THOUGHTS ━━ julie and the phantoms

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↳ prólogo ;;
[el viaje que lo cambio todo]

17 de Septiembre, 2010

—¡Papá! —se quejó una pequeña niña de siete años desde el asiento trasero del auto—. ¿Cuando llegaremos al aeropuerto?

—Llegaremos pronto, se paciente —respondió su padre, Kim Hyeon.

—Suni —habló una mujer de cabello castaño. La pequeña coreana observó el sonriente rostro de su madre, tan delicado y gentil, cómo si fuera un ángel caído del cielo—. ¿Ya pensaste qué canción cantaras en tu audición?

Suni negó con la cabeza y su madre, Min Jieun, se rio suavemente provocando que las mejillas de la pequeña se inflaran con molestia.

—No te preocupes, mamá. Lo tengo todo fríamente calculado, ¡confía en mi! —Suni alzó sus puños hacia arriba felizmente.

Jieun y Hyeon se observaron y sonriendo tiernamente por la energía que irradiaba su primogénita. Hyeon regresó su visión al camino por el cual conducía en dirección al aeropuerto, su destino era Corea, el país natal de la familia.

Ambos adultos esperaban que su regreso a su hogar pudiera ser una oportunidad para volver a unir lazos con la familia Min, puesto que estos siempre estuvieron en contra de que su hija se casara con el padre de Suni, y esta esperaba poder tener un lazo con sus abuelos maternos, quienes por alguna razón nunca estuvieron felices por el nacimiento de la pequeña coreana, y esa fue una razón por la que la familia abandonó su hogar luego de su nacimiento y buscaron uno nuevo en los Estados Unidos.

Suni estaba un poco triste de abandonar los Estados Unidos, tenía mucho recuerdos felices con sus padres, pero una parte de ella se encontraba feliz porque tenía la esperanza de poder cumplir sus sueños de ser una gran bailarina y una gran cantante.

—¡Wow! ¿En serio? ¿Por qué?

Jieun se volteó confundida a ver a su hija y la encontró mirando el asiento vacío a su lado, Suni sonreirá y le hablaba a la nada, otra vez.

—Aish, eres un aburrido.

—Suni, ¿con quien estás hablando? —pregunto Jieun, ocultando el tono preocupado que amenazaba con salir a la luz.

—Con mi amigo, el ángel de cabello gracioso.

Hyeon observó el nervioso rostro de su esposa y soltó una de sus manos del volante para sostener la mano de ella. Ella lo observo y apretó su mano sintiendo el apoyo que él le brindaba.

—No te preocupes, los amigos imaginarios son algo natural en su edad —explicó él. Pero aún así había cierta duda en sus ojos—. Pronto lo superara.

—Lo se, solo no quiero que mis padres vuelvan a menospreciarla por eso. Quiero la acepten, que los acepten a ambos.

—Y lo hará, me esforzaré mucho para que eso pase.

Suni miró por la ventana para tratar de despejar los pensamientos negativos de su cabeza. Podía ser pequeña pero estaba consciente de cómo sus abuelos y otras personas la observaban cada vez que hablaba con sus "amigos" pero no lo entendía, ella podía verlos y tocarlos, ¿por qué los demás no? ¿por qué era diferente?

Giro su cabeza hacia el siento vacío a su lado en donde, solo ella podía ver, se encontraba su amigo y lo observó tristemente.

—¿Por qué solo yo puedo verte? No es justo, quiero que mamá y papá vean lo genial que eres.

Jieun se sobresaltó cuando Suni soltó una ligera carcajada. Su "amigo" había hecho unas gestos muy graciosos.

—Suni —habló su padre y la niña contestó con un «ne»—. Tu abuela está emocionada de verte, y espera que puedas bailar con ella.

—¡Si, la abuela es la mejor!

—Tu madre es muy gentil —dijo Jieun con una sonrisa a su esposo.

Los minutos transcurrieron y los párpados de Suni comenzaron a cerrarse cuando su madre comenzó a tararear una canción que solía cantarle cuando era bebé. De repente sintió una mano quitándole los mechones de cabello del rostro, quiso abrir los ojos pero el sueño comenzó a ganarle, el suave ruido del motor y la melódica voz de su madre habían vuelto el auto un lugar pacifico y reconfortante.

Pero todo se interrumpió de golpe cuando el claxon de un camión sonó a los lejos y Suni escuchó los gritos de su madre hacia su padre.

Suni consiguió abrir los ojos al sentir cómo el auto se balanceaba violentamente y las luces del camión la cegó por unos momentos antes de ver por última vez lo ojos de su madre cuando se volteó desde su asiento.

Ella pudo ver el terror en sus ojos.

—¡SUNI!

Tal vez fueron minutos o quizás segundos, pero Suni no supo cómo había pasado de estar sentada en el asiento trasero del auto de su padre a estar parada frente los restos de él y del camión.

—Su-Suni... —el susurro de su madre apenas era inaudible. Su padre dejó de moverse.

Suni se quedó estática en su lugar, con un gesto inexpresivo plantado en su rostro observando cómo los cuerpos de sus padres se desangraban lentamente, su rostro no mostró ninguna emoción aún cuando los paramédicos llegaban y cubrían los cadáveres con sábanas blancas luego de dictar la hora de muerte.

Varios policiales se le acercaron para preguntar lo que había sucedido y si se encontraba herida, ella no lo sabía, lo único que sabía era que sus padres murieron.

Y que una parte de ella murió con ellos.