—Mierda... lo siento. –me paralicé.

—No, tranquila. Yo ya me iba. –la pelirroja rió nerviosa y practicamente salió corriendo de la estancia.

Una punzada de dolor atravesó mi pecho y un nudo se instaló en mi garganta.
El ojigris y yo nos miramos por unos segundos que parecieron eternos.

—Huh... –empezó a hablar.

—No... no digas nada, lo siento muchísimo. –dije, y rápidamente fui a coger el caballo, saliendo seguidamente de la cuadra.

En un segundo me monté, y galopando me dirigí hacia donde estaban los demás.

—Pero si parece que has visto un fantasma. –dijo Connie burlón.

Sonreí sin ganas, dándole a entender que no estaba para bromas.

—¿Estás bien? Tienes mala cara.
–Eren se colocó a mi lado y me miró con preocupación.

—Sí, no es nada. –respondí evitando la conversación.

Jean me miró expectante, analizándome. Justo cuando abrió la boca para hablar apareció Levi, iniciando el entrenamiento.

Estuvimos durante horas galopando, entrenando para ser más hábiles a la hora de salir de exploración fuera de los muros.
Sin embargo, el malestar en mi cuerpo me impidió estar concentrada al cien por cien, y eso se notaba en mis movimientos torpes.
Además, la mirada de cierto pelinegro sobre mí me hizo estar tensa, y finalmente terminé quedando la última en el entrenamiento.

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El agua caliente caía sobre mi piel, relajando mis músculos.
Liberé el aire retenido en mis pulmones, dejando la mente en blanco.
Estaba frustrada, no comprendía qué me había hecho actuar de esa forma, qué me había afectado tanto.

Salí de la ducha y me sequé, poniéndome un tanga y una camiseta de Jean que usaba como pijama.

Empecé a recoger la habitación mientras tarareaba una canción, metida en mi mundo.
De un momento a otro noté unos brazos rodeando mi cintura y me sobresalté.

—Idiota, no me asustes así. –suspiré relajándome.

Retiró mi pelo hacia un lado, y sus labios empezaron a besar mi cuello.
Afirmó sus manos en mis caderas, presionando mi trasero contra su erección.
Mordí mi labio y me giré, quedando a centímetros de su cara.
Observé sus ojos marrones, que me miraban como si fuera lo más bonito del mundo. Rodeé su nuca con mis brazos y me besó.
Cerré los ojos, respondiéndole. Pero unos ojos grises aparecieron en mi mente, y enseguida rompí el beso.
La sensación de malestar se hizo presente de nuevo, asfixiándome.

—Hm, ¿pasa algo? –Jean me miró expectante– Has estado rara hoy.

—No... nada, no te preocupes. –sonreí intentando tranquilizarle.

Besó mi cuello y ese malestar se intensificó, así que lo aparté con delicadeza, hecho que hizo que me mirara extrañado.

—Estoy cansada, no quiero tener sexo. –me excusé con lo primero que se me vino a la mente.

—Eso sí que es raro.. –dijo– ¿Seguro que estás bien?

—Sí, sólo no tengo ánimos.

—Está bien... entonces me voy, descansa. –me besó– Si necesitas algo ya sabes dónde estoy, te quiero.

Asentí y me besó de nuevo antes de salir de la habitación.
Pasados unos segundos la puerta volvió a abrirse.

—Ya te he dicho que no quiero follar ahora. –bufé exasperada mirando a la persona que entraba.

Levi Ackerman (One shots) (+18)Where stories live. Discover now