Capítulo 2

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Amelia
Aeropuerto de Múnich, Alemania

No hay nada mejor como retornar a tu país, ya que es tu casa, tu hogar. Es donde tienes atesorado miles de recuerdos; esos que te hacen persona y que cuando seas viejita o viejito recordarás con una calurosa sonrisa; Alemania para mi es ese hogar, que a pesar de que parezca un puñetero congelador todo el año, es donde tengo mis recuerdos tanto buenos como malos, pero recuerdos al fin.

Mi primer beso, mi primera caída, mi primera palabra, mi primer fracaso en el amor, mi primera y única amistad, son cosas que guarda esta ciudad como si fuera una cajita con imágenes del pasado que cada que la abres rememoras todo lo vivido. En este caso cada que paso por un lugar épico en mi vida vuelvo al día que ocurrió dicho recuerdo.

Todos deberíamos amar nuestro país sin importar las condiciones en las que este porque, es lo que te identifica como ser humano ya que tu vida, sea dura o no, la desarrollaste en ese lugar, por eso yo amo Alemania. Si, el empezar de mi historia no fue fácil, ya que todos no tenemos la fatídica suerte de ser huérfanos, pero no puedo culpar a mi nación por esto, así que sólo me dedico a recordarla cada vez que estoy fuera.

El aeropuerto de Múnich me recibe, las personas entran y salen, los familiares se abrazan y ríen por verse; esto siempre me pone sentimental, no porque quiera una familia así de grande como veo cada vez que vieajo, sino, porque extrañar a un ser querido es una mierda, por lo menos ellos tienen la serteza de que se marchará pero regresará. Yo en cambio perdí a uno de las personas más importantes de todo mi entorno, se me fue muy pronto, porque siempre es así las personas que más amamos nos dicen "adios" en el momento que menos nos esperamos.

Es triste, mucho, porque sabes que hay miles de seres malignos que no se merecen respirar y que te quiten a alguien que era un ser de luz es terrible por no decir injusto. Mario era ese ser de luz, su risa, sus consejos, hasta sus regaños eran una bendición, pero como el universo es tan maldito me lo arrancó sin importarle lo que yo pudiera vivir o sentir. El siempre estará en mi corazón y si bien ya no tengo a un padre conmigo, pero tengo uno que vale un millón y que por nada del mundo lo cambiaría.

Los gritos a mi alrededor penetran mis oídos, quiero salir ya de aquí por lo que al estar fuera de la zona de embarque me dispongo a buscar a mi padre el cual como siempre no aparece. Arturo es el tipo de persona que se pierde en los aeropuertos, yendo a parar al baño pensando que es la zona donde nos encontraremos. Extraigo mi teléfono del bolso y marco su número, responde al segundo tono.

—Papi, ¿dónde andas? —interrogo con mucha emoción ya que no veo la hora de verlo.

—¡Ay, mi ratoncita! —exclama dramáticamente —¿Me creerias si te digo que he vuelto a terminar en los baños del aeropuerto? —sin poder aguatar suelto tal carcajada que las personas a mi alrededor me observan dirigiéndome miradas comicas —, Amelia por favor no te rias que esto ya da vergüenza.

¡Lo sabía!, es que mi padre siempre tiene algún problemilla en los aeropuertos; es que lo conozco tanto.

—Esta bien, ya dejo de reír —realizo una pausa, pero mi papá suspira y no puedo aguantar, por lo que suelto unas cuántas carcajadas más.

—Amelia María, no bromeó —trata de sonar serio aunque no puede ya que a él también se le escapa una que otra risita.

—No te muevas de los baños, ya iré yo a buscarte —me encamino hacia los tocadores —, no vaya hacer y termines en la pista de aterrizaje.

Y con esto me cuelga, no puedo parar de reír, todo el tranascurso a los baños me lo paso riendo; las personas que transitan a mi alrededor me enviaban miradas raras ya que no entendían el motivo de la risa.

Dulce TorturaWhere stories live. Discover now