Capítulo 4

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Podría jurar que la habitación es mucho más lujosa que la suya. Absolutamente todo es de primera clase. Pero no está ahí por eso, en este momento tiene a USA viéndolo fijamente expectante sentado en su cama con su copa de gomitas en mano, parece completamente serio, extraño viniendo de él.

Rusia en cambio está nervioso con las manos sudorosas que intenta secar en su chaqueta Adidas, ha recitado las palabras que dirá en su cabeza camino a la habitación del estadounidense, pero aún no se siente preparado. Suelta un suspiro pesado. El ambiente es tenso, o quizá solo él lo percibe así.

—¿Y bien? —dice USA al cabo de un rato, agarra una gomita y se la lleva a la boca— ¿Qué tienes que decirme?

—Yo estoy... —comienza dubitativo— Почему так сложно? —murmura con cierta frustración.

El estadounidense inclina la cabeza sin entender lo que Rusia acaba de decir, pero decide no presionarlo. Puede sospechar lo que dirá, pero no se atreve siquiera a imaginarlo. La simple idea le aterra. Sin embargo, no dejara que esas emociones lleguen a su rostro y revelen lo que verdaderamente siente.

—He intentado evitar este momento desde que supe cómo me siento, y enterrar esos mismos sentimientos y olvidar que existen. Quería escapar de ellos, de hecho, todavía tengo ganas de escapar y empezar a correr, huir de mis propios sentimientos igual que un cobarde —confiesa con el corazón en la mano y luchando para no ceder ante el nudo en su garganta—. Y es que nunca me he sentido así por nadie y estoy asustado, y a la vez estoy demasiado emocionado para preocuparme por eso ahora. Te amo. Y llevo tanto tiempo enamorado de ti para estar seguro de que no es solo pasajero. ¿Entonces puedo ser tu novio?

USA permanece ahí, inmóvil, carente de expresión. Pero siendo un manojo de inquietudes.

—No —contesta fríamente al final—. Deberías encontrar a alguien mejor para hacerle esa propuesta.

—Pero yo no puedo olvidar mis sentimientos por ti como si nada por alguien más —dice el ruso desquebrajado.

—Estoy seguro de que lo harás.

Rusia mira con la boca entreabierta por el rechazo a USA y este dirige su mirada a la puerta, indicándole que ya puede irse. El ruso observa la puerta y luego al estadounidense. Quiere decir algo más, pero no puede, siente su corazón doler como si le clavaran alfileres; siente que se ahoga, es igual que hundirse en el océano y es frio, demasiado frio.

USA sabe que es lo mejor para el ruso. El necesita a alguien mejor, no a él, necesita a alguien con quien sea feliz y pueda darle todo el amor que Rusia merece. Y él no es esa persona, porque Rusia es la Luna y USA no se siente ni siquiera como una estrella.

—Bien —suelta finalmente el ruso antes de salir por la puerta.

El estadounidense traga grueso, solo en su habitación y respira con cierta dificultad cuando intenta no derramar ninguna lagrima. Aunque Rusia tampoco está mejor.

Wild and SoftWhere stories live. Discover now