Capítulo 20

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—¿No estás ni un poquito enojado?— cuestionó Leyre por enésima vez en el trayecto hacia el club—. Digo, como eres un dominante y te gusta el control y esas mierdas... Seguro que ha sido un golpe a tu ego que una mujer te haya golpeado.

—No soy fan de la violencia.— aclaró—. Pero no voy a enfadarme por una estupidez de ese estilo, y mucho menos si se trata de Cyara.

—Tú también crees que algo más está pasando, ¿verdad?— preguntó soltando un suspiro—. No me malinterpretes, adoro a mi mejor amiga... Pero es raro que ahora no viva con su novio, que se vean muy pocas veces a la semana y que la mayor parte sean por su hija Layla.

—Todo viene a raíz de que Cyara conociera a la familia de Christopher, tal vez pasó algo en esa cena...— sacó sus propias conclusiones mientras se encogía de hombros.

—Tienes razón, pero no vamos preguntarles por eso, sería raro...

—A mi me gusta la raro.— murmuró divertido—. Y es por eso que si, voy a preguntarle a Christopher sobre su situación.

—Te va a mandar a la mierda.

—Eso es lo más probable, conociéndolo...— ríe por lo bajo.

Leyre no lo conocía tanto como podría conocerlo Richard, si es cierto que habían coincidido varías veces y las primeras se sentía intimidada, con el paso del tiempo se acostumbró a ello e incluso se tomó la confianza de echarle en cara un par de cosas relacionadas con los látigos.

El dominante entrelazó sus dedos con los de la chica cuando entraron en CNCO, estaba casi vacío pues aún no era de tarde. El maestro de Jesús se encontraba apoyado en la barra mientras conversaba animadamente con la chica que se encontraba tras esta, Fiammenta.

—Hey, Zabdiel.— lo saludó con una breve sonrisa en los labios—. De casualidad... ¿Sabes donde se encuentra Christopher?

—En la quinta sección del club... No es recomendable que lleves a Leyre allí.— murmuró posando su vista en la chica que lo acompañaba.

El maestro chasqueó su lengua al darse cuenta de ese pequeño detalle, era consciente de que en una sección por encima de la suya se podían realizar cosas mucho más intensas que podrían llegar a ser impactantes visualmente.

La vez que la llevó a su propia sección no terminó de la forma que le gustaría así que no iba a arriesgarse llevándola un paso más arriba.

—El maestro de Jesús tiene razón, muñeca.— dijo Richard acariciando una de sus mejillas—. Prometo que no me tardaré demasiado y te compensaré cada minuto que no esté con un orgasmo.

—Creo que no eres consciente de lo que acabas de decir.— murmuró divertida, a pesar de que sus mejillas ya estaban encendidas también le causaba gracia la situación.

Aunque conocía a Richard y era consciente de lo activo que era sexualmente, tranquilamente podría cumplir esa promesa y ella no pondría ninguna objeción.

Al fin y al cabo, el doloroso placer se sentía condenadamente bien y más si venía de un hombre como él.

—Soy más que consciente, nena.— le guiñó un ojo—. Recuerda que soy un hombre de palabra.

—Entonces me conviene que te tardes mucho, ¿no es así?— preguntó con diversión.

—Chica lista.— respondió sonriente.

Acuna su rostro con sus manos antes de juntar sus bocas, se habían pasado la mañana besándose y aún así sus labios jamás tendrían suficiente de los del contrario. La droga en comparación a esto era una absurda adición.

Mordiqueó su labio inferior haciéndola jadear de forma instintiva, lo que le hizo soltar una pequeña risa. Leyre a veces era muy predecible, y más para él que estaba comenzando a conocer sus reacciones mejor que nadie.

Ella se relamió los labios mientras lo veía caminar en dirección al ascensor, su parte curiosa le decía que lo siguiera para enterarse de la conversación que ellos mantendrían. Una conversación que implicaba a su mejor amiga. Pero su parte racional le decía que no debería de hacerlo, por alguna razón le habían dicho que no debería de ascender a la quinta sección así que no lo haría.

Richard soltó un suspiro, nunca antes le habían faltado las palabras y menos para hablar con uno de sus mejores amigos. Pero esta situación no sabía cómo manejarla, se trataba de Christopher y lo que era más importante para el recién nombrado, su mujer.

—Maestro Vélez.— llamó su atención entrando al sector, este desvió la mirada del aprendiz que tenía al lado para fijarse en su amigo—. ¿Tienes un momento?

Él asintió y, tras darle varias indicaciones al chico, se acercó a Richard.

—Vi tus dos llamadas de hace una hora pero no me molesté en devolvértelas porque sabía que vendrías a CNCO.— dijo encogiéndose de hombros.

—Si, si... Eso no es lo que me importa. Quiero hablar de Cyara.

Christopher se mantuvo en silencio durante unos segundos, finalmente le indicó con la mirada que salieran para hablar con más tranquilidad. Al fin y al cabo, los eco de los látigos, las respiraciones agitas, los jadeos y los gemidos, no eran el mejor sonido de fondo cuando iban a hablar de Cyara.

—¿Qué pasa con ella? ¿Le ha pasado algo?— cuestionó—. No me digas que las llamadas eran porque le había pasado algo, joder...

—No, no... Ella está bien, relativamente.— dijo rápidamente, no quería ver a su amigo alterado o preocupado.

Christopher dejó escapar un suspiro mientras asentía.

—Menos mal.

–Quiero que me cuentes que pasó en la cena donde la llevaste a conocer a tu familia.

—No terminó bien.

—Y desde entonces Cyara está más distante.— murmuró Richard asintiendo con la cabeza, a veces las mujeres eran tan predecibles...—. Pues a este paso terminarás alejándola del todo.

—Richard, soy consciente de lo que hago, ella necesita su espacio y yo voy a dárselo. No necesito agobiarla y robarle oxígeno, ¿vale?

—No quiero que algo que os ha costado tanto tiempo construir se vaya a la mierda por una simple noche...— dijo negando con la cabeza—. A ella le está afectando más de lo que crees, tal vez es momento de que vuelvas a ella y le hagas entender las cosas.

Doloroso placerWhere stories live. Discover now