02. La Criatura.

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Un día después del asesinato múltiple que hubo la noche de la fiesta.

Bastian no habló con nadie durante ese tiempo, solamente con Gustavo, para ponerse de acuerdo y verse por la noche. En un principio, la madre de Gustavo no le permitió salir, debido a lo que pasó.

Las autoridades de la ciudad declararon un toque de queda a partir de las diecinueve horas hasta el amanecer. A pesar de todo, Gustavo logró convencer a su madre solo porque le dijo que iría a la casa de Bastian, pues él necesitaba hablarle, ya que fue uno de los que estuvo cerca de lo que pasó. Y si bien no vio nada —según Gustavo, pues Bastian no le había contado aun lo del extraño animal—, necesitaba del apoyo de su mejor amigo.

Claramente, su mamá no pensaba darle permiso sin antes asegurar todo. La mujer llamó a la mamá de Bastian, pidiéndole permiso y también que cuidaran de su hijo. Ambas mujeres hicieron el trato, por lo que Gustavo logró estar en la casa de su amigo antes de que fuera la hora del toque.

Al llegar a la casa de Bastian, los padres de este se encargaron de dejar bien en claro las reglas. Aunque bueno, la que habló más fue Marta.

Nadie saldría ni nadie entraba hasta el amanecer, y todas las puertas iban a estar cerradas con llave. Si iban a comprar algo para la cena o más cosas —si es que se trataba de una pijamada—, debían ir ya mismo antes de que fueran las siete. Walter los iba a llevar en el auto hasta las tiendas. No debían poner música demasiado fuerte, solo lo suficiente como para que ellos la escucharan bien dentro de la habitación de Bastian. Y nada de alcohol...

—¡¿Qué? —dijeron Bastian y Walter, casi al unísono.

—Sí. Nada de alcohol —Volvió a decir Marta.

—Amor, hoy es sábado... ¿Le vas a prohibir a los chicos pasarla bien por un rato?

—Walter, por Dios. No seas un inconsciente. Hay un maldito asesino suelto. No me importa que sea sábado o el día que sea. Además, ya tuvieron la fiesta de anoche, y no salió nada bien que digamos. No pienso dejar que ellos beban como si nada. Deben estar alerta, ante todo, incluso en la seguridad de esta casa. Así que no los mal influencies ahora.

El hombre obedeció a su mujer y calló sin decir más. Marta preguntó a los chicos si iban a comprar algo o no, y si era un sí, debían ir en ese instante.

Walter llevó a Bastian y Gustavo hasta la tienda más cercana. Cuando los chicos bajaron para ir a comprar todo lo que querían, el hombre les dijo que se quedaría a esperarlos ahí.

Al entrar a la tienda y buscar las cosas, pasaron por el sitio donde estaban las bebidas. Bastian pensó en llevarse un vodka o whisky, pero Gustavo insistía diciendo que sus padres habían dicho que no. Aun así, Bastian logró convencer a su amigo, diciendo que no se darían cuenta si lo escondían entre las cosas de las bolsas, en la parte trasera del vehículo.

El encargado de la tienda ya conocía a los chicos, así que no dijo nada cuando vio a unos menores de edad poniendo una botella de whisky sobre el mostrador. Ya estaba acostumbrado a eso, y vender alcohol a menores es muy común en este lado del mundo. Casi nadie respeta eso, y dudo que se respete algún día.

Como ellos eran amigos del vendedor, Bastian le pidió que ocultara la botella entre las cosas, y el hombre así lo hizo.

Gustavo seguía pensando en que los descubrirían, pero conociendo a Bastian, este encontraría la forma de esconder la botella antes de entrar a la casa. O algo así...

Cuando llegaron al vehículo y abrieron el maletero, Bastian sacó la botella de la bolsa y la escondió entre los objetos que ya estaban ahí. Sabía muy bien que su papá no revisaría dicho lugar, pues no es que hubiera algo que se necesite todo el tiempo; tan solo habían unas cuantas herramientas para el auto, trapos o ropas que ya no se usan más que para limpiar, todas desparramadas.

Poder Shaishu: La Cacería de Astrid. ©Where stories live. Discover now