8 - Y una gran historia detrás

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Se sentó en uno de los bancos que había a la orilla de la entrada principal y desde allí pudo observar cuando el auto de Olivia se estacionó al borde de la calle. Bajó a los pocos segundos con un vestido celeste, sus sandalias bajas y su cartera. También traía consigo ese andar alegre que la caracterizaba.

Le fue imposible evitar la sonrisa.

—Por un momento creí que me rechazarías el almuerzo —le dijo Tadeo apenas se acercó.

—Estaba por hacerlo, pero después pensé que necesitaba almorzar algún día en este lugar.

—¿Nunca lo has hecho?

Negó.

—Una vez hemos venido de excursión con la escuela, pero mas que todo a pasear por el monte. Esto suele ser para los turistas. Los pueblerinos almorzamos en el comedor o en el camping —rio.

—Bueno, hoy los dos seremos turistas.

—Me gusta la idea.

Caminaron juntos hasta la cantina donde vendían el almuerzo y Tadeo empezó a sentirse en equilibrio. Como si la presencia de la joven le trajera cierta seguridad. Por suerte, llegaron antes de que sus pensamientos se enredaran más.

Pidieron pastas. Como iban a comer en el parque principal, el que atendía les dijo que le llevaría la comida en un rato.

—¿En qué sector estarán?

Los chicos se miraron. Ninguno sabía.

—¿En el uno, en el dos, en el tres...? —añadió el joven detrás del mostrador.

—El dos —dijo Olivia.

—Genial, en un rato les llevo todo.

Fueron hacia la entrada del parque mientras Tadeo le preguntaba si sabía si el dos era un buen lugar o no. Olivia le dijo que no sabía, pero que le parecía un lindo número.

—¿Tu número favorito?

Negó.

—El veintidós lo es. Me parece armonioso.

Tadeo rio por la justificación.

Pasaron por el sector uno que estaba muy pegado a la entrada y continuaron caminando por el sendero hasta toparse con el dos. Al final resultó lindo, estaba cerca de una fuente y había mucha sombra. La mesa era para cuatro personas así que tendrían espacio.

—¿A dónde me llevarás hoy? —le preguntó Tadeo sentándose al frente de ella—. De ti depende que me lleve una linda impresión de este pueblo perdido en la ruta.

—Creo que ayer me has dicho que tu visión ya ha cambiado, ¿no? —le dijo mientras buscaba algo en su cartera.

—Si, pero estoy seguro de que debe haber algo más.

Olivia sacó el imán y el portalápices y lo dejó sobre la mesa.

—Para que no te lo olvides de nuevo en mi cartera. —Siguió buscando hasta dar con un folleto que se lo entregó —elige.

Tadeo lo miró con atención, bajo la mirada cuidadosa de Oli. Al principio hablaba sobre la historia del pueblo y luego enumeraba lugares de alojamiento. Al final, estaban detallados los sitios de turismo. Lo que más le llamó la atención fue la isla del otro lado del río. Allí decía que hacían paseos y le pareció un excelente plan.

La cara de Oli cuando se lo dijo no pareció muy conforme.

—¿No quieres?

Asintió.

Una parada en Colonia BasiliaWhere stories live. Discover now