CAPÍTULO 4: GRACIAS POR NO ENCENDER LA LUZ...

71 8 1
                                    

Aquella noche había quedado, y me estaba arreglando, mi compañera de habitación se había pasado toda la tarde estudiando y ya era tarde, le dije si me acompañaba a la fiesta , me contestó que estaba cansada y prefería dormir, se que era una excusa para no venir, a ella nunca le habían gustado las fiestas, pero le deje con sus libros, lo cogí todo y me fui. Al llegar abajo, me di cuenta que me había dejado el teléfono en la habitación, cuando volví supuse que mi compañera estaba durmiendo, ya que la luz estaba apagada, entré sigilosamente a coger mi teléfono, y al salir me tropecé con el escritorio porque no veía nada, volví con mis amigos y nos fuimos a la fiesta.

Llegué a la habitación a las siete de la mañana y para no molestar a mi compañera me quité los zapatos y me dirigí hasta mi cama, de repente sentí algo húmedo en el pie, me asusté y encendí la luz, lo que vi me hizo pegar un chillido que se enteró todo el mundo, me desplome en el suelo, estaba mi amiga amordazada y atada en la cama, la habían apuñalado varias veces y en el espejo escrito con su sangre ponía “gracias por no encender la luz” no me lo podía creer el culpable estaba en la habitación cuando entré, y lo hubiese visto si hubiese encendido la luz. Unos minutos después llegó el compañero de la habitación de al lado y llamo a la policía, estuve seis años sin decir una palabra hasta que lo atraparon, murieron diez chicas solo porque no encendí la luz.

No todo es seguroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora