Capítulo 2

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Aquella noche, en la penumbra de la habitación, repasé mentalmente los sucesos de aquel día; especialmente los que implicaban a Kaiden. Analizándolos con cautela, una teoría fue tomando forma y creándose a partir del hecho que me hizo potenciar la ira: Kaiden Parker no sólo existía para joder mi propia existencia, sino que lo disfrutaba en el proceso. No tenía otra explicación, sobre todo si evaluaba los acontecimientos sucedidos hace tres meses.

Me di vuelta en la cama, encontrando una posición que impidiera que mi corazón aumentara sus rítmicos palpitares por el mero hecho de pensar con rabia en mi vecino. Con su rostro patético y con aquella sonrisita de suficiencia, aquel pecho desnudo que parecía tentador a la vista ajena, y con aquel arete colgando de su oreja como si se creyera completamente invencible.

Gruñí contra mi almohada. Me obligué a mí misma a dejar de pensar en él, dado que dormirme con aquellas energías negativas alrededor de mí representarían algo como un suicidio mañana por la mañana. Y dadas las circunstancias, me esperaba un largo día; incluso mucho más que el que había tenido hoy.



Me encontraba esperando frente al 3B una vez más. ¿Qué hacía realmente aquí? ¿Qué esperaba encontrar al otro lado, a quién exactamente? ¿Qué versión de Kaiden Parker me esperaría esta mañana? Lo supe de inmediato cuando su puerta se abrió de par en par, vistiendo unos pantalones de pijama y un pecho desnudo. Allí estaba su arete plateado en el lóbulo izquierdo de su oreja, y allí estaban aquellos sorprendentes ojos azulados que habían llegado a encandilarme la primera vez que los vi.

—¿Qué haces aquí? —inquirió, con voz suave y melódica.

—Yo... no sé.

Kaiden avanzó un paso fuera de su apartamento.

—¿Y qué es lo que quieres?

—Tampoco lo sé —susurré.

—Bueno —Kaiden cerró la puerta de su apartamento detrás de sí una vez que salió al pasillo—, ¿qué te parece si averiguamos las respuestas a mis preguntas?

Me tomó de ambos lados del rostro y, bruscamente, hizo encontrar nuestros labios. Emití un jadeo que Kaiden pareció tomarse como una invitación, y entonces me hizo girar para apretarme contra la puerta de su propia casa. Me mordisqueó el labio inferior con fiereza, mientras que sus manos se adueñaron del resto de mi cuerpo; acariciándome los brazos, la cintura, las piernas. Aprisionada contra su cuerpo y la puerta, podía sentirme totalmente encendida, sintiendo cómo los sitios correctos de nuestros cuerpos se ponían en contacto sin avisos previos. Noté la erección de Kaiden antes de su puerta se abriera por sí misma, y ambos cayéramos dentro de su departamento, encerrándonos.



Ahogué un grito cuando desperté del sueño, sentándome en la cama tras la sorpresa. Me encontraba en mi propia habitación, dentro de mi propio apartamento. Todo me era familiar: desde las colchas de invierno hasta las paredes repletas de mis dibujos. Los libros en el escritorio y la computadora portátil que descansaba junto a ellos. Cerré los ojos, asimilando lo que acababa de ocurrir. Realmente era lo único que me faltaba para confirmar que el día sería una completa mierda.

Observé en mi celular la hora. Aún me quedaban cuarenta y cinco minutos para que sonara la alarma, pero era evidente que no lograría dormir ni un minuto de corrido tras el sueño que mi subconsciente me había proveído. No, no fue un sueño. Fue una maldita pesadilla.

¿Qué diablos le pasaba a mi mente? Brindarme un sueño así parecía una broma pesada, sobre todo conociendo lo que realmente ocurría entre Kaiden y yo. Yo era una persona centrada, calculadora en cuanto a sus aspiraciones, con mis prioridades bien acomodadas, y todo lo que hacía en mi vida cotidiana era para lograr obtener el mejor estilo de vida que siempre había anhelado. Y él... Él era todo lo opuesto por lo que había podido apreciar. Una persona que obtenía lo que quería con una simple sonrisa, en vez de trabajar duro para conseguirlo. Alguien a quien nadie le decía no, alguien que no tenía que poner la otra mejilla cuando la vida lo requería. Alguien a quien le daba placer fastidiarme. Al menos, aquella era la impresión que obtenía de él en cada momento que se presentaba la oportunidad.

Lo que sangra el corazónWhere stories live. Discover now