26 | Las leyes de mi universo

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26| Las leyes de mi universo

HALLEY:

—Haber si lo he entendido bien: mi hermano te invita a cenar y tú aceptas para tratar de averiguar qué es lo que está pasando, porque no te voy a negar que es sospechoso viniendo de él; tienes un momentazo con Hache a solas en la habitación Escape y se ofrece a llevarte hasta la cita y a dejarte la bici en casa, pero resulta ser que, cuando vas a bajarte del coche y a despedirte de él, tenéis otro momentazo y estuviste a punto de dejar a mi hermano plantado para volver a subir a ese coche.

Asentí llevándome a la boca una de sus barritas de cereales que siempre llevaba consigo por si acaso. Había vuelto a levantarme tarde y se me había olvidado desayunar.

Bueno, más bien lo había hecho a propósito cuando escuché que mi madre empezaba a hablar por teléfono con ese tono agotado que solo empleaba en una ocasión. Mikkel no se daba por vencido y eso solo había logrado que mi ansiedad creciera a sobremanera el día de hoy.

—Exacto.

—¿Y se puede saber por qué narices no lo hiciste? Estás jugando con mis sentimientos... —se quejó haciendo una mueca.

—Hall, esto no es una novela y mucho menos una película. Sabes que no podía dejar tirado a Kev porque le había dado mi palabra y llevaba buscándome para salir una noche desde hacía una semana, ¿qué esperabas que hiciera?

—¿Honestamente?

—Mejor no respondas.

—Esperaba que hubieses ido hubieras besado a Hache y te hubieras dado el piro hacia el interior. Eso sí que habría sido de novela o película y me habría dejado un buen sabor de boca. Aunque desde luego que a ti también... —me dijo orgullosa guiñándome un ojo.

—Te he dicho que no me respondieras. —Llevé una mano hasta mi frente—. Además, no... No habría sido una buena idea, es decir, ¿besarle y después irme a cenar con tu hermano? ¿En qué lugar nos habría dejado eso?

—Tienes razón, habría sido una declaración de intenciones y le habrías dejado ver que tu rollo es otro muy diferente al que realmente es y al que él piensa que tienes.

Asentí aferrándome a las cuerdas de mi bolsa de tela.

—¿Y qué pasó entonces? Aunque sé que probablemente la respuesta a lo que voy a insinuar sea negativa, si hay algún comentario subido de tono pásalo por alto, no me apetece conocer ese lado de mi hermano.

Creo que me sonrojé, pero negué con la cabeza rápidamente.

—No pasó nada. Simplemente cenamos y punto.

—Eso es...

—¿Desconcertante?

—Una mierda. Eso es lo que es. ¿Cómo narices vamos a averiguar con eso qué es lo que quiere Kevin?

Me encogí de hombros alcanzando por fin el lugar donde tenía estacionada la bicicleta azul claro que tenía. Dejé en la cesta algunas cosas que podrían caérseme y continuamos con la conversación.

—Mira, no lo sé. Quizás Kevin solo quiera tratar de hacer las cosas mejor que antes y le estamos dando demasiada importancia. Cuando nos peleamos le dije que se había pasado siete pueblos y le conté lo que me parecía todo aquello, que su manera de tratarme ya no me gustaba, así como tampoco la que usaba contigo. Puede que se esté replanteando las cosas. Las personas cambian.

—Halley...

—Estuvo semanas sin hablarme y después vino a disculparse y me dio la razón, se pasó y se ha dado cuenta de ello. Los amigos salen a cenar juntos, ¿no?

La Mecánica de los Corazones Rotos ✔  [#HR1]Where stories live. Discover now