Capítulo 3

70 7 7
                                    

Amelia

Todo ser humano tiene un gran miedo en la vida, uno que sólo de pensarlo los bellos de la piel se erizan, el ritmo cardíaco se acelere y puede que hasta la respiración falle poniendo el cerebro en alerta, para luego, entrar en un estado de pánico total y rotundo, logrando sólo salir de este con mucha conversación de alguien positivo a tu lado, ya sea, amigo, familiar o un especialista capacitado para este tipo de situaciones.

Yo, como toda persona normal, tengo miedos, pero uno en particular es el que muchas noches no me permite conciliar el sueño, ese que perturba mi mente todo los días y en el momento que menos debería aparecer. Le tengo un terror incalculable a quedarme sola; no se si es por el hecho de haber pasado sierto tiempo de mi vida sin un apoyo filial o si es a causa de la muerte de mi padre Mario, sólo se que, cada que esto viene a mi mente, de mis ojos inmediatamente comienzan caer las gotas saladas como si de un manantial se tratase.

La soledad, es uno de los peores estados en donde una persona se puede encontrar, ya que cuando te sumerges en este pozo es muy difícil volver atrás porque ésta toma tu mente y te manipula a su antojo, te vuelves una marioneta de tus sentimientos y cometes actos atroces, como dañar a tu cuerpo u a personas ajenas a tu vida que nada tienen que ver. Nos convertimos en juguetes de nuestro cerebro y hacemos lo que creemos correcto en ese momento, sin darnos cuenta que sólo nos hacemos más daño, ya sea física o enocionalmente hablando; nuestros delirios toman tanta credibilidad que llegamos a perder el juicio.

Por esto es que temo tanto a quedarme sola en este mundo injustos, por eso, es que en estos momentos mi pecho es un mar negro lleno de sentimientos tristes donde no se ve la luz o si quiera una isla desierta a la que aferrarme; me siento tan sola y sólo estamos comenzando.

A mi mente viene una idea, como una pequeña esperanza en medio de toda esta agonía, aparto la cabeza del pecho de mi padre el cual esta empapado con mis lágrimas para concentrar mis ojos en los bellos orbes de él.

—¿Cuál...? —el hipo no me deja continuar por lo que respiro y prosigo —¿Cuál es la enfermedad?

Me duele como la mierda preguntar esto, pero es necesario.

—Leucemia... —un gran suspiro de dolor por mi parte lo corta tomándome las manos al ver que las lágrimas caen y caen por mi rostro —, aguda.

Al terminas mi padre de hablar, vuelvo a lanzarme a su regazo intensificado mis lamentos, al tiempo que le doy puñetazos al mueble.

—Ratoncita, por favor, no me gusta verte en estas condiciones —susurra ya que el llanto no lo deja hablar con fuerza.

—¡¿Cómo no quieres que sufra?! —me levanto nuevamente, pero esta vez me arrodillo en el mueble —. ¡Mi padre muere, y no puedo hacer nada para evitarlo! —gesticulo con las manos temblorosa para luego llevarmelas a la cabeza —¿Tienes una idea de cuanto quise tener a alguien que me protegiera y me quisiera tanto como tu?

—Si, mi ratomcita...

—No —lo corto, me pongo de pie delante de él —, no lo sabes, si lo supieras entenderías mi dolor y no intentarías calmarme —puede que este siendo un poco injusta con él, pero mis pensamientos en este instantes están nublados —¡Te amo tanto que no puedo pensar si quiera en la idea de que te pueda perder sin echarme a llorar!

Mis alaridos son tales que puede que los vecinos escuchen, pero a la mierda todos, ¡que se jodan!; tengo una mezcla de sentimientos ahora mismo que ni yo entiendo. ¿Por qué mierda no me dijo lo que le pasaba? Joder que se supone que tenemos que estar en las buenas y en las malas juntos y cuando necesitamos estar ahí el uno para el otro va y lo oculta.

—¿Desde cuando lo sabes? —interrogo, pero no responde —¡¿Desde cuando sabías lo de tu puta enfermedad?! —no puedo contener mi frustración.

—¡Seis meses! —me grita levantándose para poder confrontarme mejor —¡¿Contenta?! ¡¿Te sientes mejor ahora que sabes por cuanto tiempo llevo ocultandote mi enfermedad?! —su voz se desgarra por cada grito que suelta —. ¡Y para que te vayas enterando, no pienso atenderme porque ya estoy jodido y no pienso morir sin pelo y con mi rostro pálido por la puta quimioterapia!

Dulce TorturaWhere stories live. Discover now