extra

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🧚🏻‍♀️ extra de la boda 🧚🏻‍♀️

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El día de su boda Eda Yıldız estaba teniendo nauseas y solo quería tumbarse en la cama y hacerse un ovillo.

–Sinceramente, tesoro, hoy no es un buen momento para que te pongas así –Dijo, acariciándose la barriga –Hoy me caso con papá, ¿sabes? Y no me puedo poner a vomitar en medio de la ceremonia por ti. Sé que notas que estoy nerviosa y por eso tú lo estás también, pero dame un respiro, ¿por favor?

Eda cogió aire y se miró al espejo. Había querido prepararse ella sola en la habitación, sin ayuda de nadie. Ella se pondría el vestido. Ella se maquillaría. Ella se peinaría. Ella llegaría sola al altar.

Les había pedido a sus amigas, a su tía y a Aydan que la esperaran ya sentadas en sus asientos en la playa y que cuidaran de Azad para que no se manchara de arena el traje y no pusiera más cardiaco a Serkan.

Había decidido casarse en Antalya. Allí se enamoraron. Allí se recordaron. Allí se comprometieron. Y, aunque Serkan no lo sabía todavía, allí crearon al pequeño bebé al que Eda estaba hablando.

Azad quiso que lo organizaran todo en la playa, aunque Serkan apostaba más por casarse ellos solos en el templo. Algo íntimo y pequeño.

Al final se decidieron por hacerlo en la playa para que su hijo estuviera feliz, y ya irían ellos dos solos a darse el eterno ante las estrellas y el templo por la noche.

No había pasado más de un mes desde la proposición, pero querían casarse ya y lo habían preparado rápidamente, avisando a sus más allegados y volviendo a Antalya para ultimar cada detalle.

Los rayos de final de verano la saludaron y Eda sonrió, todavía sin poder creerse lo que estaba viviendo. Se iba a casar. Se iba a casar con Serkan Bolat.

Se volvió a mirar al espejo y se ajusto el vestido. Era corto porque uno con una gran cola habría sido difícil de manejar en la arena y tenía un escote pronunciado que la favorecía y la hacía verse como esa diosa que Serkan tantas veces la llamaba.

Se puso unas pequeñas flores blancas en el pelo que se había medio trenzado hacia un lado y se colocó algo de brillo plateado en los párpados y un pintalabios un poco más oscuro que su propio tono. Cogió el ramo de rosas lilas, iguales a la que Serkan todavía tenía en el tarro de cristal de la oficina y volvió a tomar aire.

–Vamos allá, tesoro. Pórtate bien.

Bajó con unos tacones finos hasta el paseo, pero si los quitó para recorrer el pasillo de arena al final del que la esperaba Serkan, con un Azad que ya le llegaba a mitad de pecho dando saltos.

Todos se giraron a mirarla y, por instinto, apartó la vista un instante algo avergonzada.

Cuando volvió a mirar al frente, Serkan estaba llorando. Tenías las manos en la boca y estaba llorando mientras la veía caminar hacia él. Estaba llorando y no podía parar.

Extendió una mano con los ojos hinchados para ayudarla a subir el pequeño escalón que habían puesto con un altar y la hizo una reverencia cómica, que ella le devolvió, haciéndole reír mientras seguía llorando.

–No tengo palabras para describir lo inalcanzable que estás hoy, mi estrella.

–Tú tampoco estás nada mal –Respondió Eda, notando que se sonrojaba.

Le dio el ramo a su hijo, que la dio un beso en la mejilla antes de sentarse junto a Sirius en el suelo.

–¿Preparada para convertirte en Eda Bolat?

Ala rasi ➳ edser Opowieści tętniące ÅŒyciem. Odkryj je teraz