🔞 Arthuracio 🔞 [Arthur Morgan]

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Todo había pasado demasiado rápido, en tan solo una tarde, Arthur Morgan había pasado la primera prueba para entrar a aquel curioso club que se alimentaba en base a ocurrencias de la vida personal de todo habitante de Los Santos. Sería el aprendiz de uno de los integrantes de éste, Horacio Pérez, por quien justamente había hecho el intento de entrar al grupo.

Sus nervios le impedían incluso respirar de forma natural, sobretodo tras haber sido invitado a su enorme mansión, donde llevarían a cabo la primera reunión. Todo parecía liarse en su contra, o a su favor, dependiendo de qué perspectiva decidiera tomar. Aquel hombre que sería su guía le había dicho que la junta sería en el jacuzzi del patio, para mayor comodidad. Mientras él se quitaba sus prendas con torpeza, quedando tan solo en ropa interior para entrar al agua, Horacio había hecho ingreso a casa a por un bañador, saliendo al poco tiempo con tan solo esa prenda puesta, además de una botella de champán y dos copas en la mano.

Caminaba con tal seguridad hacia él que sentía repentinamente la falta de aire, recordaba por qué no había sido capaz de pedirle de frente una cita la primera vez que le vio, en aquel evento. Definitivamente se sentía intimidado por su poderosa y felina presencia. Inquieto, se removió un poco en el agua, sentado dentro del jacuzzi, sonriendo con timidez a quien hacía ingreso a éste.

—Bien...— Comenzó a decir el de cresta, mientras servía aquel brebaje en las copas con suma concentración. —¿Qué otro chisme tienes Arthur? — Su mente estaba completamente ida hace unos instantes, detallando con la mirada cada tatuaje que se posaba sobre aquella morena y trabajada piel del de cresta, sobretodo viendo cómo cada músculo se tensaba ante aquella lenta labor de verter el champán para ellos.

—¿Me...me estás oyendo? — Una acusadora mirada le detuvo de aquella detallada contemplación, asintiendo en respuesta.

—Sí, claro...pasa que creo haber contado todo lo que sabía hasta ahora— El ceño de Horacio se frunció, entregándole la copa.

—Regla número uno. No te puedes quedar sin chisme. Si no hay ninguno para contar, eres encargado de hacer que algo ocurra— Su voz comenzaba a sonar un poco más profunda.

El alcohol les comenzaba a dar a ambos la valentía que necesitaban para atreverse a más. Arrodillándose pegado al de cresta, Arthur acercó su boca al oído de éste, murmurando quietamente —¿Ah sí? Pues he oído que ronda por la ciudad un video erótico de ese tal 'mago' en su jacuzzi con alguien más— aquella poderosa voz había logrado encender algo dentro de él, haciéndole soltar un audible jadeo en respuesta. —N-no es cierto, ese tal mago no ha hecho nada parecido— soltó apenas Horacio, intentando defender su reputación. Lo siguiente que sintió fueron los labios de su 'aprendiz' sobre su cuello, comenzando a depositar lentos besos, que poco a poco se transformaban en unos más húmedos y fuertes. Horacio echaba su cabeza hacia un costado, dándole aún más acceso a su piel, con una mano tomó su cabeza presionándola más contra su cuello, percibiendo cómo deliciosas lamidas y mordidas eran incluidas en cada beso, extasiándole por completo, su respiración había sido reemplazada por irregulares jadeos que imploraban por más.

El de cresta posó su otra mano sobre la ropa interior del contrario, acariciando su miembro y sintiendo prontamente que necesitaba más contacto, le retiró con prisa el bóxer, dejándole completamente expuesto a él. Tomó entre sus dedos la erección de su aprendiz, ejerciendo una deliciosa presión sobre ésta mediante un vaivén constante. Buscó con necesidad sus labios, ahogando sus calientes gemidos en aquel húmedo beso.

Sintiendo más confianza y atrevimiento, Arthur imitó el movimiento del moreno, quitando el bañador que éste vestía. Se volvió a sentar correctamente y posicionándolo en su regazo, dejó ambas rodillas de Horacio a cada costado de sus muslos. Todo esto sin detener el beso. El moreno continuó masturbándole, acelerando sus movimientos y apretándole con más fuerza. Al sentir el aumento en los gemidos de su aprendiz, supo que ambos necesitaban más del otro.

En un ágil movimiento dirigió el miembro de él hasta su entrada, introduciéndolo poco a poco. Rápidamente se arrepintió de aquello, puesto que no había dilatado ni lubricado, sin embargo, estaba tan encantado con la situación que a los segundos ya comenzaba a sentirse listo, disipando el dolor que sentía y viéndolo reemplazado por placer, soltando melodiosos gemidos.

Las manos del aprendiz se trasladaron por los muslos del moreno, dejando suaves caricias para calmarle, cosa que estaba haciendo efecto. Las subió por su espalda, logrando que ésta se arqueara y Horacio soltara un audible jadeo, dando inicio a pequeños movimientos.

Arthur podía sentir cómo aquellas calientes carnes le aprisionaban deliciosamente, llevando nuevamente sus manos hasta los muslos de él y dejándolas finalmente en sus glúteos, en ellos enterró sus dedos originando un movimiento mucho más rápido y profundo, nublando la mente de ambos, ahogados en placer, ya nada fuera de su burbuja parecía ser real, sólo estaban ellos rodeados de sus propios gimoteos y el chapoteo del agua.

Volvieron a unir sus bocas en un beso salvaje y desesperado, entre gruñidos y jadeos que se colaban. El encantador chasquido de sus labios y lenguas batallando les estaba embriagando, junto a las certeras estocadas que les llevaban al límite.

Horacio bajó sus besos hasta el cuello de su aprendiz, mordiendo y devorando aquella extensión de piel, volviéndole loco de placer, sintió las manos de éste recorrer todo su cuerpo apretando todo a su paso, desesperado buscando su liberación en el tan ansiado orgasmo. Los gemidos de ambos se intensificaban, rasguños y mordidas eran dejados en la piel del otro, aquel erótico vaivén oculto bajo el agua y las burbujas del jacuzzi había llevado sus sentidos al quinto infierno.

—Aprétame, muérdeme, márcame— jadeaba Horacio totalmente fuera de sí, sabiendo que estaba a punto. Y así fue, el moreno fue completamente devorado, sintiendo todo en él tensarse exquisitamente. Ocultó su rostro entre el cuello y hombro de su aprendiz, acallando allí sus últimos gimoteos, derramándose por fin, manchando a ambos con sus calientes fluidos.

Horacio lejos de detenerse rodeó al contrario con sus brazos tras el cuello, sin dejar de saltar encima suya, mordía su labio inferior y le miraba con poderosa lascivia mientras gemía para él. Aquello dejó totalmente sin aliento a Arthur, fascinado con aquel coqueto atrevimiento, corriéndose en su interior segundos después en un caliente gruñido.

Ambos jadeaban, usando la poca conciencia que les quedaba para depositar suaves caricias en el cuerpo del otro.

—Esto sí que hubiese sido un buen chisme, ¿No crees? Debimos haberlo grabado— espetó Arthur apenas, riendo divertido de imaginar un video así de peligroso rondando por la ciudad.

—¿Quién dijo que no está todo grabado?—

One Shots - SpainRP / InfamesRPDonde viven las historias. Descúbrelo ahora