, por favor anote la dirección y mi número de teléfono, estaríamos encantados de contar con usted entre nuestra planta docente este año.

- Lo pensaré, sin embargo iré mañana a la reunión. Que este bien. Hasta pronto.

No podía evitar pensar en la oferta, de hecho toda la tarde medité el asunto, no puedo negar que siempre me había interesado realizar clases, y un ingreso extra no estaría mal, pensando tantos proyectos que teníamos con Isa, quería darle todo, regalonearla y para eso, éste trabajo seria un perfecto complemento.

- Amor,  que opinarías si te dijera que me ofrecieron hacer clases de francés en una de las universidades más prestigiosas del país.

- Diría que te mereces lo mejor del mundo, que te apoyo en lo que tu decidas y que si aceptas te haré un tatuaje que diga que eres mía!

- Jajajajajajaja, pero mi vida, sólo tengo ojos para ti.

- Si, pero esas veinteañeras son de temer.

- Sabes que te amo con todo mi ser.

- Y yo te adoro. Yo soy feliz si tu eres feliz.

Al día siguiente fui a la reunión, hable con el director académico y los jefes de carrera, antes de salir ya había aceptado trabajar ahí, de hecho eran clases de francés que comenzarían con el nivel 1 este semestre. Empezaría al otro día,  el miércoles, lo cuál era bastante pronto, pero estuve dispuesta a hacer el esfuerzo, la adrenalina de hacer algo nuevo me daba ganas y fuerza.

Mi primer curso aquel miércoles estaba formado por alumnos de sicología y sociología, era un grupo mixto cuyos rangos de edad fluctuaban entre los 19 y 22 años, pues eran alumnos nuevos. En su mayoría eran tan tímidos, muy lejos de las expectativas que me había creado, tal parece que había visto mucha televisión, pues estos alumnos reales distaban mucho de masacrarme a preguntas, de hecho me miraban perplejos, sin embargo definitivamente sentía que enseñar era lo mío y la clase se me pasó sencillamente volando. Luego de un descanso de 30 minutos entraba un nuevo grupo, alumnos de ingeniería, pero de distintas especialidades, eran chicos totalmente distintos, más maduros y participativos, mayores, más deshinibidos también, lo cuál me permitió relajarme más. Habían pasado diez minutos del inicio de mi clase cuando siento que golpean a la puerta del salón.

- Mademoisselle,  excusez- moi,  puedo pasar.

Era una chica de unos veintiséis o veintisiete años, sinceramente no pude definirlo con claridad, pues siempre he sido malísima para adivinar la edad de las personas, tenía ojos vivaces y una sonrisa nerviosa. Era bonita, debo reconocerlo y me provocó una sincera empatia, a pesar de haber llegado tarde.

- La entrada a clases fue hace diez minutos señorita.

- Lo se, pido disculpas, pero estaba hablando con el jefe de carrera por mi cambio de universidad, soy nueva, esperaba con ansias su clase, siempre he amado el francés.

- Confío en que no se vuelva a repetir. Pase y tome asiento rápidamente.

Al entrar y caminar, con su bolso, pasó a llevar los cuadernos de un compañero, y los botó estruendosamente, al sentarse estuvo a punto de caerse, pues la silla estaba coja. Los alumnos no pudieron evitar reírse y yo también moría de la risa internamente; hacía mucho tiempo que no veía a alguien tan atolondrada.

- Se encuentra bien señorita? Le dije.

- Si, disculpe por favor todo el caos.

- Muy bien, entonces sigamos con la clase.

Al terminar, los alumnos fueron saliendo lentamente, algunos estaban sencillamente encantados con el idioma del amor, un chico pelirrojo incluso me dijo que pensaba conquistar a una chica hablándole francés, lo cual me causó mucha gracia; sin darme cuenta la chica que había llegado atrasada estaba a mi lado,

- Mademoisselle,  yo no aparezco en la lista, me inscribí recién hoy. Lo digo por que no quiero quedar como inasistente.

- Cuál es su nombre, señorita?

- Constanza San Martín.

- Ok, ya está en lista,  le dije mientras terminaba de escribir su nombre al final de la lista.

- Usted es soltera?

- Perdón?

- Lo digo por que no lleva anillo de bodas.

- Si señorita San Martín, no soy casada.

No le dije que estaba como casada con alguien, suprimí la información, supongo que fue porque no tenía por que hablar de mi vida privada con una estudiante.

- Au revoir mademoisselle,  creame que me encantó su clase.

- Au revoir. A la prochaine.

Y la vi desaparecer de la sala de clases, no sin antes ver que me daba una última mirada.

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- Hola mi amor, cómo le fue en su primer día de clases?

- Muy bien mi amor, fue relajado.

- Me extrañaste?

- Muchísimo!

- Y alguna pelotuda jote?

- No amor, no se preocupe. No se pase rollos.

No pude evitar sin embargo pensar en aquella chica algo atolondrada que llegó atrasada. Hay que reconocer que era muy bonita. Inmediatamente sacudí mis pensamientos mientras Isa me sorprendía con otra de sus maravillosas cenas.

- Amor, venga a comer antes que se enfríe...

Estaba escrito que te amaría.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora