✧;; Gentleman | ❲ Jackbeom - Jaeson ❳

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El sabor del pastelillo en los labios de Jackson es aún más dulce cuando la lengua de Jaebeom danza en su boca.

Sus dedos pegajosos han acariciado los mechones castaños que ahora están libres del suave material del que está hecho el beanie.

Jaebeom no puede recordar si alguna vez experimentó algo parecido a una aventura de una noche aunque lo más probable es que no.

No era normal para él compartir un beso sin sentimientos. Tampoco le causaba emoción acostarse con alguien por pura influencia de la lujuria en su cuerpo.

Entonces, no entiende qué está haciendo en ese momento. Apretando a Jackson contra un estante, dejando fija su cabeza mientras comparten una intensa sesión de besos.

Las manos de Jackson lo sostienen por la cintura, dejándole saber que no es el único atemorizado a que el otro se aleje.

Sin embargo, la felicidad no dura mucho para nuestro caballero.

—Ya es tarde, yo...debo irme, hyung —murmura el menor, con la respiración entrecortada. Los labios rojizos hinchados y húmedos.

— ¿Uh? —No encuentra las palabras exactas para demostrar su sorpresa. Es inesperado —Pero, pensé qué…

Jackson sonríe apenado como si estuviera sorprendido de lo que está haciendo, su rostro aún está manchado con pequeñas porciones de crema, no muy diferente a Jaebeom. Sutilmente presiona su pecho para alejarlo, haciéndolo retroceder confundido. El reloj en la pared indicaba las primeras horas del día. Jaebeom entró en pánico, era muy pronto para perder esa extraña chispa de felicidad.

— ¿Puedo acompañarte? No tengo un auto pero podríamos caminar...

— ¿A esta hora? Gracias pero es muy peligroso para ti, hyung. También deberías ir a casa.

Negó desesperado, buscando en su mente alguna excusa que pudiera retener al menor.

— ¿Cómo te irás entonces? Voy a llamar un taxi, espera...

Corrió a su escritorio, recordaba haber dejado en uno de los cajones el aparato. Solía ​​tenerlo descuidado la mayor parte del tiempo pues eran muy pocas las llamadas que recibía. Cuando por fin lo encontró, volteó victorioso.

— ¡Aquí...! ¿Jackson?

El silencio fue su única respuesta.

Salió en busca del chico misterioso, recorrió los pasillos oscuros hasta la salida pero estos estaban vacíos. Era inútil buscar más, no había rastro alguno del menor.

Jackson se había marchado sin ataduras. Sin promesas o explicación alguna. Tal cuál había llegado a su vida.

Después todo se sintió ajeno. Como si de pronto la armadura positiva con la que solía protegerse se oxidara hasta corroerse, dejándolo desnudo, inseguro y vacío. Se sintió, incluso, usado e impotente. Aquél escaso momento de calidez deslizándose por sus dedos sin opción alguna a ser retenido o apreciado por un poco más de tiempo.

Jaebeom podría estar exagerando sus sentimientos, pero eran suyos y se aferraba a ellos cuando surgían tan genuinos en su corazón como los de esa misteriosa noche.

Al regresar al interior de la oficina miró con nostalgia el desordenado escritorio de Mark. Los papeles manchados en azúcar permanecieron ahí, como un recuerdo melancólico que no deseaba ser el encargado de eliminar.

Al costado del estante, en el suelo, el beanie color amarillo resaltaba de manera chillona, casi proclamando la necesidad de obtener su atención. Recogió la prenda, el agradable aroma que desprendía lo incentivó a aspirar el algodón, deleitándose con lo dulce del olor.