C A P I T U L O 3

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— Bueno, pues ahora que te has dignado en despertar dime una cosa, ¿cómo te sientes? — pregunto

— La verdad es que mucho mejor — bosteza y se estira a su antojo relajando los músculos — Esa pastilla y la siesta me han sentado muy bien — sonríe y como si recordara que fui yo quien se encargó del viaje, mira a través de la venta — ¿Brighton? — pregunta y me mira con la boca abierta

— Supuse que sería una buena idea — murmuro tratando de adivinar sus pensamientos

— Isabella ¡es lo mejor que pudiste hacer después de elegirme como mejor amigo! — veo como salta emocionado de su asiento y sale de la camioneta para ayudarme a bajar también — ¡Mierda! Teníamos tanto sin venir

— Ocho años — recuerdo sintiéndome sumamente emocionada y recordando aquel viaje que hicimos con mi familia

— Es como si volviéramos a tener diecinueve — sonríe y toma mi mano — Tu ya escogiste el lugar, ahora déjame a mi hacerte pasar un excelente día

Caminamos rumbo a un pequeño restaurant que se ubica cerca de donde he estacionado la camioneta de Harry y decidimos sentarnos en el pequeño balcón del segundo piso. El aire parece desatarse, lo que hace que los rulos de Harry se alboroten y cierre los ojos tratando de evitar que entre a sus ojos, y lo único que puedo pensar, es que es el ser más bello que he visto en mi vida. Lo escucho hablar sobre el posible negocio que abrirá su hermana Gemma y me informa que en cualquier momento ella hablará conmigo para saber mi opinión. Adoraba a su hermana, se había convertido en mi mejore amiga, y desde hace unos meses, comencé a sospechar que ella sabía acerca de mis sentimientos hacia su hermano. ¿Cómo? Ni idea, pero como suele decir ella "ojo de loca no se equivoca".

Después del pequeño almuerzo, Harry y yo decidimos ir caminando rumbo al Brighton Pier, el gran muelle donde se ubican las atracciones donde alguna vez reímos y vomité sobre los pantalones de Harry al bajar de la montaña rusa.

— De acuerdo, los boletos yo los pago — digo sacando mi cartera del bolso — Ya pagaste tú el desayuno, esto me corresponde a mí

— Bien, pero lo siguiente yo lo pago — sonríe, mientras nos formamos frente a la taquilla del pequeño parque de diversiones

Una vez con nuestros boletos, nuevamente Harry me toma de la mano y entrelaza sus dedos con los míos para adentrarnos al parque. Esta sensación de sus manos con las mías debería de ser algo de lo que ya estuviera acostumbrada, pues no era nada nuevo que él hiciera eso, sin embargo, el cosquilleo de su piel aún me hacía sudar.

— Primero subiremos a la rueda de fortuna, después a aquel carrusel, más tarde entraremos a la casa de susto y finalmente concluiremos con la montaña rusa — dice pensativo viendo a su alrededor — Sí — afirma — Dejaremos esa hasta el final para asegurarme de que ya hayan pasado varias horas después del desayuno, no vaya a ser que se te ocurra vomitarme de nuevo y mira que estos pantalones son caros y no pienso dejar que me los arruines

— Los puedo pagar, no te preocupes — finjo estar indignada

— Sí, pero son edición limitada, seguro que ya no hay. Además estos se me ven perfectos — me guiña un ojo

— Egocéntrico — ruedo los ojos como por tercera vez en el día

— Deja de hacer eso — me regaña por mi acción y besa mi frente para después pasar uno de sus brazos por mi hombro. Comenzamos a caminar hacia la primera atracción

— Gracias Harold — digo después de unos minutos en silencio — Realmente necesitaba esto

— ¿Pasar tiempo conmigo? Claro que lo necesitabas

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