- No puedo creer que al responsable de la familia se le hayan pegado las sábanas - molestó Angelina.
- No le hagas caso, sabes como es de insoportable - intervino Marc, mi hermano.
- ¿Mis padres?
- Salieron desde temprano. ¿Todo bien contigo? No te ves muy animado.
- Pasé una mala noche, dormí horrible - respondí.
- ¿Y eso?
Miré hacia un costado notando como la atención de mi hermana estaba en nuestra conversación, le hice un gesto a él para que busquemos otro sitio.
- Hay alguien con interés en mi.
- ¿De verdad?
- Sí, tenía mis dudas pero ayer me lo confirmó - recordé.
- No voy a tocar el tema porque sé que no es grato para ti, pero deberías intentar conocer a alguien, no puedes quedarte toda la vida así - aconsejó.
- Es mi trabajador.
- Oh, problema doble - dijo pensante.
- Me besó...y le correspondí.
Acarició mi espalda en forma de apoyo, besar a alguien no siempre tenía un sentimiento de por medio, sin embargo, aquel momento se mantuvo en mi mente toda la noche.
- ¿Y si conoces a esa persona? No pierdes nada hermano, eres una buena persona.
- No lo sé, solo llevo un tiempo de conocerlo y aunque a veces lo odio, también hay ocasiones en que me parece una ternura de persona - comenté dudoso.
- Deja de ser duro contigo, nadie muere de amor y si ese chico está dispuesto a estar contigo es porque bajo esa fría persona que quieres aparentar vio algo bueno de ti.
- ¿Lo crees?
- Sí, y créeme que esas personas se valoran, si te quiere con esta parte tan mala de ti, con la más buena quedará loco, valora los pequeños detalles Christopher - aconsejó.
Mi hermano era un gran consejero en momentos como estos y lo quiera o no, había mucha razón en sus palabras.
Pasé por un café para evitar aún más mi retraso a la oficina, como odiaba las situaciones como esta.
- Buenos días - saludó apenas abrí la puerta de su oficina.
- Ten, veo que nunca comes por las mañanas - dije dejando un café sobre la mesa.
- Oh, gracias - sonrió sin poder contenerse.
Cerré la puerta sintiendo como mi cara estaba a una temperatura fuera de lo normal, las manos me sudaban y prácticamente en mi mente había una pelea interna sobre si mi acto.
Caminé de un lado a lado por un buen rato, no lograba mantener la concentración en lo que debía.
- ¿Pasa algo? - pregunté al verlo entrar.
- No, solo venía a preguntar si aún quiere que cancele las reuniones de la próxima semana.
- Creo que son importantes así que no.
- Bueno, gracias.
- Espera, cierra la puerta - pedí.
Hizo lo que le ordené manteniendo su postura y su distancia, en un corto tiempo Erick había mejorado bastante.
- ¿Y...?
- Estuve pensando en lo que pasó ayer, en lo que hiciste realmente.
- Fue un impulso pero eso no quiere decir que me arrepienta.
- ¿Puedo saber desde cuando te intereso? - pregunté curioso.
- No es que tenga un tiempo exacto, la verdad siempre te encontré muy lindo pero creo que siempre fui indiferente para ti.
- ¿Ethan sabe?
- No, de otro modo creo que ya lo sabrías - rió.
- ¿Quieres cenar conmigo? Hoy.
Su risa se detuvo apenas escuchó mi invitación, no quise hacer comentario alguno ya que posiblemente anularía mi invitación.
- ¿Es enserio? Osea, no entiendo - añadió en confusión.
- La respuesta es simple, si o no.
- Espera, estoy confundido. ¿Cena de trabajo?
- Personal, de nosotros dos. Solo di si o no, me estoy arrepintiendo - advertí.
- No no, es que es raro pero claro, sí - aceptó.
- Bien, iré por ti si quieres.
- Mierda, no me lo creo. ¿Está pasando? - preguntó para sí mismo.
- Por ahora ve a trabajar, no pienses que te estoy dando libertades y sigo siendo tu jefe - recordé ante su vocabulario.
Sonrió en dirección a la puerta, esto estaba siendo raro.
- Iré muy lindo, creo que puedo sorprenderte - lanzó.
- No creo que lo necesites mucho, lo eres.